Marimbas del Infierno, es el título del más reciente largometraje, del joven director guatemalteco Julio Hernández Cordón, egresado del CCC (Centro de Capacitación Cinematográfica, de México), quien cuenta con varios premios para sus largometrajes controversiales, Gasolina es su obra más reciente y multipremiada en Europa y Sudamérica.
Julio es mi sobrino, y me sorprendió con su nueva película Marimbas del Infierno, por su historia y personajes. La película está en su fase de postedición y será estrenada comercialmente en Guatemala, a mediados de este año.
La historia es sencilla y drámatica a la vez, cuenta la situación del instrumento nacional gusatemalteco, que es la marimba, que se encuentra en un punto crítico para su existencia. Los jóvenes no gustan ya de ese instrumento y menos de la música que interpreta, nadie va a bailes donde la marimba ameniza la velada.
La marimba y sus piezas instrumentales son antiguas y anticuadas, por ello solamente las personas adultas mayores gustan de ese instrumento musical e, inclusive, se atreven a bailar con el acompañamiento de los sones, tangos, pasodobles, vals, etcétera. A los jóvenes modernos esta musica de la marimba no les dice nada, ni los conmueve su sonoridad.
La música de hoy es el rock para ciertos sectores de la juventud guatemalteca, principalmente el rock pesado, que es lo que escuchan y prefieren bailar.
Las marimbas se extinguen irremediablemente arrasadas por la modernidad, quedan algunas como íconos de un pasado glorioso y nacionalista de Guatemala; por ejemplo, la marimba Chapinlandia, cubrió toda una época de la radio desde los años cincuentas. Pero ya ni en la radio se puede escuchar el instrumento musical por excelencia de los viejos guatemaltecos. Antes, por efectos de una ley, las emisoras radiales estaban obligadas a programar una hora diaria de marimba al día, eso ya no existe más.
Dice mi sobrino Julio, que para que la marimba no desaparezca por completo del panorama musical local, es preciso renovarse o morir. En virtud de ello, su protagonista cinematográfico de Marimbas del Infierno, afirma que la salvación es tocar rock pesado en marimba. Esta es la médula de la película que pronto será exhibida públicamente.
Yo fui educado musicalmente con marimbas, desde mi tierna infancia, y en la adolescencia aprendí a bailar en los amplios salones de baile de la época, siempre con dos o tres marimbas alternándose la velada musical.
Estuve recientemente en la ciudad de Antigua, Guatemala, en la Posada de Don Rodrigo, donde el atractivo principal para los comensales gringos y nacionales, es la marimba que ameniza la comida. Los integrantes de esa marimba del hotel, tienen un promedio de edad de sesenta años, y toda su música interpretada es un repertorio del siglo XX, de su primera mitad.
Escuché la marimba lleno de nostalgia por una época perdida e irrecuperable, me trajo a la memoria mis años de estudiante normalista, cuando era un veinteañero y bailarín obsesivo.
Debo decir que, para mi, la música de marimba tiene un tono melancólico, que me hace llorar de emoción y tristeza, cuando la escucho en el extranjero.
No puedo imaginarme la interpretación del rock pesado en una vieja marimba, por eso deseo que la película de mi sobrino se pueda estrenar ya, para estar ese día en primera fila.
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