Los partidos laicos egipcios desafían el decreto de Morsi en la plaza de Tahrir
Un hombre de 52 años ha muerto en las protestas, asfixiado por los gases lacrimógenos. Con su fallecimiento, suman dos las víctimas desde que Morsi anunció sus nuevos poderes
Ricard González
El Cairo
27 NOV 2012 - 16:53 CET8
Si el presidente egipcio, Mohamed Morsi, pretendía poner fin a la crisis desatada por su decretazo
con un suave viraje, los partidos laicos y movimientos que se oponen a
la iniciativa del mandatario intentarán demostrarle este martes que
estaba equivocado. Miles de personas se han concentrado en la plaza Tahrir (Vídeo en directo) de El Cairo, así como en los centros de otras ciudades, contra la pretensión del rais
islamista de asumir poderes casi absolutos a través de una
controvertida declaración constitucional unilateral. Su demanda es
clara: la retirada inmediata del decreto y la renegociación de las
próximas estaciones del proceso de transición. La policía ha reprimido a
los manifestantes con gas lacrimógeno, y un hombre de 52 años ha muerto
esta tarde con lo que ya suman dos los fallecidos desde que Morsi
decretara sus nuevos poderes en el Gobierno egipcio.
Desde media mañana, el número de personas concentradas en Tahrir ha ido aumentado, en espera de la llegada por la tarde de marchas convocadas en varias partes de la ciudad. La mítica plaza ha recuperado una vez más su liturgia revolucionaria. Desde hace varios días está cortada al tráfico, y ocupada por docenas de tiendas de campaña. Si bien en sus aledaños se han producido refriegas con la policía, a diferencia de anteriores ocasiones, el Gobierno ha optado durante esta crisis por no desalojar la plaza por la fuerza.
Las movilizaciones llegan un día después de que el presidente Morsi se reuniera con los líderes del Consejo Judicial Supremo, máximo órgano de gobierno de la judicatura, para buscar una salida negociada al conflicto. Además de los partidos y organizaciones de la oposición laica, los jueces son el estamento social que ha expresado de forma más contundente su rechazo al decreto que situaría al rais por encima la ley, impidiendo la revocación de cualquiera de sus actos por el poder judicial. El decreto también blinda la Asamblea Constituyente que redacta la Constitución, un organismo que ha sido abandonado por los partidos laicos y que está ampliamente dominado por los Hermanos Musulmanes y los salafistas tras su contundente triunfo en los comicios del año pasado.
Tras la reunión, el portavoz presidencial, Yaser Alí, anunció una pequeña concesión para desactivar la crisis al reinterpretar el decretazo limitándolo a los “asuntos de soberanía nacional”. Sin embargo, Alí negó que Morsi se planteara añadir ningún anexo a la declaración constitucional, tal como se había filtrado horas antes.
Aunque no ha habido una reacción oficial del Consejo Judicial Supremo, uno de sus miembros declaró al diario Al Masry al Youm que la concesión de Morsi era insuficiente para poner fin a la crisis. El Club de los Jueces, la asociación de la judicatura que se ha expresado de forma más contundente contra el decreto, reafirmó la llamada a todos sus miembros a la huelga. De momento, los tribunales de varias provincias han anunciado el paro de sus labores, lo que puede paralizar el sistema judicial del país.
Estas movilizaciones representan la más importante expresión de rechazo al Gobierno de Morsi, que asumió la presidencia del país el pasado 30 de junio. En previsión de posibles altercados, las escuelas y algunas empresas privadas cerraron sus puertas. Los Hermanos Musulmanes, el partido del rais, aplazó a última hora manifestaciones de apoyo a Morsi para evitar el derramamiento de sangre. En Damanhour, una ciudad del Delta, un adolescente miembro de la Hermandad falleció en duros enfrentamientos entre partidarios y detractores de Morsi.
Por su parte, la comunidad internacional ha expresado su preocupación ante la deriva que puede experimentar la crisis actual. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, apeló al “diálogo democrático y la consulta”. El Gobierno francés fue más contundente, y declaró que la decisión de Morsi “no va en la dirección adecuada”. En Egipto, muchos creen que la prudencia de Washington en este asunto responde a su alianza con Morsi para solucionar el conflicto de Gaza.
Desde media mañana, el número de personas concentradas en Tahrir ha ido aumentado, en espera de la llegada por la tarde de marchas convocadas en varias partes de la ciudad. La mítica plaza ha recuperado una vez más su liturgia revolucionaria. Desde hace varios días está cortada al tráfico, y ocupada por docenas de tiendas de campaña. Si bien en sus aledaños se han producido refriegas con la policía, a diferencia de anteriores ocasiones, el Gobierno ha optado durante esta crisis por no desalojar la plaza por la fuerza.
Las movilizaciones llegan un día después de que el presidente Morsi se reuniera con los líderes del Consejo Judicial Supremo, máximo órgano de gobierno de la judicatura, para buscar una salida negociada al conflicto. Además de los partidos y organizaciones de la oposición laica, los jueces son el estamento social que ha expresado de forma más contundente su rechazo al decreto que situaría al rais por encima la ley, impidiendo la revocación de cualquiera de sus actos por el poder judicial. El decreto también blinda la Asamblea Constituyente que redacta la Constitución, un organismo que ha sido abandonado por los partidos laicos y que está ampliamente dominado por los Hermanos Musulmanes y los salafistas tras su contundente triunfo en los comicios del año pasado.
Tras la reunión, el portavoz presidencial, Yaser Alí, anunció una pequeña concesión para desactivar la crisis al reinterpretar el decretazo limitándolo a los “asuntos de soberanía nacional”. Sin embargo, Alí negó que Morsi se planteara añadir ningún anexo a la declaración constitucional, tal como se había filtrado horas antes.
Aunque no ha habido una reacción oficial del Consejo Judicial Supremo, uno de sus miembros declaró al diario Al Masry al Youm que la concesión de Morsi era insuficiente para poner fin a la crisis. El Club de los Jueces, la asociación de la judicatura que se ha expresado de forma más contundente contra el decreto, reafirmó la llamada a todos sus miembros a la huelga. De momento, los tribunales de varias provincias han anunciado el paro de sus labores, lo que puede paralizar el sistema judicial del país.
Estas movilizaciones representan la más importante expresión de rechazo al Gobierno de Morsi, que asumió la presidencia del país el pasado 30 de junio. En previsión de posibles altercados, las escuelas y algunas empresas privadas cerraron sus puertas. Los Hermanos Musulmanes, el partido del rais, aplazó a última hora manifestaciones de apoyo a Morsi para evitar el derramamiento de sangre. En Damanhour, una ciudad del Delta, un adolescente miembro de la Hermandad falleció en duros enfrentamientos entre partidarios y detractores de Morsi.
Por su parte, la comunidad internacional ha expresado su preocupación ante la deriva que puede experimentar la crisis actual. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, apeló al “diálogo democrático y la consulta”. El Gobierno francés fue más contundente, y declaró que la decisión de Morsi “no va en la dirección adecuada”. En Egipto, muchos creen que la prudencia de Washington en este asunto responde a su alianza con Morsi para solucionar el conflicto de Gaza.
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