Obama: “Lo que ocurre en México tiene consecuencias en Estados Unidos”
El presidente electo de México traslada su compromiso con mantener y reforzar las relaciones entre ambos países
Yolanda Monge /
Cristina F. Pereda
Washington
28 NOV 2012 - 00:01 CET
Antes de su toma de posesión el próximo domingo 1 de diciembre,
cuando el Partido Revolucionario Institucional regrese al poder tras 12
años de largo impasse, el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto
ha viajado hasta Estados Unidos para dejar su tarjeta de presentación
en Washington, donde se ha entrevistado con el presidente Barack Obama en la Casa Blanca y con los líderes del Congreso en el Capitolio.
“Lo que ocurre en México tiene impacto en nuestra sociedad”, aseguró Obama durante la reunión en el Despacho Oval. El presidente estadounidense felicitó a Peña Nieto -46 años- por su victoria en las elecciones presidenciales y reconoció que su visita de cuatro días antes de la ceremonia de investidura se debe a “la estrecha relación” entre los dos países. Respecto a la toma de posesión, a la que asistirá el vicepresidente de EE UU, Obama bromeó y dijo sentir envidia de su número dos, Joe Biden -presente en la reunión junto a la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Peña Nieto invitó a su homólogo a hacer una visita de Estado a México, ante lo que Obama contestó: "cualquier excusa es buena para viajar" a su país.
Durante su primera reunión conjunta, Obama celebró la relación diplomática entre EE UU y México, alabó la agenda reformista de Peña Nieto y se mostró confiado en que los dos países mantengan sus lazos económicos y comerciales y puedan aumentar las condiciones de seguridad en la frontera. Ni una palabra sobre la polémica legalización de la marihuana que se está produciendo en varios Estados de la Unión.
Peña Nieto felicitó a Obama por su reelección y declaró su compromiso con reforzar las relaciones entre los dos países. Antes de visitar la Casa Blanca, el presidente electo fue recibido por la congresista demócrata Nancy Pelosi, ante quien presentó su “intención de extender puentes de diálogo” entre los dos países. El presidente electo también expresó su voluntad de crear una nueva política que le permita tener “fronteras modernas y seguras”.
Peña Nieto abogó ante los legisladores estadounidenses por “una relación más estrecha, más positiva y más constructiva con Estados Unidos”, que pueda crear después más beneficios para ambos países. Sin embargo, miembros de la Administración norteamericana declararon al diario The New York Times que su voluntad es solucionar en primer lugar el problema de la violencia y centrarse después en la economía.
Fue entonces el turno de Obama para elogiar al presidente saliente de
México, Felipe Calderón, y su labor para “establecer una excelente
relación de trabajo” con EE UU. El mandatario declaró que espera
constituir una relación similar “a nivel personal y profesional",
mientras que Peña Nieto aseguró que se considera afortunado por
coincidir en su legislatura con el segundo mandato de Obama.
Ambos líderes confirmaron su voluntad de trabajar en asuntos como la seguridad en la frontera, la inmigración y otros asuntos “regionales y globales”. Siguiendo con las felicitaciones -que fueron muchas-, el presidente electo congratuló a Obama por su plan para acometer una reforma del sistema de inmigración y renovó el compromiso de México para trabajar con el gobierno estadounidense en la resolución del problema de la inmigración ilegal desde su territorio. "Apoyamos completamente su propuesta", dijo Peña Nieto. "Queremos contribuir a la reforma, queremos formar parte de ella".
Que Obama reconquistara la Casa Blanca el pasado 6 de noviembre con un 71% de apoyo del voto hispano sin duda estuvo esta tarde en la mente de los dos mandatarios. Obama es consciente de que el sistema de inmigración de EE UU está caduco y roto, y necesita una reforma urgente que saque de la ilegalidad a los más de seis millones de mexicanos –sobre un total de 12 millones- que residen en EE UU sin papeles, según un estudio del Centro de Investigación Pew.
Obama anunciaba en junio la paralización de las deportaciones de algunos inmigrantes sin documentos que llegaron al país siendo niños y ahora pueden acceder a permisos de trabajo. La reforma migratoria lleva paralizada más de diez años. La última vez que México intentó poner presión sobre EE UU fue cinco días antes de los atentados terroristas del 11-S. El 6 de septiembre de 2001, el entonces presidente Vicente Fox –que rompió en 2000 la invencibilidad del PRI que llevaba en el poder desde 1929- se dirigió en Washington a una reunión conjunta de ambas cámaras del Congreso para pedir a los legisladores que confiaran en México y abrieran sus fronteras. El 11-S provocó provocó el efecto contrario.
El encuentro en el Despacho Oval llegó en un momento especial para la relación entre ambos países, cuando la emigración ha alcanzado un nivel cero debido a la crisis económica norteamericana –elevado paro; precario mercado de la construcción- y se ha reducido la violencia del crimen organizado, que se ha cobrado casi 70.000 vidas –más de 30.000 de ellas desde que Felipe Calderón, presidente saliente, utilizó el Ejército para enfrentarse a los carteles de la droga cuando llegó al poder en diciembre de 2006-.
