Locos por las aves
Descubrir el cortejo de las aves del paraíso, la nube rosada de flamencos en Kenia o los pingüinos en la Antártida desde 10 observatorios privilegiados
01. Albatros y kiwis en Nueva Zelanda
El kiwi es el símbolo de Nueva Zelanda e incluso da nombre a sus
habitantes que se llaman orgullosamente “kiwis”. Es una simpática ave
con más de 70 millones de años de existencia, tímida, que no vuela y
parece una pelotita marrón y esponjosa. Uno de los pocos sitios del
planeta donde pueden observarse en libertad es en la Isla Stewart, donde
se pasean hurgando en la arena de las playas en busca de insectos.Otro de los lugares más interesantes de la Isla Sur de Nueva Zelanda, es Punta Taiaroa, en la Península de Otago, por sus albatros y sus pingüinos. Los albatros son unas aves increíbles, que llegan a tener hasta 3 metros de envergadura, y en Punta Taiaroa se localiza la única zona de cría del albatros reales que no está en una isla. En la Pilot Beach, en el lado del puerto del aparcamiento, en ocasiones se ven pingüinos azueles, leones marinos y lobos marinos. En esta costa de Otago también habita uno de los pingüinos más raros del mundo: el ojigualdo, en peligro de extinción. Hay dos operadores privados que organizan circuitos a las colonias de pingüinos, que están en propiedades privadas, pero también se pueden en observar en un par de playas públicas, como la Sandfly Bay.
Para visitar el Centro de Albatros Reales de
Punta Taiaroa es necesario reservar (+643 4780499). Abre a diario y
ofrece diferentes circuitos, así como la oportunidad de observar la
colonia de albatros. La mejor época para visitarla es de diciembre a
febrero, en la época de cría.
02. Águilas calvas en Alaska
En Estados Unidos el símbolo es otro ave, pero esta vez menos
inocente: el águila calva, que infunde el mismo respeto y fascinación
que los grandes felinos. Viven en zonas altas, de hasta 3.000 metros y
para los norteamericanos es además el símbolo de la libertad. Estas
magníficas rapaces de cabeza y cola blancas pueden encontrarse en todo
el territorio estadounidense excepto en Hawai, pero abundan más en la
costa noroeste. El mejor lugar para ver muchas es en el río Chilkat, en
Alaska, de octubre a diciembre, donde acuden todos los años para pescar
uno de sus manjares favoritos: el salmón. La Alaska Chilkat Bald Eagle
Preverve celebra, además, el Alaska Bald Eagle Festival (www.baldeagles.org/festival) la segunda semana de noviembre, un evento de cinco días que atrae a ornitólogos de todo el país.
La Chilkat Bald Eagle Preserve tiene
excelentes zonas de observación a unos 30 kilómetros de Haines por la
carretera de Haines. Además, en la zona está el Chilkoot Trail, lo
máximo en travesías por Alaska, ya que combina un maravilloso paisaje,
un lugar histórico y la emoción de la aventura. Es la ruta de los
buscadores de oro de Klondike durante la fiebre del oro de 1898. Los
permisos para hacerlo se obtienen en el Trail Centre (www.nps.gov/klgo)
03. Aves acuáticas en el Delta del Danubio
La desembocadura del Danubio en forma de delta en el Mar Negro
(Rumanía) es uno de los mejores enclaves naturales de Europa. A mitad de
camino entre el Polo Norte y el Ecuador, es una zona de paso para miles
de aves migratorias que vienen o van de Mongolia, Siberia, la India,
África y China. A pesar de la creciente actividad humana, todavía es un
paraíso natural en forma de redes de canales, lagunas, islas de juncos,
bosques y prados en los que resulta muy sencillo observar de cerca de
los pelícanos, garzas, ibis, patos, carriceros y águilas de cola blanca.
Algunas zonas de los humedales solo son accesibles en kayak o bote de
remos, y con ellos podremos acercarnos a solo un par de metros de
distancia de las aves. Los observadores de aves suelen congregarse
alrededor del lago Furtuna, Murighiol, las zonas salobres que rodean el
lago Razim y el lago Babadag, e Histria.
