Hoy se fue mi hija Gabriela a México y eso significa que había que llegar al aeropuerto La Aurora, de la ciudad de Guatemala, y enfrentarnos al absurdo más grande del mundo: no se puede ingresar sino no se va a viajar. Existen enormes salas de espera vacías en el aeropuerto.
Sin embargo, las "razones" de tal medida de las autoridades aeroportuarias guatemaltecas, son de tal índole que no hay palabras para explicar tamaña estupidez.
En una entrevista privada con el Director del Aeropuerto La Aurora, se atrevió a confesar que el hecho de impedir que los viajeros ingresen al aeropuerto acompañados de sus familiares y amigos, tiene que ver conque la mayoría de los viajeros son "indios" guatemaltecos (sucios, feos y malos, como se retrató en una magnifica película italiana a los pobres de allá).
En Guatemala más del cincuenta por ciento de la población es de origen indígena maya, por lo tanto los indios andan por todas partes del país, y en la capital de la república también. Además viajan a los Estados Unidos a trabajar, legal e ilegalmente, por lo que tienen que hacer uso de los servicios del aeropuerto capitalino, y efectivamente se hacen acompañar por docenas de parientes que quieren ver cómo sale su pariente del país. O, bien, docenas de parientes también, van a esperar a su consanguíneo, teniendo que hacerlo en la calle aledaña o en el estacionamiento exterior del aeropuerto.
En la opinión descabellada del Director de Aeronáutica civil de Guatemala, los indios "afean" con su presencia el aeropuerto moderno de la capital, por eso se les prohibe la entrada a ellos y al resto de la población mestiza guatemalteca. Nadie puede entrar a acompañar a alguien, eso es imposible en este país bananero.
En este país existen algunos avances en materia de lucha contra la discriminación racial, gracias a algunas reformas constitucionales y a los Acuerdos de Paz, que pusieron fin a la lucha guerrillera que costó la vida a miles de indigenas y la desaparición de aldeas y poblados de cierta magnitud por los bombardeos de la aviación militar.
En la capital chapina hay varios grandes centros comerciales (Malls les dicen algunos), en los cuales es casi imposible observar en su interior a indígenas recorriendo los pasillos viendo las vitrinas de las tiendas famosas; si eso ocurriera, de inmediato los cuerpos de seguridad privados los empiezan a acosar con intimidaciones veladas para que se larguen de ahí; no importa que los indígenas posean los recursos económicos para comprar o comer en esos templos del consumo, simplemente "afean" el lugar.
Nos falta mucho trecho por avanzar en materia de igualdad y respeto a los derechos humanos de las poblaciones indígenas guatemaltecas.
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