Messi, más amo que capitán
La Pulga, que lleva cuatro partidos sin marcar al Madrid, aumenta su jerarquía sin Guardiola
Ramon Besa
Barcelona
22 AGO 2012 - 19:58 CET19
A Leo Messi le llaman cariñosamente “capitán general” en determinados sectores del barcelonismo desde la partida de Pep Guardiola.
Aunque el entrenador se desvivió por crear las mejores condiciones de
juego para el triunfo del futbolista argentino, el protagonismo de la Pulga ha aumentado con la partida del técnico sin necesidad de llevar un brazalete que de momento se reparten Puyol, Xavi, Iniesta y Valdés.
Messi se siente más que nunca el líder del equipo y se exige sacarse
“la espina por el penalti fallado ante el Chelsea”, expresión máxima de
la derrota azulgrana en la Champions,y por extensión en la Liga, y se esfuerza igualmente por ganar por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro.
Al 10 le mueve la ambición por reivindicarse como el mejor del mundo con independencia del entrenador. Y, nada más comenzar la temporada, se le presenta una oportunidad inmejorable: se mide al Madrid, el enemigo por definición, un rival al que no ha conseguido marcar un gol en los últimos cuatro partidos, justamente desde que dos tantos suyos en agosto del año pasado le dieron la Supercopa al Barça. La cuenta de Messi se paró en 13 goles en 17 partidos, a uno del registro histórico de César, El Pelucas (14), y desde entonces se distingue más como asistente que como pichichi. Hoy quiere romper la sequía porque hay un título en juego y hay votos en litigio con vistas a la votación de mejor futbolista.
La duda está en saber si lo que le conviene a Messi es lo que le viene bien al Barcelona. Al respecto hay un dato revelador: la Pulga no marcó ninguno de los cinco goles que el Barcelona le endosó al Madrid en noviembre de 2010 durante el partido considerado como la obra cumbre del guardiolismo frente al equipo de José Mourinho, sorprendido como entrenador del Madrid después de creer que había dado con la fórmula anti-Barça con el Inter. Aquella noche de otoño jugaron Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Xavi, Busquets, Iniesta; Pedro, Messi y Villa. Una formación que a Tito Vilanova seguramente le hubiera gustado repetir hoy si no fuera por la convalecencia de Abidal y la recuperación de Villa.
La novedad se llama Cesc Fàbregas, que curiosamente ejerce el papel de falso 9,o de Messi, con la selección española mientras que su presencia en el Barça condicionó el dibujo con Guardiola —del 4-3-3 se pasó al 3-4-3— y obliga a Vilanova a tomar partido: Iniesta o Cesc o, en su defecto, sacrificar de nuevo al manchego como extremo. El nudo del conflicto siempre es el mismo: controlar los egos y, puesto que nadie discute la condición de número 1 de Messi, dar con sus mejores acompañantes. Tello, el mismo que fue utilizado como cabeza de turco de la última victoria madridista en el Camp Nou en la Liga, funcionó muy bien el domingo ante la Real. Hoy, por contra, se supone que dejará su plaza a Alexis Sánchez.
Tito Vilanova ha aumentado el radio de acción de Messi. Juega el Barça más abierto, arriesga mucho, porque ha adelantado la posición de Busquets; suma un futbolista más al ataque con Jordi Alba; y presiona arriba, circunstancia que favorece el flujo de remates. Las constantes futbolísticas de La Pulga, en cualquier caso, continúan siendo las de siempre después de un verano en que descansó como nunca: ha sido el máximo goleador de la pretemporada (cinco tantos) y se estrenó en la Liga con un doblete. Ya son 54 goles en el año 2012, por 39 de Ronaldo, después de contar 73 la temporada pasada, por 60 del madridista. “Juega como siempre, no falla y nos da confianza”, resume Busquets. “Hace goles y genera ocasiones”, tercia Villa.
