El éxito es un ratito. Uno nunca consigue nada”
La FIL de Guadalajara homenajea a Elena Poniatowska en su 80 cumpleaños
Mari Luz Peinado /
Bernardo Marín
Guadalajara (México)
30 NOV 2012 - 16:09 CET
Dice el escritor Juan Villoro que los mexicanos lo son porque les tocó serlo, pero que el mérito de su amiga Elena Poniatowska
es ser mexicana por elección. ¿Y qué cosas le gustaron a esta escritora
de origen polaco nacida en París para dejarse adoptar por ese país? En
el homenaje que le han dedicado por su 80 cumpleaños en esta edición de
la Feria Internacional del Libro
(FIL) de Guadalajara, enumeró varias. Primero, las universidades, la
UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y la UAM (Universidad
Autónoma Metropolitana). Luego, la FIL. Y después, los oficios
callejeros, que se van perdiendo, como el organillero, el abonero
(cobrador a domicilio), el afilador o el cartero “a punto de perecer
degollado por la cibernética”.
México rinde homenaje a Poniatowska pero ella no le da importancia. En la feria es de las pocas que ha mencionado el escándalo de premio a Bryce porque “la cultura no puede estar al margen de la ética”. Solo un momento, porque la ocasión era para festejar. “Para mí es un gusto, 80 años y 10 nietos son bastantes”. Pero no quiere recrearse en el éxito. “¿Qué es el éxito? El éxito es un ratito. Uno nunca consigue absolutamente nada en esta vida. Como decía mi madre, aquí había un cantante que se llamaba Cri-Cri que cantaba ‘allá en la fuente había un chorrito, se hacía grande, se hacía chiquito’. Así es el éxito”.
¿Y creen que la quieren retirar con tanto homenaje? No lo sabe, pero no se va a dejar. “Uno no se retira hasta el último momento, sobre todo cuando escribe. Carlos Fuentes ya tenía sobre su mesa de trabajo la novela que quería escribir, con su horario y todo”, recuerda. Así que Poniatowska (algunos la llaman Elenita, pero no le gusta porque dice que suena a “albondiguita”) tiene proyectos en marcha. El más inmediato, una biografía de su antepasado Estanislao Augusto Poniatowski, último rey de Polonia y uno de los 40 amantes que tuvo Catalina la Grande de Rusia. “En eso estoy, aunque me cuesta un poco porque de historia de Europa, sé poco”.
En la FIL también se presenta una reedición de La noche Tlatelolco, sobre la matanza de estudiantes en la plaza del mismo nombre en vísperas de los Juegos Olímpicos del 68. ¿Tiene actualidad el libro? “Sí, el país sigue teniendo muchas injusticias. Quizá ya no vayan a matar estudiantes. Pero por el narcotráfico hay más de 60.000 muertos, sobre todo periodistas. Eso no pasa por ejemplo en España”.
Y ya que menciona a España ¿Cómo la ve desde el otro lado del Atlántico? “Amo mucho a España, aunque a mi padre lo metieron allí en la cárcel, en Jaca. Por eso quiero ir algún día a Jaca. Él cruzó los Pirineos para alcanzar a De Gaulle en África, pero lo capturaron. Los presos tenían que decir todos los días ‘Viva Franco’, pero mi padre decía ‘Viva el cerdo’ y lo pusieron a limpiar las letrinas. No todo era malo: decía que la comida era buenísima, fabada con trozos de tocino, y aún conservo su cuchara”.
¿Y a quién daría un premio Poniatowska, a quién le rendiría un homenaje? No se lo piensa: “A los cronistas mexicanos, son extraordinarios, Fabrizio Mejía Madrid, los seguidores de Carlos Monsiváis. Mejores que los novelistas. No escriben confesiones, aunque mezclen su propia vida con sus crónicas. Porque que hay que situar las cosas un poco más allá de nosotros mismos. Y no escribir siempre yo, yo, yo y yo”.
México rinde homenaje a Poniatowska pero ella no le da importancia. En la feria es de las pocas que ha mencionado el escándalo de premio a Bryce porque “la cultura no puede estar al margen de la ética”. Solo un momento, porque la ocasión era para festejar. “Para mí es un gusto, 80 años y 10 nietos son bastantes”. Pero no quiere recrearse en el éxito. “¿Qué es el éxito? El éxito es un ratito. Uno nunca consigue absolutamente nada en esta vida. Como decía mi madre, aquí había un cantante que se llamaba Cri-Cri que cantaba ‘allá en la fuente había un chorrito, se hacía grande, se hacía chiquito’. Así es el éxito”.
¿Y creen que la quieren retirar con tanto homenaje? No lo sabe, pero no se va a dejar. “Uno no se retira hasta el último momento, sobre todo cuando escribe. Carlos Fuentes ya tenía sobre su mesa de trabajo la novela que quería escribir, con su horario y todo”, recuerda. Así que Poniatowska (algunos la llaman Elenita, pero no le gusta porque dice que suena a “albondiguita”) tiene proyectos en marcha. El más inmediato, una biografía de su antepasado Estanislao Augusto Poniatowski, último rey de Polonia y uno de los 40 amantes que tuvo Catalina la Grande de Rusia. “En eso estoy, aunque me cuesta un poco porque de historia de Europa, sé poco”.
En la FIL también se presenta una reedición de La noche Tlatelolco, sobre la matanza de estudiantes en la plaza del mismo nombre en vísperas de los Juegos Olímpicos del 68. ¿Tiene actualidad el libro? “Sí, el país sigue teniendo muchas injusticias. Quizá ya no vayan a matar estudiantes. Pero por el narcotráfico hay más de 60.000 muertos, sobre todo periodistas. Eso no pasa por ejemplo en España”.
Y ya que menciona a España ¿Cómo la ve desde el otro lado del Atlántico? “Amo mucho a España, aunque a mi padre lo metieron allí en la cárcel, en Jaca. Por eso quiero ir algún día a Jaca. Él cruzó los Pirineos para alcanzar a De Gaulle en África, pero lo capturaron. Los presos tenían que decir todos los días ‘Viva Franco’, pero mi padre decía ‘Viva el cerdo’ y lo pusieron a limpiar las letrinas. No todo era malo: decía que la comida era buenísima, fabada con trozos de tocino, y aún conservo su cuchara”.
¿Y a quién daría un premio Poniatowska, a quién le rendiría un homenaje? No se lo piensa: “A los cronistas mexicanos, son extraordinarios, Fabrizio Mejía Madrid, los seguidores de Carlos Monsiváis. Mejores que los novelistas. No escriben confesiones, aunque mezclen su propia vida con sus crónicas. Porque que hay que situar las cosas un poco más allá de nosotros mismos. Y no escribir siempre yo, yo, yo y yo”.
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