Y Hugo Chávez se vengó
Dicen que la venganza es dulce. Si es así, Hugo
Chávez la probó días atrás en Brasilia, cuando consiguió, tras años de
espera, que Venezuela entrara en el club del Mercosur.
El último impedimento era el gobierno de Paraguay que aún no había dado luz verde a la entrada de Venezuela, alegando que el actual gobierno no daba garantías democráticas suficientes. Con los mismos motivos el Senado de Brasil paró durante años la entrada de Venezuela.
El mandatario populista se vengó. Consiguió que Brasil, Argentina y Uruguay suspendieran a Paraguay del Mercosur hasta el 2013, para encontrar la puerta abierta para él.
Generoso, Chávez ha afirmado que espera que Paraguay “vuelva pronto a la democracia”, para poder aceptarla él de nuevo en el club. Puede sonar a broma, ver a Chávez, ya en la cumbre del Mercosur, dando lecciones de democracia. Pero así ha sido.
Como todo lo que a él se refiere, el mandatario venezolano revistió de pompa, solemnidad y anuncios de milagros económicos su entrada en el gobierno de América del Sur, que como él ha dicho, ahora es ya la “quinta potencia económica del planeta”.
Para ello, hasta obligó a la Presidenta brasileña, Dilma Rousseff a quebrar el protocolo, para que él, el nuevo socio, pudiera subir la rampa del Palacio del Planalto, algo sólo concedido a los jefes de Estado en visita oficial al país. Chávez estaba en visita de trabajo.
Dilma, claudicó y tuvo que conceder idénticos honores a los otros dos socios, a la mandataria argentina, Christina Kirchner y al uruguayo, José Múgica.
De acuerdo con su estilo de comprarlo todo y de repartir dádivas a sus amigos, el presidente venezolano, llegó generoso con el gobierno brasileño que había contribuido con su diplomacia para que Paraguay se apartara del Mercosur, y poder así dar paso a Venezuela.
Lo primero que hizo fue firmar un acuerdo millonario de compra de aviones de la firma brasileña Embraer al mismo tiempo que anunció otros “negocios billonarios” con Brasil, comenzando por la venta de crudo que Petrobrás aún necesita importar.
Todo el discurso de Hugo Chávez en Brasilia, y hasta la forma de moverse entre los socios veteranos, daba claramente a entender que ahora el Mercosur era él. Que con su llegada, el club se iba a revitalizar, como si él estuviera haciéndolo resucitar de las cenizas en que estaba sepultado.
Era como si dijera: “Ahora van a ver ustedes de lo que el Mercosur es capaz conmigo", y ofreció enseguida sus buenos oficios para traer al club cuanto antes a otros dos países amigos suyos: Ecuador y Bolivia.
Chávez no se olvidó ni del elemento religioso. Sintiéndose hombre de paz, quiso olvidar el pasado de los que se opusieron a la entrada de Venezuela en el Mercosur, y citando las Escrituras, dijo: "Como está escrito en la Bíblia, todo lo que pasa bajo el sol tiene su hora"
Con Ecuador y Bolivia, el l Mercosur estaría integrado por cuatro países populistas: Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia contra dos más democráticos: Brasil y Uruguay. Y, sin duda, el venezolano sería, a partir de entonces, el que repartiría el juego.
Una cosa es cierta: antes de llegar el huracán Chávez, el Mercosur estaba más agonizando que lleno de vida. Sus reuniones eran protocolarias, sin pena ni gloria y el famoso e importante mercado unido suramericano, existía sólo en el papel, ya que cada país pensaba en sus intereses.
Ahora el mandatari venezolano ha llegado y puesto todo patas arriba. Le ha vuelto a dar visibilidad al club envejecido, y por lo menos, en su retórica, ahora empezará a dar frutos. Si fuera así, habría que recordar el refrán que reza “No hay mal que por bien no venga”.
Lo que nadie sabe aún es lo que Dilma, experta, ha pretendido con toda esta jugada arriesgada y discutida de dejar fuera al antiguo socio de Paraguay para colocar la alfombra roja a la Venezuela de Chávez. Quizás un día lo sabremos.
