De nuevo la televisión mexicana ha convertido el caso Cabañas en un tema rentable. Todo el día hablan de él en una especie de glorificación exagerada, sí es un buen futbolista ni duda cabe, pero la reacción de la sociedad manipulada por los medios de comunicación masivos, es algo digno de analizarse profundamente.
Hay un fenómeno que la televisión genera, que es la exaltación de un individuo al grado de convertirlo en un santo y como en una suerte de rito religioso propiciar que las masas de fanáticos del club América, se reúnan en el Estadio Azteca y recen por la salud y la vida de Salvador Cabañas, con toda la parafernalia de objetos que acompaña al futbol mexicano.
Los aficionados lloran de verdad y exigen justicia, cuando en este país la justicia casi siempre brilla por su ausencia, pero tratándose de una figura popular es posible que las autoridades atrapen prontamente a los responsables y les den así una satisfacción a miles de seguidores fieles de Cabañas.
El caso Cabañas, a nivel mediático, solamente compite con el sobado asunto del terremoto de Haití y la ayuda de los mexicanos.
Si Salvador Cabañas vive, es posible que quede inhabilitado para continuar con su carrera deportiva por el daño cerebral, y si muere ya tendremos un ídolo más en el extenso martiriológico nacional.
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