La casa real británica frena la difusión de fotos del príncipe Enrique desnudo
Los Windsor confirman que han acudido a la Comisión de Quejas de la Prensa
La movilización de la familia real británica para impedir que la prensa nacional difundiera unas comprometedoras fotos del príncipe Enrique tomadas en la habitación de un hotel de Las Vegas
ha surtido su efecto, porque ni siquiera los agresivos tabloides se han
atrevido hoy a publicar las imágenes del tercero en la línea de
sucesión al trono completamente desnudo y abrazando a una joven. Más
allá de las presiones palaciegas, los medios de Reino Unido han
sucumbido a la autocensura cuando todavía se desconoce el impacto de la
Comisión Leveson, que ha investigado los pinchazos telefónicos ilegales a
numerosos famosos y ha cuestionado el código ético de parte de la
profesión.
Una vez conocido el contenido del reportaje divulgado por una web estadounidense de cotilleos, los asesores de Clarence House, residencia oficial de Carlos de Inglaterra, confirmaron el miércoles a la prensa que su protagonista era en efecto el hijo menor del heredero de la corona, aunque acompañaron la información con una amenaza: su difusión en Reino Unido constituye una “invasión de la privacidad del príncipe Enrique”, es decir, el riesgo de una costosa demanda legal. El resultado de ese mensaje es que los medios escritos y audiovisuales, desde los considerados rigurosos hasta los menos escrupulosos, se han limitado a relatar las andanzas del díscolo nieto de la reina Isabel en un lujoso complejo del desierto de Nevada sin el explícito soporte gráfico.
La decisión resulta relevante si se tiene en cuenta que ese material está al alcance de cualquiera con acceso a la Red o de los lectores de algunos medios irlandeses que, como The Irish Independent, sí imprimieron las fotografías de Enrique ataviado únicamente con su reloj de pulsera. Incluso el tabloide británico The Sun, el diario más leído en las islas británicas y especializado en entrometerse en la intimidad de cualquiera que le procure una exclusiva, optó por ilustrar su reportaje con imágenes de uno de sus periodistas posando de la misma guisa que el príncipe. Decidió descartar las fotos originales un año después de que su edición hermana de los domingos, el News of the World, se viera obligado a echar el cierre a raíz del escándalo de las escuchas ilegales, que ha supuesto el procesamiento de tres antiguos ejecutivos de la compañía propietaria, el grupo Murdoch, entre ellos el exjefe de comunicaciones de Downing Street, Andy Coulson.
En este contexto en el que los medios figuran en el punto de mira, la casa real decidió contactar con la Comisión de Quejas de la Prensa (PCC, en sus siglas inglesas) como arma disuasoria. La última vez que recurrió a ese mecanismo data de los tiempos del noviazgo de la princesa Catalina con el hijo mayor del heredero, Guillermo, ante el acoso mediático que esta sufría. Esta vez para los Windsor está en juego la imagen de un Enrique reformado, tras una retahíla de traspiés, y la de los responsables de su seguridad, presentes en la juerga de Las Vegas. Han logrado contener a diarios y televisiones, pero en la era de los teléfonos móviles y las redes sociales de Internet, tienen la batalla perdida.
Una vez conocido el contenido del reportaje divulgado por una web estadounidense de cotilleos, los asesores de Clarence House, residencia oficial de Carlos de Inglaterra, confirmaron el miércoles a la prensa que su protagonista era en efecto el hijo menor del heredero de la corona, aunque acompañaron la información con una amenaza: su difusión en Reino Unido constituye una “invasión de la privacidad del príncipe Enrique”, es decir, el riesgo de una costosa demanda legal. El resultado de ese mensaje es que los medios escritos y audiovisuales, desde los considerados rigurosos hasta los menos escrupulosos, se han limitado a relatar las andanzas del díscolo nieto de la reina Isabel en un lujoso complejo del desierto de Nevada sin el explícito soporte gráfico.
La decisión resulta relevante si se tiene en cuenta que ese material está al alcance de cualquiera con acceso a la Red o de los lectores de algunos medios irlandeses que, como The Irish Independent, sí imprimieron las fotografías de Enrique ataviado únicamente con su reloj de pulsera. Incluso el tabloide británico The Sun, el diario más leído en las islas británicas y especializado en entrometerse en la intimidad de cualquiera que le procure una exclusiva, optó por ilustrar su reportaje con imágenes de uno de sus periodistas posando de la misma guisa que el príncipe. Decidió descartar las fotos originales un año después de que su edición hermana de los domingos, el News of the World, se viera obligado a echar el cierre a raíz del escándalo de las escuchas ilegales, que ha supuesto el procesamiento de tres antiguos ejecutivos de la compañía propietaria, el grupo Murdoch, entre ellos el exjefe de comunicaciones de Downing Street, Andy Coulson.
En este contexto en el que los medios figuran en el punto de mira, la casa real decidió contactar con la Comisión de Quejas de la Prensa (PCC, en sus siglas inglesas) como arma disuasoria. La última vez que recurrió a ese mecanismo data de los tiempos del noviazgo de la princesa Catalina con el hijo mayor del heredero, Guillermo, ante el acoso mediático que esta sufría. Esta vez para los Windsor está en juego la imagen de un Enrique reformado, tras una retahíla de traspiés, y la de los responsables de su seguridad, presentes en la juerga de Las Vegas. Han logrado contener a diarios y televisiones, pero en la era de los teléfonos móviles y las redes sociales de Internet, tienen la batalla perdida.
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