En los tiempos posmodernos, crece el potencial de conflictos y al mismo tiempo disminuyen las posibilidades de reducirlos, así es como las parejas viven su relación, siempre al borde del precipicio.
Pues, cuantas más mujeres aprenden a imponerse de manera independiente --y de hecho tienen que aprenderlo ya-- menos aceptarán aquella forma de solución que practicaban nuestras madres: adaptación al hombre al precio de renunciar a sus propios derechos y deseos. Empieza a desaparecer el lazo de unión anterior basado en la "autorrenuncia femenina en favor de los demás".
Tanto los hombres como las mujeres están atrapados entre los viejos patrones de comportamiento y las nuevas formas de vida. La situación entre el "ya no" y el "todavía no" es una mezcla contradictoria. Lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer.
Un problema que adquiere gran importancia ahora es el de las mujeres que viven solas, cuya pobreza material es evidente. Hablamos de mujeres con escasa formación profesional que tienen que vivir sin las protecciones tradicionales del contexto de vida femenino, pero que tampoco están preparadas para atender las obligaciones de una biografía autoplanificada. A dichas mujeres sólo "les falta un hombre para alcanzar el bienestar", y si este hombre falta a este fenómeno sociológico se le denomina "la feminización de la pobreza".
Por el contrario, aquellas mujeres que se construyen una carrera profesional independiente, pero que en su vida privada a menudo tiene que pagar un precio muy alto: "la soledad de la mujer con éxito profesional".
Las mujeres son por lo general las únicas que buscan una terapia de apoyo emocional, pero han cambiado las razones por las cuales ellas acuden a los consultorios de los psicoanalistas. A principios de los años setentas, eran sobre todo mujeres de mediana edad que se habían casado jóvenes, que luego educaron a sus hijos y que al final se dieron cuenta cabal de a cuantas necesidades propias habían tenido que renunciar por ello.
En cambio, las mujeres que hoy buscan una ayuda terapéutica son muchas veces aquellas de la generación más joven con éxito profesional que trabajan duramente, solteras o divorciadas, en cuyas vidas el deseo de relaciones personales ha quedado insatisfecho por largo tiempo.
Difícilmente se encuentra disponible para la mujer que dedica su vida al trabajo "un amo de casa" que cuide y mantenga la esfera emocional mal atendida. Las consecuencias son previsibles: "O bien, los dos están totalmente ocupados en seguir las definiciones tradicionales del éxito, con lo cual ninguno de los dos tiene el tiempo para cuidar la relación, o bien, la mujer con éxito constata dolorosamente que no tiene pareja.
Una escritora de renombre afirma melancólicamente que, "las mujeres con éxito creen, equivocadamente, que lo que atrae a los hombres sirve también para las mujeres, que el éxito lleva consigo fama, fortuna y amantes guapos. Pero, con frecuencia nosotras conseguimos lo contrario. Toda la satisfacción que compramos en la tienda del amor son hombres atemorizados, gallitos tontos, abandono. Y nosotras nos devanamos los sesos preguntándonos por qué hemos trabajado tanto para la gloria profesional, cuando la felicidad personal es el precio que tenemos que pagar".
En algunos grupos de mujeres con altas calificaciones profesionales, se puede observar el surgimiento de un nuevo tipo de mujeres que, para salir de las viejas dependencias, defienden sin más miramientos la consigna: "la mujer se las arregla ella mismo, con o sin hombre".
Lo que le sucede a los hombres posmodernos a causa del desmoronamiento del rol femenino tradicional está poco estudiado. En parte quizás porque los hombres siguen teniendo más poder y, por tanto, tienen más posibilidades de escaparse; pero en parte seguramente también les cuesta mucho expresarse en sus sentimientos y sufrimientos. Todo se lo callan, no pueden verbalizar sus emociones, son inválidos emocionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario