Hace unos pocos días México se estremeció con el secuestro de un afamado político de extrema derecha, Diego Fernández de Cevallos, quien ha tenido una enorme relevancia en el munco de la política nacional, incluso fue candidato a la presidencia de la república postulado por el Partido de Acción Nacional (PAN).
Diego es un excelente orador, del tipo peleonero de callejón, inteligente y audaz. Ha sido diputado y senador de la república. Y como abogado ha defendido a políticos de peso y también a banqueros e industriales poderosos, inclusive se ha dado el lujo de pelear jurídicamente en contra del Estado mexicano y ha ganado jugosas indemnizaciones para sus clientes.
Es un personaje controvertido, a más no poder, es odiado por el resto de la clase política mexicana. Sin embargo, le reconcen su valía como interlocutor en asuntos de importancia nacional.
Lo que quiero destacar ahora es el hecho mediático de su desaparición forzada, a manos de individuos todavía sin identificar. las televisoras, las radiodifusoras y la prensa entera se han dedicado a seguir la noticia y a proporcionar algunas semblanzas de este personaje. No hay noticia, más que la que se refiere a su desaparición y después de eso nada.
La posmodernidad pone el marco teórico para que la sociedad se exprese en torno a este polémico individuo como es Diego, que sus correligionarios le apodan: "El Jefe Diego".
Las redes sociales empezaron a actuar de inmediato una vez conocido el hecho de su secuestro, pero en un tono festivo, burlón, sarcástico. Los que se expresaron en el FACEBOOK de plano se rieron a carcajadas del asunto. La mayoría hacen un llamado a los secuestradores para que no regresen a Diego, que mejor se lo queden con ellos. O, también, dan sugerencias a los secuestradores para que se lleven a otros políticos indeseables.
La era de las comunicaciones virtuales en tiempo real, cumple su función catártica, la sociedad se desahoga de sus frustraciones con los gobiernos de derecha actuales, y reclaman por lo que no se ha hecho y que fue promesa de campaña. Abiertamente, el rechazo social a sus políticos tradicionales es una materia de análisis político. nadie confía en los partidos políticos, pero tampoco hacen nada por demandar al gobierno apoyados en las organizaciones sociales no gubernamentales o de la sociedad civil, los viejos y nuevos reclamos de mejora económica.
El Jefe Diego trajo a colación con su desaparición, sin proponérselo, una crítica aguda a este gobierno de derecha que ha sido incapaz de muchas cosas, entre otras la de combatir al crimen organizado y el desempleo.
Si vive o muere Diego, es harina de otro costal...
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