Para viajar por el delta hay que conseguir un
permiso, que se obtiene en las agencias de viajes y hoteles de la
población de Tulcea de la que parten los viajes, por unos 4 dólares
estadounidenses. Si se va en algún tipo de grupo, el operador se encarga
de ello. Si se contrata a un pescador del lugar, este deberá tener un
permiso válido.
04. Aves del paraíso, Papúa Nueva Guinea
No es fácil llegar a este remoto archipiélago pero merece la pena,
sobre todo si eres un observador de aves: aquí se conservan hábitats
vírgenes de gran belleza. Las estrellas del lugar son las espléndidas
aves del paraíso, con más de cuarenta especies diferentes, pero todas
con sus plumajes de llamativos colores y con ritos sorprendentes como
las danzas de cortejo en las que saltan, cantan y agitan las plumas como
abanicos. Otro habitante de excepción de las islas es el casuario, una
gran ave que no puede volar pero que se abre camino en la selva gracias a
un estuche córneo que tiene en la cabeza. Tiene también una uña
lacerante por la que se ha ganado la reputación de ave más peligrosa del
mundo.
El Parque Nacional de Varirata es uno de los
mejores lugares para observar aves. Se encuentra muy cerca, en
automóvil, de Port Moresby por la carretera de Sogeri.
05. Colibríes en el Pantanal, Brasil
Aunque la Amazonia se lleve toda la fama, el Pantanal brasileño, con
sus espacios abiertos, ofrece mejores oportunidades para la observación
de fauna salvaje y concretamente es otra de las mecas de los amantes de
las aves. En esta región pantanosa se pueden ver bandadas de miles de
ejemplares y en una sola rama pueden anidar hasta seis especies
diferentes. También es el hogar del ñandú, el ave más grande de Brasil,
(similar a un avestruz por aspecto y porque tampoco vuela). Entre las
más pequeñas están la gran familia de los colibríes (beija-flor, besa flor,
en brasileño), diminutos e hiperactivos pajarillos, de deslumbrantes
colores, que revolotean incluso marcha atrás, casi como insectos. Todo
un espectáculo de color y actividad.
La única carretera que se interna en el Pantanal
es la Transpantaneira, una vía sin asfaltar que atraviesa unos 125
puentes de madera y que finaliza en Porto Jofre, 145 kilómetros al sur
de Poconé. Se pueden contratar circuitos guiados (o ir por libre) en las
poblaciones de entrada al Pantanal: Cuiabá, Corumbá y Campo Grande. En
julio, hay que reservar alojamiento. Hay de tres tipos: pausadas,
fazendas (tipo rancho) y pesqueiros (perfectos para aficionados a la
pesca).
06. Flamencos en el Valle del Rift, Kenia
Kenia es el gran destino de los safaris fotográficos convencionales.
Deslumbrados por los elefantes, las jirafas o los leones, a muchos se
les pasa por algo una de las grandes bellezas naturales del país: las
bandadas de flamencos rosados que cubren el Lago Nakuru, también llamado
el Lago Rosa. La película Memorias de África inmortalizó la
imagen: una bandada de flamencos que cubre el lago como pétalos de
rosas. Pero hay que verlo en directo: es todo un espectáculo
emocionante. Las mejores vistas del parque se admiran desde lo alto del
acantilado de los Papiones, cuando el sol del atardecer proyecta un
resplandor cálido sobre el lago. La pena es que el número de flamencos
que regresan al Nakuru cada año va a la baja, no se sabe muy bien la
razón, por lo que hay que ir mientras suceda el milagro.
El Parque Nacional del Lago Nakuru está 2
kilómetros al sur del centro de Nakuru. La entrada principal está a sólo
2 kilómetros al sur del centro de Nakuru y allí se pueden comprar
entradas y contratar guías oficiales. Hay un gran camping público junto a
la puerta principal (adultos/niños 10/5 dólares estadounidenses),
diversos guésthouses y hoteles y para los que tengan más presupuestos,
Lodges estupendos como el Lake Nakuru Lodge (www.lakenakurulodge.com), o el Sarova Lion Hill Lodge (www.sarovahotels.com).
