La obra cumbre del Barça
La alineación de 11 jugadores de la cantera simboliza el proyecto que nació con Cruyff y ha culminado con Guardiola y Vilanova
Ramon Besa
Barcelona
27 NOV 2012 - 21:08 CET66
“Jugarán Montoya y 10 más”. Así respondía Luis Enrique cuando se le
preguntaba por la alineación en su última temporada como entrenador del
Barcelona B (2010-2011). Acostumbrado a ser el primero en el filial, el
lateral azulgrana acostumbra a ser el último en las formaciones de Tito
Vilanova. Las cuatro lesiones en el bíceps femoral de Alves han provocado la salida a la cancha de Montoya. La última vez fue el pasado domingo en el Ciutat de València contra el Levante. La fecha pasará a la historia porque por vez primera el Barcelona alineó a 11 jugadores de La Masia.
No se había dado ni en los tiempos de Pep Guardiola, cuando se contaron hasta 10, ni con Johan Cruyff, que puso a 11 en total en el célebre partido del Villamarín del 7 de octubre de 1995 en que alumbró a La Quinta de Lo Pelat, ni tampoco con Louis Van Gaal, el entrenador que vaticinó la aspiración azulgrana de disputar alguna vez la final de la Copa de Europa con 11 jugadores formados en las categorías inferiores después de haber juntado a Puyol y 10 extranjeros en una alineación en Mallorca en 1999. El once de la cantera se dio finalmente en la Liga con Vilanova.
Hasta diez generaciones diferentes, desde la de 1978 que lidera el capitán Puyol hasta la de 1992 de Muniesa, coinciden en la actual plantilla del Barcelona. El estilo de juego iniciado en la década de los setenta con Rinus Michels en el plantel profesional y Laureano Ruiz en el equipo juvenil ha cuajado de forma definitiva con Guardiola y Vilanova. La fuente de inspiración fue el Ajax de Cruyff y los Mágicos Magiares de los años 50. La admiración por el fútbol húngaro empezó con Joan Gamper, fundador y expresidente del club, que llegó a fichar a Jesza Poszony para que organizara a los equipos inferiores en la década de los veinte, y continuó con el equipo de Las Cinco Copas de Kubala. La vena por el fútbol táctico y de toque ha sido una constante en la historia del Barcelona.
Ya se sabe de la obra de Michels en el Camp Nou y queda constancia igualmente de la marca en el fútbol base de Laureano Ruiz. El trabajo del técnico cántabro tuvo continuidad con Oriol Tort y Jaume Olivé, técnicos que desarrollaban sus planes en el anonimato ante los cambios constantes de entrenadores del primer equipo —Müller, Rifé, Helenio Herrera, Kubala, Lattek, Romero, Menotti, Venables, Luis—, hasta la llegada de Cruyff y Rexach. A partir de Milla, el holandés empezó a contar con la cantera y obligó a que todos los equipos de la entidad jugaran de la misma manera, circunstancia que provocó un pulso tremendo con la directiva de Núñez.
Aunque Cruyff solo alineó a dos futbolistas del fútbol base en la final de Wembley —Guardiola y Ferrer—, fue despedido en 1996, abatido por el Atlético de Antic y Pantic, después de dejar como legado a la generación de Iván de la Peña y, sobre todo, una cultura futbolística tan inequívoca y asumida que ni los fichajes millonarios de 1997 pudieron combatir: al equipo de Robson se le pitaba cuando goleaba 6-0 al Rayo Vallecano. Robson había sido contratado a la espera de poder incorporar a Van Gaal. Empeñado en la táctica y la ocupación racional del campo, el método del técnico holandés fue especialmente contradictorio porque prefirió apostar por compatriotas suyos antes que por jugadores del plantel.
Van Gaal, que también oficializó el debut de Xavi y Puyol, fue acusado de desnaturalizar al equipo después de apostar por formaciones en las que solamente había un canterano y a veces un español. Hay al menos tres partidos en que se dio tal situación: el Barça acabó jugando en Mallorca (3-2), el 28 de noviembre de 1999, con un equipo en que el único no extranjero era Puyol después que fueran sustituidos Guardiola y Luis Enrique; en septiembre de 1998, se había dado una historia parecida en el Bernabéu (2-2), cuando el único canterano fue Sergi y solo se alineó otro español, Luis Enrique; y, unos días, después, contra el Celta (2-2), repitieron Sergi y Luis Enrique y se sumó Abelardo.
Aquella temporada, la 1998-1999, el Barcelona tenía en su plantilla más extranjeros que nunca: 15 —lo mismo ocurrió en el curso 2006-2007 y al siguiente—. El número de foráneos aumentó desde la ley Bosman, aplicada en 1995, hasta hoy, en que nunca hubo menos extranjeros en el Barça: ocho —incluido Messi, formado en La Masia, excepción hecha de los cinco que se contaron precisamente en la 1995-1996—.
Únicamente tres de los jugadores que ahora mismo componen la alineación habitual del Barcelona no estaban en el club en la etapa de los holandeses de Van Gaal: Busquets, que se incorporó en 2005; Messi, llegado en 2001, y Pedro, fichado en 2004. Tanto Busquets como Pedro alcanzaron la elite con Guardiola, el técnico que les había dado protagonismo en el filial y nada más comenzar la Liga 2008-2009. “Nuestro mérito fue apostar por la cantera en las alineaciones”, explica Guardiola. “Uno de mis mejores recuerdos es haber insistido con Pedro y Busquets después de que las cosas comenzaran mal”, insiste, después de evocar la derrota en su estreno en Soria. “Nosotros ponemos a los chicos sin distinguir entre partidos sencillos o complicados”, concluye Vilanova.
