La añeja frase de "tuyo para siempre". Corresponde a un idea de nuestra sociedad acerca del amor romántico, una estrecha relación sentimental que lleva al altar y dura toda la vida. Sin embargo, cada vez más personas viven solas; muchas viven juntas sin haber pasado por un registro civil; muchas otras se divorcian.
Cada vez más hombres y mujeres se plantean la pregunta de vivir sólos o en pareja, debatiéndose entre viejos y nuevos ideales del amor, la pareja y el matrimonio.
Durante los últimos mil años, la idea sobre el método correcto del matrimonio ha pasado por cuatro etapas sucesivas. En la primera fase, los padres organizaban el casamiento sin tomar en cuenta los deseos de los hijos. En la segunda, los padres aún seguían preparando el casamiento, pero los hijos ya tenían el derecho al veto. En la tercera, los hijos tomaban la decisión, pero los padres se reservaban el derecho a vetar esa decisión. Y en la cuarta fase, finalmente, los hijos eligen a su pareja para casarse y se preocupan poco de lo que puedan opinar sus padres.
Con la entrada de la sociedad a la modernidad se crea una nueva esperanza: la posibilidad de una felicidad personal, una vez liberado el amor de de sus cadenas externas. Ya que ahora se da la relación íntima, basada en en el vínculo sentimental entre dos seres humanos, y que se atienen exclusivamente a la voz del corazón. Y el final, tiene que ser como en los cuentos infantiles: "Y vivieron felices por siempre".
¿Pero que ha pasado con estas grandes esperanzas? Muchas se han visto defraudadas. La realidad es muy distinta a la que ofrecen los cuentos de hadas.
Las nuevas relaciones que se establecen entre los jóvenes del siglo XXI, priva la idea de una relación "de usar y tirar", de lo desechable en el amor. "Si no funciona el matrimonio me divorcio y cambio de pareja". Hoy que hay más libertad de elegir pareja, los hombres y las mujeres abandonan en masa el matrimonio. ¿Qué pasa?
En nuestra sociedad, el matrimonio es un proceso dramático, en el que se encuentran dos extraños y se definen nuevamente. Antiguamente, las familias de los novios se conocían perfectamente, en la actualidad los matrimonios pueden efectuarse con personas provenientes de otros medios sociales, y económicos, e inclusive de otras nacionalidades, lo que acentúan aún más el hecho de ser dos extraños queriendo hacer vida en común.
Los matrimonios o parejas biculturales, es un tema que aflora con mucha fuerza en estos tiempos globalizados. Es común ahora encontrar en el mundo miles de parejas que proceden de dos culturas diferentes y cuyos conflictos son de otra naturaleza. Y no necesariamente el problema es el idioma o la comunicación entre ellos, para disolver la relación, es algo más complejo aún que lo que aparece en la superficie.
Y, quizás, lo que dificulte mucho la creación de una comunidad de dos en el matrimonio, es que hombres y mujeres tienen diferentes expectativas de la vida en pareja. Los fracasos matrimoniales de esta especie tienen que ver con que los miembros de la pareja jamás confesaron abiertamente cuáles eran sus expectativas con respecto al otro.
Leamos las palabras de un hombre compungido:
"Seguramente cada uno tiene el amor que se merece. Yo tengo a mi mujer, y los dos estamos metidos en un rollo de relación desde hace cindo años, pero no vivimos juntos. Otros ya se hubieran conseguido un departamentito o, por lo menos, ya hubieran tenido un hijo, nosotros no. Cada uno de nosotros vive su propia historia personal, cada uno con lo suyo: su cama, su recibo de teléfono, su coche, su lavadora, ya que las modalidades de nuestra relación todavía no están nada claras.
Aunque muchos amigos nos consideran como pareja, no lo somos. pero incesantemente nos estamos rompiendo la cabeza sobre si no deberíamos convertirnos en pareja. Con frecuencia tengo la sensación de que nuestro amor consiste solamente en acuerdos y contratos de dos, cláusulas sentimentales que incluyen el ritmo de nuestra sexualidad.
Por qué no se casan simplemente, me dijo un amigo. Si es una tontería pagar dos rentas de departamento, puede que tenga razón. Pero me aterra saber que una pareja con muchos años de convivencia, solamente hablan al día unos ocho minutos".
"¿Qué quieres tú y que quiero yo? ¿Qué debemos hacer para estar felices?
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