A lo largo de mi extensa carrera magisterial pude darme cuenta de la obsesiòn de los alumnos por obtener un diez, siendo capaces de hacer cualquier cosa con tal de obtenerlo.
Tuve compañeros en la universidad que venìan de colegios privados de la ciudad de Mèxico y traìan como promedio general de la preparatoria el diez. Eran alumnos perfectos.
Como en la universidad se suele calificar con otros criterios acadèmicos, los alumnos de diez sufrìan los embates emocionales de un siete, ocho o un nueve, nunca pudieron alcanzar el diez. Esto provocaba situaciones ridìculas, como el hecho de que llegaran los padres o tutores de esos alumnos de diez que querìan hablar con el profesor para ver la posibilidad de subir la calificaciòn de sus hijos al ansiado diez.
Mis compañeros de diez en la universidad, resultaron mediocres profesionistas, en cambio los alumnos de promedio siete u ocho, no solamente prosiguieron estudios de maestrìa y doctorado con un èxito inconcebible sino tambièn se convirtieron en excelentes investigadores o docentes.
Es un problema central de la educación superior en Mèxico el hecho de que se califique a los alumnos con una escala nùmerica de uno al diez, porque provoca grandes conflictos y traumas emocionales en muchos de ellos.
Lo màs indicado es calificar con un simple ACREDITADO o NO ACREDITADO.
A mi si me llega un profesionista con un currìculum en el que se destaca su promedio general de diez en toda la carrera, me incita a pensar que no es una persona confiable o capaz, ya que ellos aspiran a ser reconocidos como alumnos PERFECTOS, y eso que se los crea su madre.
Toda evaluaciòn es subjetiva y emocional de parte del profesor, se califican con criterios insòlitos los trabajos y los exàmenes de los muchachos, lo cual qgenera tambièn desconcierto entre ellos ya que al comparar dos trabajos finales y la disparidad de las notas calificatorias son distintas, por discretos matices, entonces viene la incomprensiòn de los alumnos ante el sistema de evaluaciòn.
El sistema educativo nacional debe evaluar sus formas de medir el aprendizaje y el aprovechamiento particular de los alumnos, para evitar estos encontronazons con la frustraciòn y el dolor de una nota baja.
Si todos estuvieran de acuerdo en que la mejor forma de aprender es la de ser autodidacta, en la cual cada uno se evalua con sinceridad, la educaciòn marcharìa mucho mejor que ahora.
Como el diez es un nùmero màgico en la educaciòn, para conseguirlo se pueden ocupar maneras ilìcitas como el soborno y el chantaje, o bien emplear la sexualidad como una forma de obtener placer y un diez en la cama.
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