Los chulos y los salvapatrias se están equivocando en la vida”
La diputada y portavoz municipal de Geroa Bai se somete a una entrevista sin prejucios sobre su "amiga la puta quimio", sus pañuelos y la política en general
Uxue Barkos tiene cáncer. De mama. Eso, por desgracia, no la hace
distinta de miles de mujeres. Otras cosas, puede que sí. Quizá sea esa
irremediable frescura en el ser y en el estar, o esa pachorra instalada a
la hora del cafelito y la charla. Si fuera en una terracita de la Plaza
del Castillo, en su vieja Iruña, mejor. Lástima que hoy tengamos que
ser carne de cafetería de hotel madrileño. Da igual, todo fluye, sobre
todo la vida. Uxue Barkos ha peleado en compañía de “mi amiga la puta
quimio”, pelea y peleará para triunfar y alejarse del balcón. Ese balcón
desde el que, a veces, se mira sin prisa y sin ningún género de pausa a
la muerte, esa señora, antes tan abstracta. Uxue Barkos parece cómoda
en el balcón. ¿Y por qué? Porque tiene un par. También, cara de ganar
los partidos. Saldrá. Con nota.
Pregunta. El último día 6, como cada año, me senté delante de la tele y pensé: ¿Qué plan mejor que ver el chupinazo de Pamplona tendrá el personal?
Respuesta. Bueno, yo soy consciente de que a la humanidad, esto del chupinazo y de los sanfermines le debe de parecer una aberración melona. Pero la verdad es que ver a centenares de tíos y tías saltando como locos esperando que comiencen nueve días de caos, pues… tiene su encanto. La vida te regala locuras así.
P. Esas locuras... ¿son obscenidades en un contexto de gente pasándolas canutas o una irrenunciable medicina?
R. Seríamos tontos si pensáramos que esas cosas solo han sido obscenas en los últimos cinco años. En el mundo ha habido gente muriendo de hambre en los últimos siglos. Yo últimamente he pensado mucho en que en el primer mundo nos morimos de algunas cosas… y en el tercer mundo se siguen muriendo de hambre.
P. El último 6 de julio, en el chupinazo, ¿sabe lo que vi?
R. Mmmm…
P. Un millón de pañuelos… y luego EL pañuelo. Impactaba.
R. Pues sí, aunque mira, hoy me pillas… (se toca la cabeza desnuda y ríe). Quiero agradecer el gesto hermosísimo del alcalde de Pamplona, que me dejó estar en el balcón del Ayuntamiento junto a mis compañeros de grupo. Me emocioné. La verdad es que fueron unos sanfermines de reencuentro con la parte más hermosa de la vida.
P. Primera frivolidad. ¿Cuántos pañuelos tiene?
R. Pues frivolidad por frivolidad: una obscena cantidad de pañuelos. Primero porque me encantan. Segundo, si los necesitas, qué mejor excusa. Y tercero, porque en el momento más amargo sabe rico darse un gustazo, y mi gustazo en estos tiempos ha sido un pañuelo nuevo.
P. Bueno, pues resulta que el pañuelo se ha caído…
R. Me pillas a 24 horas de habérmelo quitado. No podía más con estos calores. Y la verdad es que tengo una calva paseable, ¿verdad? Le prometí a mi hijo, que tiene nueve años, que no iría calva. Él me veía calva en casa y vio cómo me rapé, pero me soltó un día: “Amatxo, por la calle… no”.
P. ¿Y ahora?
R. El otro día le dije: “¿Qué te parece si amatxo ya sale así?”, y me dijo que bien, que vale.
P. ¿Ha logrado ponerse en el lugar de su hijo?
R. (Duda) No. Para nada.
P. Bueno, los niños bastante tienen con su mundo y…
R. Y son más fuertes y más generosos de lo que pensamos. Él lo ha sabido todo, pero no me ha visto en los días feos. Porque el cáncer tiene días muy feos en lo que tiene que ver con el tratamiento, muy innobles con la condición humana. Pero hace poco, hablando un día con él, y joder, me llegó al alma, le pregunté: “Xabier, ¿has pasado miedo?”, y me contestó: “no, miedo no, pero a veces llorabas y pensaba que te ibas a morir”. Claro, para los niños el miedo es… supongo que es susto.
P. El miedo son los monstruos.
R. Eso. Fíjate: nunca supimos eso, ni su aita ni su ama. Se lo aguantó y solo nos lo dijo porque se lo pregunté. Qué generoso...
P. Volvamos a la frivolidad. Entonces, entiendo que hay… una coquetería del pañuelo obligado.
R. Por supuestísimo. Bueno, encargué peluca, ¿eh?, pero chico, no me sentaba nada bien. Era como una especie de Mafalda sin solución de continuidad.
P. Eso sí que le habría dado miedo a su hijo…
R. ¡Desde luego! Bueno, ahora la usa él para las obras de teatro en la ikastola. Lo único que siento es que me costó un congo. Valen una pasta de mil pares de puñetas. Muy buen producto, ¿eh?, pero conmigo no funcionó.
