No ha habido crimen màs mediático en México, que el de la niña rica llamada Paulette, que a sus cuatro años "se suicidó", según las versiones increíbles de las autoridades policiacas para cerrar abruptamente el caso.
Aparte de no aclarar las doscientas inconsistencias periciales, como la de no responder la pregunta principal: ¿dónde estuvo la niña muerta escondida durante nueve días? A Paulette la mataron y la escondieron en su propia casa y luego la hicieron aparecer en la cama donde dormía, después de que se había revisado exhaustivamente hasta con perros ese sitio.
La madre de Paulette dice no estar satisfecha con el resultado de la investigación policiaca, el esposo si está de acuerdo con el final de la niña, que dicen se "accidentó". Las nanas de las niñas Gebara, demandan al Procurador de Justicia por haber violentado sus derechos humanos durante la investigación, y el haberlas querido culpar de la muerte de la niña que amaban y cuidaban.
El remate insólito de esta historia criminal de los últimos tiempos, que acaparó la atención de todos los mexicanos que siguieron día a día el drama de esos nuevos ricos, es nada menos que la circulación profusa en internet, de fotografías de la mamá de Paulette completamente desnuda, en poses provocativas como si fuera una chica de la revista Playboy.
No se sabe a ciencia cierta si esas fotografías son reales y pertenecen a la madre de la niña asesinada, o bien es un buen trabajo de fotomontaje. Lo importante es la derivación que hace la sociedad de un crimen hacia el erotismo.
Una vez más se puede observar la penetración masiva de materiales íntimos en la Red, en este caso de un personaje que estuvo en los medios electrónicos durante mas de dos meses casi todos los días.
La mamá de Paulette se había desnudado emocionalmente, sin ningún pudor, frente a las cámaras de la televisión privada, eso si cobrando buenas cantidades de dinero "por vender la exclusiva" de su defensa, no penal sino social, ya que la sociedad la condenó desde el principio como la verdadera asesina de su hija.
Hoy la señora Lizette está en las computadoras de medio México, sonriendo y con las tetas al aire.
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