México invierte cifras millonarias en dólares para promover a su selección de fútbol, que irá a Sudáfrica el mes que entra. Y los resultados son desastrosos en lo deportivo, aunque en lo comercial es un gran negocio mercantil, no puede convencer en las victorias ante rivales verdaderamente débiles, como son las selecciones de fútbol africanas de Senegal y Angola, o bien frente a la selección de Chile, quien muestra puntos flacos todavía que México no supo aprovechar en su propia cancha ante más de cien mil fanáticos.
El desastre se avizora en Sudáfrica, pese a los intentos desesperados de las televisoras privadas por inflar día a día a unos jugadores mediocres y a un equipo descoordinado.
El fútbol como espectáculo mediático, de tipo globalizado, distrae a las sociedades del mundo con un circo-pantomima, en el que se dirime quién es el mejor del planeta en el tema del fútbol.
Brasil sigue apareciendo como el más viable para alzarse con la Copa del Mundo, una vez más, ya lleva cuatro campeonatos ganados a lo largo de su historia.
México sigue arrastrado por una ola de violencia incontenible, simplemente ayer quince de mayo fue secuestrado, un político de derecha que es un ícono de la clase dirigente que hoy gobierna el país. La conmoción es generalizada por este hecho, cuando a diario secuestran a cientos de mexicanos de condición humilde y nadie alza la voz para protestar por ello.
Mientras tanto continúan los festejos del bicentenario de la ¿Independencia? y el centenario de la ¿Revolución? mexicana.
Mucho circo y poco pan.
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