P. ¿Qué corre por esa cabeza?
R. Pues si hablamos de cáncer, el vértigo a mirar a la muerte cara a cara. Joder, los porcentajes son altísimos, ves a especialistas que se dejan la piel, pero luego piensas “joder, esto es un cara a cara, tengo un cáncer, qué carajo”. Hay momentos de vértigo. Y hay muchas ganas de batallar y de ganar.
P. Ganará. No tiene cara de salir al campo a perder los partidos.
R. Bah, y si se pierde ya lloraremos, pero por ahora no.
P. Uxue, ¿mi amiga la quimio… o mi enemiga la quimio?
R. Mi amiga la puta quimio.
P. Desde esta perspectiva que le está tocando vivir, ¿cómo se ve a los chulos, a los sacapechos, a los salvapatrias y a todos los que dedican mayormente sus vidas a hacer putadas a los demás?
R. Ridículos. Cuando eres consciente de que esa vida en la que te sientes tan seguro puede terminar en un ¡chin! porque te han dicho que tienes cáncer, pues… pero sobre todo, estas situaciones lo que te hacen es ver la vida con otros plazos, con otra…
P. Con otra pachorra.
R. Sí, y entonces los chulos, los sacapechos y los salvapatrias lo que acaban adquiriendo es su dimensión más justa: la de quien se está equivocando en la vida.
P. Son gente que parece tomarse esto de vivir como un entrenamiento de cara al partido, ¿no? Pero resulta que es el partido.
R. Como preparándose para lo que habrá, pero es que esto es lo que hay.
P. ¿Hay muchos de esos en el Congreso de los Diputados?
R. Ahí y en todos los órdenes de la vida. Yo no creo que en la política haya más que en…
P. En el periodismo hay muchos, ya se lo aviso.
R. Yo soy poco convencida de castas. Creo en una imagen de la sociedad más cercana a una colmena. Somos pequeñas celdillas en las que se representa de alguna manera el dibujo global.
P. Los pasillos del Congreso, ¿no se parecen un poco al camarote de los hermanos Marx?
R. ¡Síiiiiiiii, pero son peores, porque son mucho menos simpáticos! Además, les falta el encanto del blanco y negro.
P. El otro día dijo que este Gobierno cada vez se parecía más a la orquesta del Titanic. ¿Ve a Rajoy tocando el violín hasta que el agua le llegue a la nariz?
R. Sí, seguirá impasible el alemán. Ahora quiere convertir a los funcionarios en los malos de esta película.
P. Ahora, en lugar de una pregunta frívola, le largo una machista. Hablando de usted, hay señores que dicen: “Esa tiene un par de cojones”. ¿Le gusta?
R. ¡Ja, ja, ja! Reconozco que me he descubierto como alguien con mucha fuerza. Capaz de batallar. Y sí, puedo decir que en el caso del cáncer de mama, he visto a muchas mujeres que lo viven con dos cojones. Aunque esta enfermedad sea un coñazo…
Pregunta. El último día 6, como cada año, me senté delante de la tele y pensé: ¿Qué plan mejor que ver el chupinazo de Pamplona tendrá el personal?
Respuesta. Bueno, yo soy consciente de que a la humanidad, esto del chupinazo y de los sanfermines le debe de parecer una aberración melona. Pero la verdad es que ver a centenares de tíos y tías saltando como locos esperando que comiencen nueve días de caos, pues… tiene su encanto. La vida te regala locuras así.
P. Esas locuras... ¿son obscenidades en un contexto de gente pasándolas canutas o una irrenunciable medicina?
R. Seríamos tontos si pensáramos que esas cosas solo han sido obscenas en los últimos cinco años. En el mundo ha habido gente muriendo de hambre en los últimos siglos. Yo últimamente he pensado mucho en que en el primer mundo nos morimos de algunas cosas… y en el tercer mundo se siguen muriendo de hambre.
P. El último 6 de julio, en el chupinazo, ¿sabe lo que vi?
R. Mmmm…
P. Un millón de pañuelos… y luego EL pañuelo. Impactaba.
R. Pues sí, aunque mira, hoy me pillas… (se toca la cabeza desnuda y ríe). Quiero agradecer el gesto hermosísimo del alcalde de Pamplona, que me dejó estar en el balcón del Ayuntamiento junto a mis compañeros de grupo. Me emocioné. La verdad es que fueron unos sanfermines de reencuentro con la parte más hermosa de la vida.
P. Primera frivolidad. ¿Cuántos pañuelos tiene?
R. Pues frivolidad por frivolidad: una obscena cantidad de pañuelos. Primero porque me encantan. Segundo, si los necesitas, qué mejor excusa. Y tercero, porque en el momento más amargo sabe rico darse un gustazo, y mi gustazo en estos tiempos ha sido un pañuelo nuevo.