07. Las seis grandes en el Parque Nacional de Kruger, Sudáfrica
Más conocido por sus “cinco grandes” animales, en el Parque Nacional
de Kruger también se pueden observar las “seis grandes” aves
sudafricanas (el cálao terrestre, el búho pescador, el buitre orejudo,
el jabirú africano, el águila marcial y la avutarda kori). No son las
especies de aves más bonitas del mundo pero son enormes e impresionantes
y son bastante fáciles de observar en este parque. Otro atractivo para
los amantes de la ornitología son los avestruces que corren libres por
la sabana, o el pequeño mirlo metálicode El Cabo, que es muy común pero
por su color azul iridiscente parece una joya voladora.
En el Kruger hay safaris y opciones de
alojamiento para todos los bolsillos; la zona norte, en especial
alrededor del río Luvuvhu, es la mejor para observar aves.
08. Loros y compañía en Queensland, Australia
En la aislada Australia, junto con otros animales peculiares, algunas
aves han evolucionado de forma extraordinaria. La cucaburra realmente
parece que se ríe, mientras que el ave lira, que tiene una cola
espectacular, imita cualquier canto o sonido que se proponga (como el
del obturador de las cámaras). Pero hay más: los tilonorrincos, compiten
por la atención de las hembras con sus imponentes nidos de objetos
brillantes, y el emú, que aunque no puede volar, llama la atención por
su tamaño (solo lo supera el avestruz). A todo eso se une una selección
inmensa de loros de impactantes colores por todas partes. Todas estas
aves se pueden ver por todo el país, pero sobre todo en la Reserva
Natural de Currumbin en Queensland, el mayor aviario tropical de
Australia, donde las bandadas de loros son la mayor atracción y se puede
dar de comer a loros arcoiris.
La Currumbin Wildlife Sanctuary
(www.cws.org.au) se encuentra en Currumbin, en la Costa Dorada
australiana, cerca de Burleigh Heads. Para llegar hay que tomar el
autobús Surfside 700 en Surfers Paradise (Burleigh Heads) o el 765 en la
estación de trenes de Robina. Una de las mejores formas de ver la
reserva es en un circuito de una noche, donde se puede observar la vida
de los animales nocturnos.
09. Pingüinos en la Antártida
Cada vez es más habitual viajar a la Antártida y allí uno de los
grandes atractivos es contemplar a los pingüinos, con su graciosa forma
de andar y su naturaleza sociable. Suelen acercarse silenciosos a los
observadores en medio de los paisajes helados de la Antártida. Una foto
imprescindible. Los hay de cuatro especies principales: de Adelia, el
barbijo, el papúa y el emperador, con, literalmente, millones de
ejemplares. Los últimos son famosos por su valeroso ciclo de
reproducción, cuando recorren muchos kilómetros desde el océano hasta
sus zonas ancestrales de cría, donde, apiñados, afrontan temperaturas
extremas e incuban los huevos, para luego retornar al punto de partida y
alimentarse.
Los pingüinos se incluyen en todos los
circuitos. La Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la
Antártida (www.iaato.org) ofrece abundante información al respecto.
10. Tucanes en Ecuador
Junto con Brasil, el otro destino preferido por los amantes de las
aves es Ecuador, que cuenta con una enorme diversidad de especies (más
de 1.500). Entre todas destacan los tucanes, de enormes y coloridos
picos (a veces tan largos como sus cuerpos), con los que alcanzan los
frutos de la punta de las ramas. Los tucanes viven en lo alto de los
árboles y normalmente se ven mejor desde una embarcación. En la zona
alta de la selva también hay guacamayos, en especial de la variedad azul
y amarilla. Las torpes payasadas y los estridentes cantos de estos
enormes loros acompañan a quienes se animan a explorar la selva de la
cabecera del Amazonas.
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