Las costuras de ‘Los Miserables’
El diseñador Paco Delgado, habitual de Alomodóvar y De la Iglesia, crea el vestuario de la adaptación al cine del musical
En un país que se desangraba en los harapos de la miseria que la
revolución de julio de 1830 había sembrado. Entre palacios y nobles que
sorteaban sin éxito los desechos de una monarquía que se hundió en la
autocracia, el escritor Víctor Hugo encontró en las callejuelas malolientes de París amor, honor, desgracia, pasión y justicia, es decir a Los Miserables.
La novela hegemónica del romanticismo, retrato del siglo XIX, entró en
el XXI en forma de musical, adornada de las alharacas del género, pero
sin olvidar la dureza que dibujaba. El diseñador español Paco Delgado,
compañero habitual de Pedro Almodóvar y Alex de la Iglesia, ha sido el
encargado de coser las emociones a los trajes de las estrellas más
brillantes de Hollywood en la adaptación al cine que Tom Hooper ha hecho del musical y la novela.
Las primeras claves aparecieron en las descripciones minuciosas que Víctor Hugo hace en la novela por mandato del director, que se había topado con el trabajo del diseñador en una publicidad y el filme Biutiful de Alejandro González Iñarritu. “Luego llegó la pintura de Delacroix, Ingres y Goya”, explica Delgado en conversación telefónica. “Aunque sea español, me interesaban mucho sus pinturas negras”. El diseñador encontró en los colores de estos pintores y sus visitas a museos de moda parisienses la balanza para no desequilibrar el ejercicio milimetrado entre la realidad de una sociedad herida de muerte y la fantasía del musical que representa Los miserables. “El color responde al género y evoluciona, como los tejidos, con las emociones de cada personaje”. El rojo de los convictos, el azul uniforme de las factorías, la repetición obsesiva de la bandera francesa en las barricas y las grandes aglomeraciones, la estridencia que ilumina la decadente esquina donde yacen las prostitutas.
Paco Delgado se preparó durante cinco meses y otros cuatro de rodaje para enfrentar un probador de más de 4.000 extras, con Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway y Amanda Seyfried, esperando al principio de la fila. “Jean Valjean [interpretado por Jackman] empieza en la parte más baja de la sociedad con ropa rota de muchas texturas, para poco a poco ir sofisticándose en la paleta de colores y el tipo de tejidos”, relata el diseñador. Russell Crowe, el incansable inspector Javert, monolítico en su persecución, se congela en la gama de azules hasta casi desaparecer en el negro. “Fantine, el personaje de Anne Hathaway, es breve, pero intenso, determina muchos aspectos de la película y tiene un recorrido que debía expresarse en su vestuario”, cuenta Delgado. Para conseguir recrear el viaje de una coquette parisiense que nunca se imaginó que el amor podía terminar en la desgracia calva y desdentada de una prostituta apaleada, el diseñador empezó en el esplendor del bordado y el rosa reluciente entre el monótono fabril, para ir desgastándolo hasta el gris sucio de una camilla de la muerte.
“Esta película es un vehículo perfecto para que el vestuario luzca”, afirma. “Para evitar caer en el aburrimiento durante dos horas y media hay que jugar con todo tipo de referentes visuales impactantes”. Y para conseguir el pasmo, o alivio cómico, en términos teatrales, está el matrimonio Thénardier, interpretado por Sacha Baron Cohen y Elena Bonham Carter. “Dos payasos”, apunta Delgado, maestros del disfraz por oficio y apariencia, que proyectan en su delirio pillo la esencia del musical. Todo lo contrario de lo que le sucedió en Biutifil, aunque en términos de producción se manejaran las mismas y grandilocuentes cifras: “Nadie ve el vestuario, no se capta que los trajes de cuatro pobres llevan el mismo tiempo de trabajo porque hay que conseguir que no distraiga de la historia”.
Si el próximo 10 de enero el nombre de Paco Delgado aparece en el sobre de las candidaturas, el diseñador podría convertirse en el único español en ganar un oscar este año. El envite parece no preocuparle por el momento: “Prefiero estar tranquilo, la película ya es un premio que me ha permitido crecer artísticamente, los premios están muy bien, pero no siempre reflejan los mejores trabajos”.
Las primeras claves aparecieron en las descripciones minuciosas que Víctor Hugo hace en la novela por mandato del director, que se había topado con el trabajo del diseñador en una publicidad y el filme Biutiful de Alejandro González Iñarritu. “Luego llegó la pintura de Delacroix, Ingres y Goya”, explica Delgado en conversación telefónica. “Aunque sea español, me interesaban mucho sus pinturas negras”. El diseñador encontró en los colores de estos pintores y sus visitas a museos de moda parisienses la balanza para no desequilibrar el ejercicio milimetrado entre la realidad de una sociedad herida de muerte y la fantasía del musical que representa Los miserables. “El color responde al género y evoluciona, como los tejidos, con las emociones de cada personaje”. El rojo de los convictos, el azul uniforme de las factorías, la repetición obsesiva de la bandera francesa en las barricas y las grandes aglomeraciones, la estridencia que ilumina la decadente esquina donde yacen las prostitutas.
Paco Delgado se preparó durante cinco meses y otros cuatro de rodaje para enfrentar un probador de más de 4.000 extras, con Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway y Amanda Seyfried, esperando al principio de la fila. “Jean Valjean [interpretado por Jackman] empieza en la parte más baja de la sociedad con ropa rota de muchas texturas, para poco a poco ir sofisticándose en la paleta de colores y el tipo de tejidos”, relata el diseñador. Russell Crowe, el incansable inspector Javert, monolítico en su persecución, se congela en la gama de azules hasta casi desaparecer en el negro. “Fantine, el personaje de Anne Hathaway, es breve, pero intenso, determina muchos aspectos de la película y tiene un recorrido que debía expresarse en su vestuario”, cuenta Delgado. Para conseguir recrear el viaje de una coquette parisiense que nunca se imaginó que el amor podía terminar en la desgracia calva y desdentada de una prostituta apaleada, el diseñador empezó en el esplendor del bordado y el rosa reluciente entre el monótono fabril, para ir desgastándolo hasta el gris sucio de una camilla de la muerte.
“Esta película es un vehículo perfecto para que el vestuario luzca”, afirma. “Para evitar caer en el aburrimiento durante dos horas y media hay que jugar con todo tipo de referentes visuales impactantes”. Y para conseguir el pasmo, o alivio cómico, en términos teatrales, está el matrimonio Thénardier, interpretado por Sacha Baron Cohen y Elena Bonham Carter. “Dos payasos”, apunta Delgado, maestros del disfraz por oficio y apariencia, que proyectan en su delirio pillo la esencia del musical. Todo lo contrario de lo que le sucedió en Biutifil, aunque en términos de producción se manejaran las mismas y grandilocuentes cifras: “Nadie ve el vestuario, no se capta que los trajes de cuatro pobres llevan el mismo tiempo de trabajo porque hay que conseguir que no distraiga de la historia”.
Si el próximo 10 de enero el nombre de Paco Delgado aparece en el sobre de las candidaturas, el diseñador podría convertirse en el único español en ganar un oscar este año. El envite parece no preocuparle por el momento: “Prefiero estar tranquilo, la película ya es un premio que me ha permitido crecer artísticamente, los premios están muy bien, pero no siempre reflejan los mejores trabajos”.
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