P. Bueno, pues resulta que el pañuelo se ha caído…
R. Me pillas a 24 horas de habérmelo quitado. No podía más con estos calores. Y la verdad es que tengo una calva paseable, ¿verdad? Le prometí a mi hijo, que tiene nueve años, que no iría calva. Él me veía calva en casa y vio cómo me rapé, pero me soltó un día: “Amatxo, por la calle… no”.
P. ¿Y ahora?
R. El otro día le dije: “¿Qué te parece si amatxo ya sale así?”, y me dijo que bien, que vale.
P. ¿Ha logrado ponerse en el lugar de su hijo?
R. (Duda) No. Para nada.
P. Bueno, los niños bastante tienen con su mundo y…
R. Y son más fuertes y más generosos de lo que pensamos. Él lo ha sabido todo, pero no me ha visto en los días feos. Porque el cáncer tiene días muy feos en lo que tiene que ver con el tratamiento, muy innobles con la condición humana. Pero hace poco, hablando un día con él, y joder, me llegó al alma, le pregunté: “Xabier, ¿has pasado miedo?”, y me contestó: “no, miedo no, pero a veces llorabas y pensaba que te ibas a morir”. Claro, para los niños el miedo es… supongo que es susto.
P. El miedo son los monstruos.
R. Eso. Fíjate: nunca supimos eso, ni su aita ni su ama. Se lo aguantó y solo nos lo dijo porque se lo pregunté. Qué generoso...
P. Volvamos a la frivolidad. Entonces, entiendo que hay… una coquetería del pañuelo obligado.
R. Por supuestísimo. Bueno, encargué peluca, ¿eh?, pero chico, no me sentaba nada bien. Era como una especie de Mafalda sin solución de continuidad.
P. Eso sí que le habría dado miedo a su hijo…
R. ¡Desde luego! Bueno, ahora la usa él para las obras de teatro en la ikastola. Lo único que siento es que me costó un congo. Valen una pasta de mil pares de puñetas. Muy buen producto, ¿eh?, pero conmigo no funcionó.
P. ¿Qué corre por esa cabeza?
R. Pues si hablamos de cáncer, el vértigo a mirar a la muerte cara a cara. Joder, los porcentajes son altísimos, ves a especialistas que se dejan la piel, pero luego piensas “joder, esto es un cara a cara, tengo un cáncer, qué carajo”. Hay momentos de vértigo. Y hay muchas ganas de batallar y de ganar.
P. Ganará. No tiene cara de salir al campo a perder los partidos.
R. Bah, y si se pierde ya lloraremos, pero por ahora no.
P. Uxue, ¿mi amiga la quimio… o mi enemiga la quimio?
R. Mi amiga la puta quimio.
P. Desde esta perspectiva que le está tocando vivir, ¿cómo se ve a los chulos, a los sacapechos, a los salvapatrias y a todos los que dedican mayormente sus vidas a hacer putadas a los demás?
R. Ridículos. Cuando eres consciente de que esa vida en la que te sientes tan seguro puede terminar en un ¡chin! porque te han dicho que tienes cáncer, pues… pero sobre todo, estas situaciones lo que te hacen es ver la vida con otros plazos, con otra…
P. Con otra pachorra.
R. Sí, y entonces los chulos, los sacapechos y los salvapatrias lo que acaban adquiriendo es su dimensión más justa: la de quien se está equivocando en la vida.
P. Son gente que parece tomarse esto de vivir como un entrenamiento de cara al partido, ¿no? Pero resulta que es el partido.
R. Como preparándose para lo que habrá, pero es que esto es lo que hay.
P. ¿Hay muchos de esos en el Congreso de los Diputados?
R. Ahí y en todos los órdenes de la vida. Yo no creo que en la política haya más que en…
P. En el periodismo hay muchos, ya se lo aviso.
R. Yo soy poco convencida de castas. Creo en una imagen de la sociedad más cercana a una colmena. Somos pequeñas celdillas en las que se representa de alguna manera el dibujo global.
P. Los pasillos del Congreso, ¿no se parecen un poco al camarote de los hermanos Marx?
R. ¡Síiiiiiiii, pero son peores, porque son mucho menos simpáticos! Además, les falta el encanto del blanco y negro.
P. El otro día dijo que este Gobierno cada vez se parecía más a la orquesta del Titanic. ¿Ve a Rajoy tocando el violín hasta que el agua le llegue a la nariz?
R. Sí, seguirá impasible el alemán. Ahora quiere convertir a los funcionarios en los malos de esta película.
P. Ahora, en lugar de una pregunta frívola, le largo una machista. Hablando de usted, hay señores que dicen: “Esa tiene un par de cojones”. ¿Le gusta?
R. ¡Ja, ja, ja! Reconozco que me he descubierto como alguien con mucha fuerza. Capaz de batallar. Y sí, puedo decir que en el caso del cáncer de mama, he visto a muchas mujeres que lo viven con dos cojones. Aunque esta enfermedad sea un coñazo…
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