A menos de dos semanas para que inicie la Copa del Mundo en Sudáfrica, el planeta entero se ha sumergido en el tema del fútbol, los medios de comunicación se han encargado de preparar el ambiente en el cual quieren que la sociedad permanezca por largas semanas. Eso significa, ni más ni menos, dejar de pensar en los asuntos verdaderamente importantes que aquejan a las sociedades contemporáneas, para dar paso a los reportajes, juegos de preparación, entrevistas con expertos en el tema, mesas redondas para pronosticar posibles ganadores de la Copa del Mundo de Fútbol.
Me entero ahora, que en España se han dedicado las grandes tiendas departamentales a ofrecer a los españoles que compren televisores de plasma, y a prometer que si España se corona como campeón del mundo, esos aparatos de televisión saldrán gratis para sus compradores, cosa similar ha ocurrido en México.
La mercadotecnia al servicio de una causa comercial globalizada, por ello no existe país en el mundo que pueda sustraerse al hechizo del fútbol. Las sociedades enteras habrán de estar pegadas a los televisores mañana, tarde y noche viendo los partidos de fútbol, todo dependerá en que hemisferio estén viviendo esos espectadores.
La posmodernidad fija la fugaz, lo efímero, como lo esencial, hay que vivir, pues, al día, a la hora, al minuto, sin pensar en el más allá del tiempo, no hay futuro.
La selección mexicana de fútbol encarna el más acendrado patriotismo, en el cual los aficionados se embarcan con las ilusiones de verse coronados como campeones del mundo. Todos se ponen la camiseta verde de la selección cada vez que juega México y cada vez el desencanto es mayor y la frustración lleva a muchos al alcoholismo.
A México le falta jugar en contra de los equipos de Gambia, que nadie puede ubicar en la geografía mundial, y de Italia. Los augurios son nefastos para México, son incapaces de ganarle a equipos modestos de la Concacaf y el Caribe, mucho menos a los africanos y europeos.
!!Que ruede el balón¡¡ Ya habrá tiempos mejores para la reflexión...
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