Rebeldes, objetores y desobedientes
Los recortes generan insumisos
Surgen movimientos de reacción ciudadana ante medidas que se ven injustas
Las acciones individuales también cunden
“La gente se está rebelando con razón. Los partidos políticos han
perdido la capacidad de darnos razones para la obediencia, motivos
sólidos para que les apoyemos. Primero, porque hay muchos casos de falta
de honestidad, y segundo, porque hay una gran sensación de
incompetencia, de que no nos resuelven los problemas”, apunta Manuel Villoria, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
La sociedad española está reaccionando, dice, aunque de forma
fragmentaria. Acciones —como la de aquellos que se cuelan en el metro
para protestar por los precios— que pueden tener repercusión legal.
El recurso a desobediencia civil o a la objeción de conciencia no es nuevo. Rosa Parks encendió la mecha de la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos cuando se negó a levantarse de un asiento de autobús reservado a blancos en Montgomery (Alabama). Fue un acto de desobediencia civil. Una acción individual que prendió la antorcha colectiva de protesta y de cambio ante una medida injusta.
El catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia Javier de Lucas relata cómo el movimiento de insumisión en España convirtió la objeción de conciencia en desobediencia civil, pese a que ambos son términos diferentes. “La objeción es un conflicto entre la conciencia y la norma”, explica. Se trata, además, de un derecho admitido legalmente en casos concretos, como para el incumplimiento del servicio militar. Debe reclamarse a nivel individual, explica De Lucas. “Mientras, la desobediencia civil no tiene como objetivo suspender la aplicación de la norma para un individuo sino que, a través de acciones que pueden ser individuales, la norma cambie para todos”, añade el experto. Las actuaciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que han logrado paralizar desahucios, son ejemplos de desobediencia civil.
“La gente lleva a cabo acciones que pueden suponerle un problema. Y lo hace porque considera que lo que ocurre, como las medidas de recorte del Gobierno, son contrarias a los principios éticos que consideran superiores. Y están dispuestos a sufrir las consecuencias de incumplir la norma, en vez de acatarla”, indica el catedrático de Ciencias Políticas.
Hablar de desobediencia civil es hablar siempre de acciones pacíficas a las que teóricamente solo se recurre cuando se han agotado otras vías. Sin embargo, incide De Lucas, con la falta de confianza y la lentitud de la justicia española, “a lo que ahora se unen las nuevas tasas judiciales”, “esa característica queda sin valor”. Por eso se recurre a la acción antes de agotar la vía de los tribunales. Cambiar las cosas no es fácil, pero algunas acciones, como la de Parks, lo lograron.
El recurso a desobediencia civil o a la objeción de conciencia no es nuevo. Rosa Parks encendió la mecha de la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos cuando se negó a levantarse de un asiento de autobús reservado a blancos en Montgomery (Alabama). Fue un acto de desobediencia civil. Una acción individual que prendió la antorcha colectiva de protesta y de cambio ante una medida injusta.
El catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia Javier de Lucas relata cómo el movimiento de insumisión en España convirtió la objeción de conciencia en desobediencia civil, pese a que ambos son términos diferentes. “La objeción es un conflicto entre la conciencia y la norma”, explica. Se trata, además, de un derecho admitido legalmente en casos concretos, como para el incumplimiento del servicio militar. Debe reclamarse a nivel individual, explica De Lucas. “Mientras, la desobediencia civil no tiene como objetivo suspender la aplicación de la norma para un individuo sino que, a través de acciones que pueden ser individuales, la norma cambie para todos”, añade el experto. Las actuaciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que han logrado paralizar desahucios, son ejemplos de desobediencia civil.
“La gente lleva a cabo acciones que pueden suponerle un problema. Y lo hace porque considera que lo que ocurre, como las medidas de recorte del Gobierno, son contrarias a los principios éticos que consideran superiores. Y están dispuestos a sufrir las consecuencias de incumplir la norma, en vez de acatarla”, indica el catedrático de Ciencias Políticas.
Hablar de desobediencia civil es hablar siempre de acciones pacíficas a las que teóricamente solo se recurre cuando se han agotado otras vías. Sin embargo, incide De Lucas, con la falta de confianza y la lentitud de la justicia española, “a lo que ahora se unen las nuevas tasas judiciales”, “esa característica queda sin valor”. Por eso se recurre a la acción antes de agotar la vía de los tribunales. Cambiar las cosas no es fácil, pero algunas acciones, como la de Parks, lo lograron.
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