He vuelto a la bella ciudad de Querétaro, donde ocupé la dirección de la carrera de Paicología durante algunos años, y mi vida universitaria me permitió analizar detenidamente el fenómeno urbano de las llamadas ciudades coloniales (Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Taxco, etcétera), haciendo un estudio detallado de estas ciudades temáticas.
El filón de oro de estos sitios de pasado colonial son las fachadas de los edificios y viviendas del Centro Histórico, para consumo de un turismo básicamente nacional, que quieren conocer algo de historia y comer rico y barato. A veces solamente vienen a comer y a pasear, evitando meterse a los museos y otros sitios de interés histórico. El máximo de estancia de esta corriente de turistas de fin de semana, es de dos días.
En Querétaro existe un normatividad que preserva a la ciudad en sus aspectos coloniales, el reglamento no permite otro tipo de fachada que la que la norma exige, ni construir nada nuevo que supere los dos niveles de altura.
Al ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, las autoridades municipales se comprometen a mantener la ciudad limpia y con seguridad policiaca las veinticuatro horas del día, para garantizar la tranquilidad de los visitantes nacionales y extranjeros.
Estas ciudades coloniales son puramente fachadas, detrás no hay nada, en muchos casos. Además, expulsan a los indígenas locales que venden sus artesanías a escondidas de la policía, por que el argumento central radica en una discriminación racial: los indios afean la ciudad.
He vuelto de nuevo a esa que fue mi realidad algunos años y que terminé por obviar muchas cosas en mi observación cotidiana, la fuerza de la costumbre engaña el ojo.
Hoy veo lo que siempre supe y ví, La era de las ciudades tipo Walt Disney continúa en todo su apogeo acá y en el resto del mundo, son ciudades temáticas, entre las cuales destaca siempre Las Vegas, Nevada. Ese museo del horror de la arquitectura contemporánea.
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