La esclavitud del color rosa
Uno de los vídeos que han causado furor en los últimos días es el de
esta niña, Riley, y su diatriba contra las empresas y cómo engañan a los
niños para que ya desde pequeños tengan claro que el rosa es para ellas
y no para ellos:
Habla con tanta soltura y convicción que a mi por lo menos me parece un discurso puesto en su boca por un adulto. Pero estoy totalmente de acuerdo. Me fastidia pasar por la zona de muñecas de los grandes almacenes en época navideña y que de repente parezca que me he sumergido en un mundo rosa. Me fastidia que sin que jamás hayamos dicho algo parecido en casa, Natalia, de tres años y medio, clasifique los juguetes que ve en los anuncios en "esto es de niñas" y "esto es de niños" en función de si lleven o no rosa. ¿Siempre ha sido así? ¿De verdad es necesario para vender más?
Habla con tanta soltura y convicción que a mi por lo menos me parece un discurso puesto en su boca por un adulto. Pero estoy totalmente de acuerdo. Me fastidia pasar por la zona de muñecas de los grandes almacenes en época navideña y que de repente parezca que me he sumergido en un mundo rosa. Me fastidia que sin que jamás hayamos dicho algo parecido en casa, Natalia, de tres años y medio, clasifique los juguetes que ve en los anuncios en "esto es de niñas" y "esto es de niños" en función de si lleven o no rosa. ¿Siempre ha sido así? ¿De verdad es necesario para vender más?
Muñecas, carros, cocinas, escobas y aspiradoras, por ejemplo, son
juguetes que gustan a los muy pequeños (hasta los dos o tres años), sean
niños como niñas, antes de interiorizar el bombardeo cromático y temático
de lo que es supuestamente correcto para cada sexo, en forma de
publicidad, comentarios y regalos de familiares, o la propia ropa que
llevan ellos o los compañeros de clase.
Entiendo que instintivamente, al crecer, a muchos niños les atraigan más juguetes de, por ejemplo, lucha, y a muchas niñas las muñecas (yo las tenía aparcadas en un armario y las sacaba una vez al año porque me sentía culpable de su abandono). Y que los fabricantes tengan un público objetivo para cada producto, al que va principalmente dirigido.
Pero probablemente muchos más varones jugarían también con bebés, carros y cocinas, alternándolos con coches o superhéroes, si no fueran tan marcadamente rosas, y si no les hubieran imbuido antes que el rosa es de niñas. Y muchas más niñas se saldrían del mundo-princesa de belleza y príncipe azul si no se las dirigiera tan descaradamente al rosa. ¿No queremos igualdad, que los hombres se impliquen en el cuidado de los niños y en las tareas del hogar, que las mujeres sean independientes y no solo amas de casa o la mujer de alguien? Empecemos desde el principio, por algo tan fácil de cambiar como los colores.
Caen en este pecado del sexismo cromático todo tipo de fabricantes, desde los clásicos de muñecas, donde la monotonía es tal que aburre, hasta empresas que hacen gala de sus juguetes educativos como Imaginarium (aquí podéis ver su set de plancha rosa y su aspiradora rosa). Por no hablar de todo lo que tenga que ver con princesas. La mayor decepción para mí ha sido la introducción por Lego, mi juguete favorito de la infancia, el que tenía idealizado, de la línea Friends, no rosa pero de un lila muy cercano que no deja lugar a dudas. Aunque según la Wikipedia (en inglés) no hace más que sustituir a una línea de orientación femenina, Lego Belville, que existia desde 1994, yo por lo menos no la había visto antes.
Que conste, no tengo nada en contra del rosa como color. Tengo prendas rosas. Mis niñas tienen prendas rosas. Mi niño y mi Eduardo tienen prendas rosas. Pero imaginad que todos los productos enfocados a las mujeres fueran de un único color. Qué agobio y aburrimiento. ¿Por qué sometemos entonces a las niñas a esa esclavitud?
¡Felices fiestas y que los Reyes Magos os traigan regalos de muchos colores!
Entiendo que instintivamente, al crecer, a muchos niños les atraigan más juguetes de, por ejemplo, lucha, y a muchas niñas las muñecas (yo las tenía aparcadas en un armario y las sacaba una vez al año porque me sentía culpable de su abandono). Y que los fabricantes tengan un público objetivo para cada producto, al que va principalmente dirigido.
Pero probablemente muchos más varones jugarían también con bebés, carros y cocinas, alternándolos con coches o superhéroes, si no fueran tan marcadamente rosas, y si no les hubieran imbuido antes que el rosa es de niñas. Y muchas más niñas se saldrían del mundo-princesa de belleza y príncipe azul si no se las dirigiera tan descaradamente al rosa. ¿No queremos igualdad, que los hombres se impliquen en el cuidado de los niños y en las tareas del hogar, que las mujeres sean independientes y no solo amas de casa o la mujer de alguien? Empecemos desde el principio, por algo tan fácil de cambiar como los colores.
Caen en este pecado del sexismo cromático todo tipo de fabricantes, desde los clásicos de muñecas, donde la monotonía es tal que aburre, hasta empresas que hacen gala de sus juguetes educativos como Imaginarium (aquí podéis ver su set de plancha rosa y su aspiradora rosa). Por no hablar de todo lo que tenga que ver con princesas. La mayor decepción para mí ha sido la introducción por Lego, mi juguete favorito de la infancia, el que tenía idealizado, de la línea Friends, no rosa pero de un lila muy cercano que no deja lugar a dudas. Aunque según la Wikipedia (en inglés) no hace más que sustituir a una línea de orientación femenina, Lego Belville, que existia desde 1994, yo por lo menos no la había visto antes.
Que conste, no tengo nada en contra del rosa como color. Tengo prendas rosas. Mis niñas tienen prendas rosas. Mi niño y mi Eduardo tienen prendas rosas. Pero imaginad que todos los productos enfocados a las mujeres fueran de un único color. Qué agobio y aburrimiento. ¿Por qué sometemos entonces a las niñas a esa esclavitud?
¡Felices fiestas y que los Reyes Magos os traigan regalos de muchos colores!
No hay comentarios:
Publicar un comentario