México comparte más de 3.100 kilómetros de frontera con Estados Unidos, su principal socio comercial, que atrae el 80% de las exportaciones mexicanas. México es el tercer socio comercial de EE UU, detrás de China y Canadá. Los mexicanos son el mayor grupo de inmigrantes en EE UU y el dinero que envían a México es la mayor fuente de ingresos procedentes del extranjero después de la exportación de automóviles y crudo.
“Lo que ocurre en México tiene impacto en nuestra sociedad”, aseguró Obama durante la reunión en el Despacho Oval. El presidente estadounidense felicitó a Peña Nieto -46 años- por su victoria en las elecciones presidenciales y reconoció que su visita de cuatro días antes de la ceremonia de investidura se debe a “la estrecha relación” entre los dos países. Respecto a la toma de posesión, a la que asistirá el vicepresidente de EE UU, Obama bromeó y dijo sentir envidia de su número dos, Joe Biden -presente en la reunión junto a la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Peña Nieto invitó a su homólogo a hacer una visita de Estado a México, ante lo que Obama contestó: "cualquier excusa es buena para viajar" a su país.
Durante su primera reunión conjunta, Obama celebró la relación diplomática entre EE UU y México, alabó la agenda reformista de Peña Nieto y se mostró confiado en que los dos países mantengan sus lazos económicos y comerciales y puedan aumentar las condiciones de seguridad en la frontera. Ni una palabra sobre la polémica legalización de la marihuana que se está produciendo en varios Estados de la Unión.
Peña Nieto felicitó a Obama por su reelección y declaró su compromiso con reforzar las relaciones entre los dos países. Antes de visitar la Casa Blanca, el presidente electo fue recibido por la congresista demócrata Nancy Pelosi, ante quien presentó su “intención de extender puentes de diálogo” entre los dos países. El presidente electo también expresó su voluntad de crear una nueva política que le permita tener “fronteras modernas y seguras”.
Peña Nieto abogó ante los legisladores estadounidenses por “una relación más estrecha, más positiva y más constructiva con Estados Unidos”, que pueda crear después más beneficios para ambos países. Sin embargo, miembros de la Administración norteamericana declararon al diario The New York Times que su voluntad es solucionar en primer lugar el problema de la violencia y centrarse después en la economía.
El presidente electo congratuló a Obama por su
plan para acometer una reforma del sistema de inmigración y renovó el
compromiso de México para trabajar con el gobierno estadounidense
Ambos líderes confirmaron su voluntad de trabajar en asuntos como la seguridad en la frontera, la inmigración y otros asuntos “regionales y globales”. Siguiendo con las felicitaciones -que fueron muchas-, el presidente electo congratuló a Obama por su plan para acometer una reforma del sistema de inmigración y renovó el compromiso de México para trabajar con el gobierno estadounidense en la resolución del problema de la inmigración ilegal desde su territorio. "Apoyamos completamente su propuesta", dijo Peña Nieto. "Queremos contribuir a la reforma, queremos formar parte de ella".
Que Obama reconquistara la Casa Blanca el pasado 6 de noviembre con un 71% de apoyo del voto hispano sin duda estuvo esta tarde en la mente de los dos mandatarios. Obama es consciente de que el sistema de inmigración de EE UU está caduco y roto, y necesita una reforma urgente que saque de la ilegalidad a los más de seis millones de mexicanos –sobre un total de 12 millones- que residen en EE UU sin papeles, según un estudio del Centro de Investigación Pew.
Obama anunciaba en junio la paralización de las deportaciones de algunos inmigrantes sin documentos que llegaron al país siendo niños y ahora pueden acceder a permisos de trabajo. La reforma migratoria lleva paralizada más de diez años. La última vez que México intentó poner presión sobre EE UU fue cinco días antes de los atentados terroristas del 11-S. El 6 de septiembre de 2001, el entonces presidente Vicente Fox –que rompió en 2000 la invencibilidad del PRI que llevaba en el poder desde 1929- se dirigió en Washington a una reunión conjunta de ambas cámaras del Congreso para pedir a los legisladores que confiaran en México y abrieran sus fronteras. El 11-S provocó provocó el efecto contrario.
El encuentro en el Despacho Oval llegó en un momento especial para la relación entre ambos países, cuando la emigración ha alcanzado un nivel cero debido a la crisis económica norteamericana –elevado paro; precario mercado de la construcción- y se ha reducido la violencia del crimen organizado, que se ha cobrado casi 70.000 vidas –más de 30.000 de ellas desde que Felipe Calderón, presidente saliente, utilizó el Ejército para enfrentarse a los carteles de la droga cuando llegó al poder en diciembre de 2006-.
México comparte más de 3.100 kilómetros de frontera con Estados Unidos, su principal socio comercial, que atrae el 80% de las exportaciones mexicanas. México es el tercer socio comercial de EE UU, detrás de China y Canadá. Los mexicanos son el mayor grupo de inmigrantes en EE UU y el dinero que envían a México es la mayor fuente de ingresos procedentes del extranjero después de la exportación de automóviles y crudo.
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