El último impedimento era el gobierno de Paraguay que aún no había dado luz verde a la entrada de Venezuela, alegando que el actual gobierno no daba garantías democráticas suficientes. Con los mismos motivos el Senado de Brasil paró durante años la entrada de Venezuela.
El mandatario populista se vengó. Consiguió que Brasil, Argentina y Uruguay suspendieran a Paraguay del Mercosur hasta el 2013, para encontrar la puerta abierta para él.
Generoso, Chávez ha afirmado que espera que Paraguay “vuelva pronto a la democracia”, para poder aceptarla él de nuevo en el club. Puede sonar a broma, ver a Chávez, ya en la cumbre del Mercosur, dando lecciones de democracia. Pero así ha sido.
Como todo lo que a él se refiere, el mandatario venezolano revistió de pompa, solemnidad y anuncios de milagros económicos su entrada en el gobierno de América del Sur, que como él ha dicho, ahora es ya la “quinta potencia económica del planeta”.
Para ello, hasta obligó a la Presidenta brasileña, Dilma Rousseff a quebrar el protocolo, para que él, el nuevo socio, pudiera subir la rampa del Palacio del Planalto, algo sólo concedido a los jefes de Estado en visita oficial al país. Chávez estaba en visita de trabajo.
Dilma, claudicó y tuvo que conceder idénticos honores a los otros dos socios, a la mandataria argentina, Christina Kirchner y al uruguayo, José Múgica.
De acuerdo con su estilo de comprarlo todo y de repartir dádivas a sus amigos, el presidente venezolano, llegó generoso con el gobierno brasileño que había contribuido con su diplomacia para que Paraguay se apartara del Mercosur, y poder así dar paso a Venezuela.
Lo primero que hizo fue firmar un acuerdo millonario de compra de aviones de la firma brasileña Embraer al mismo tiempo que anunció otros “negocios billonarios” con Brasil, comenzando por la venta de crudo que Petrobrás aún necesita importar.
Todo el discurso de Hugo Chávez en Brasilia, y hasta la forma de moverse entre los socios veteranos, daba claramente a entender que ahora el Mercosur era él. Que con su llegada, el club se iba a revitalizar, como si él estuviera haciéndolo resucitar de las cenizas en que estaba sepultado.
Era como si dijera: “Ahora van a ver ustedes de lo que el Mercosur es capaz conmigo", y ofreció enseguida sus buenos oficios para traer al club cuanto antes a otros dos países amigos suyos: Ecuador y Bolivia.
Chávez no se olvidó ni del elemento religioso. Sintiéndose hombre de paz, quiso olvidar el pasado de los que se opusieron a la entrada de Venezuela en el Mercosur, y citando las Escrituras, dijo: "Como está escrito en la Bíblia, todo lo que pasa bajo el sol tiene su hora"
Con Ecuador y Bolivia, el l Mercosur estaría integrado por cuatro países populistas: Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia contra dos más democráticos: Brasil y Uruguay. Y, sin duda, el venezolano sería, a partir de entonces, el que repartiría el juego.
Una cosa es cierta: antes de llegar el huracán Chávez, el Mercosur estaba más agonizando que lleno de vida. Sus reuniones eran protocolarias, sin pena ni gloria y el famoso e importante mercado unido suramericano, existía sólo en el papel, ya que cada país pensaba en sus intereses.
Ahora el mandatari venezolano ha llegado y puesto todo patas arriba. Le ha vuelto a dar visibilidad al club envejecido, y por lo menos, en su retórica, ahora empezará a dar frutos. Si fuera así, habría que recordar el refrán que reza “No hay mal que por bien no venga”.
Lo que nadie sabe aún es lo que Dilma, experta, ha pretendido con toda esta jugada arriesgada y discutida de dejar fuera al antiguo socio de Paraguay para colocar la alfombra roja a la Venezuela de Chávez. Quizás un día lo sabremos.
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