Los partidos contra el Madrid han sido últimamente una excepción. El equipo blanco ha ido recortando diferencias con el azulgrana en la misma medida que ha limitado la productividad de Messi después del famoso 5-0. La historia asegura igualmente que Messi no le marcó un tanto a un equipo de Mourinho, ya fuera en el Oporto, el Chelsea o el Inter —10 encuentros—, hasta abril de 2011, cuando transformó un penalti en el Bernabéu. Ahora suma cuatro partidos a cero cuando se empiezan a contar los votos para la elección del mejor futbolista europeo. El momento exige una declaración de intenciones de Messi, más amo que líder y capitán, objetivo de los focos desde que Guardiola se fue a Nueva York.
Al 10 le mueve la ambición por reivindicarse como el mejor del mundo con independencia del entrenador. Y, nada más comenzar la temporada, se le presenta una oportunidad inmejorable: se mide al Madrid, el enemigo por definición, un rival al que no ha conseguido marcar un gol en los últimos cuatro partidos, justamente desde que dos tantos suyos en agosto del año pasado le dieron la Supercopa al Barça. La cuenta de Messi se paró en 13 goles en 17 partidos, a uno del registro histórico de César, El Pelucas (14), y desde entonces se distingue más como asistente que como pichichi. Hoy quiere romper la sequía porque hay un título en juego y hay votos en litigio con vistas a la votación de mejor futbolista.
La duda está en saber si lo que le conviene a Messi es lo que le viene bien al Barcelona. Al respecto hay un dato revelador: la Pulga no marcó ninguno de los cinco goles que el Barcelona le endosó al Madrid en noviembre de 2010 durante el partido considerado como la obra cumbre del guardiolismo frente al equipo de José Mourinho, sorprendido como entrenador del Madrid después de creer que había dado con la fórmula anti-Barça con el Inter. Aquella noche de otoño jugaron Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Xavi, Busquets, Iniesta; Pedro, Messi y Villa. Una formación que a Tito Vilanova seguramente le hubiera gustado repetir hoy si no fuera por la convalecencia de Abidal y la recuperación de Villa.
La novedad se llama Cesc Fàbregas, que curiosamente ejerce el papel de falso 9,o de Messi, con la selección española mientras que su presencia en el Barça condicionó el dibujo con Guardiola —del 4-3-3 se pasó al 3-4-3— y obliga a Vilanova a tomar partido: Iniesta o Cesc o, en su defecto, sacrificar de nuevo al manchego como extremo. El nudo del conflicto siempre es el mismo: controlar los egos y, puesto que nadie discute la condición de número 1 de Messi, dar con sus mejores acompañantes. Tello, el mismo que fue utilizado como cabeza de turco de la última victoria madridista en el Camp Nou en la Liga, funcionó muy bien el domingo ante la Real. Hoy, por contra, se supone que dejará su plaza a Alexis Sánchez.
Tito Vilanova ha aumentado el radio de acción de Messi. Juega el Barça más abierto, arriesga mucho, porque ha adelantado la posición de Busquets; suma un futbolista más al ataque con Jordi Alba; y presiona arriba, circunstancia que favorece el flujo de remates. Las constantes futbolísticas de La Pulga, en cualquier caso, continúan siendo las de siempre después de un verano en que descansó como nunca: ha sido el máximo goleador de la pretemporada (cinco tantos) y se estrenó en la Liga con un doblete. Ya son 54 goles en el año 2012, por 39 de Ronaldo, después de contar 73 la temporada pasada, por 60 del madridista. “Juega como siempre, no falla y nos da confianza”, resume Busquets. “Hace goles y genera ocasiones”, tercia Villa.
Los partidos contra el Madrid han sido últimamente una excepción. El equipo blanco ha ido recortando diferencias con el azulgrana en la misma medida que ha limitado la productividad de Messi después del famoso 5-0. La historia asegura igualmente que Messi no le marcó un tanto a un equipo de Mourinho, ya fuera en el Oporto, el Chelsea o el Inter —10 encuentros—, hasta abril de 2011, cuando transformó un penalti en el Bernabéu. Ahora suma cuatro partidos a cero cuando se empiezan a contar los votos para la elección del mejor futbolista europeo. El momento exige una declaración de intenciones de Messi, más amo que líder y capitán, objetivo de los focos desde que Guardiola se fue a Nueva York.
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