No hay partido actualmente en que no se cuenten los jugadores de la cantera que hay en la alineación. Un mérito de Guardiola y Vilanova. La cultura futbolística pertenece a Cruyff y Rexach. Y en la aplicación del método tuvo mucho que ver Van Gaal. La apuesta del Barça por un estilo de juego se refleja precisamente en la contratación de los técnicos y en las convocatorias. Mañana, contra el Alavés en la Copa, descansan Messi, Valdés, Iniesta, Piqué, Xavi, Busquets, Alba y, por contra, están citados Planas, Sergi Roberto y Deulofeu, las figuras de un filial que ha protagonizado excelentes actuaciones en el Barça B.
El relevo generacional parece garantizado. Montoya ya alcanzó la cumbre y ahora la estrella en el Miniestadi es Deulofeu.
No se había dado ni en los tiempos de Pep Guardiola, cuando se contaron hasta 10, ni con Johan Cruyff, que puso a 11 en total en el célebre partido del Villamarín del 7 de octubre de 1995 en que alumbró a La Quinta de Lo Pelat, ni tampoco con Louis Van Gaal, el entrenador que vaticinó la aspiración azulgrana de disputar alguna vez la final de la Copa de Europa con 11 jugadores formados en las categorías inferiores después de haber juntado a Puyol y 10 extranjeros en una alineación en Mallorca en 1999. El once de la cantera se dio finalmente en la Liga con Vilanova.
Hasta diez generaciones diferentes, desde la de 1978 que lidera el capitán Puyol hasta la de 1992 de Muniesa, coinciden en la actual plantilla del Barcelona. El estilo de juego iniciado en la década de los setenta con Rinus Michels en el plantel profesional y Laureano Ruiz en el equipo juvenil ha cuajado de forma definitiva con Guardiola y Vilanova. La fuente de inspiración fue el Ajax de Cruyff y los Mágicos Magiares de los años 50. La admiración por el fútbol húngaro empezó con Joan Gamper, fundador y expresidente del club, que llegó a fichar a Jesza Poszony para que organizara a los equipos inferiores en la década de los veinte, y continuó con el equipo de Las Cinco Copas de Kubala. La vena por el fútbol táctico y de toque ha sido una constante en la historia del Barcelona.
Ya se sabe de la obra de Michels en el Camp Nou y queda constancia igualmente de la marca en el fútbol base de Laureano Ruiz. El trabajo del técnico cántabro tuvo continuidad con Oriol Tort y Jaume Olivé, técnicos que desarrollaban sus planes en el anonimato ante los cambios constantes de entrenadores del primer equipo —Müller, Rifé, Helenio Herrera, Kubala, Lattek, Romero, Menotti, Venables, Luis—, hasta la llegada de Cruyff y Rexach. A partir de Milla, el holandés empezó a contar con la cantera y obligó a que todos los equipos de la entidad jugaran de la misma manera, circunstancia que provocó un pulso tremendo con la directiva de Núñez.
Aunque Cruyff solo alineó a dos futbolistas del fútbol base en la final de Wembley —Guardiola y Ferrer—, fue despedido en 1996, abatido por el Atlético de Antic y Pantic, después de dejar como legado a la generación de Iván de la Peña y, sobre todo, una cultura futbolística tan inequívoca y asumida que ni los fichajes millonarios de 1997 pudieron combatir: al equipo de Robson se le pitaba cuando goleaba 6-0 al Rayo Vallecano. Robson había sido contratado a la espera de poder incorporar a Van Gaal. Empeñado en la táctica y la ocupación racional del campo, el método del técnico holandés fue especialmente contradictorio porque prefirió apostar por compatriotas suyos antes que por jugadores del plantel.
Van Gaal, que también oficializó el debut de Xavi y Puyol, fue acusado de desnaturalizar al equipo después de apostar por formaciones en las que solamente había un canterano y a veces un español. Hay al menos tres partidos en que se dio tal situación: el Barça acabó jugando en Mallorca (3-2), el 28 de noviembre de 1999, con un equipo en que el único no extranjero era Puyol después que fueran sustituidos Guardiola y Luis Enrique; en septiembre de 1998, se había dado una historia parecida en el Bernabéu (2-2), cuando el único canterano fue Sergi y solo se alineó otro español, Luis Enrique; y, unos días, después, contra el Celta (2-2), repitieron Sergi y Luis Enrique y se sumó Abelardo.
Aquella temporada, la 1998-1999, el Barcelona tenía en su plantilla más extranjeros que nunca: 15 —lo mismo ocurrió en el curso 2006-2007 y al siguiente—. El número de foráneos aumentó desde la ley Bosman, aplicada en 1995, hasta hoy, en que nunca hubo menos extranjeros en el Barça: ocho —incluido Messi, formado en La Masia, excepción hecha de los cinco que se contaron precisamente en la 1995-1996—.
Únicamente tres de los jugadores que ahora mismo componen la alineación habitual del Barcelona no estaban en el club en la etapa de los holandeses de Van Gaal: Busquets, que se incorporó en 2005; Messi, llegado en 2001, y Pedro, fichado en 2004. Tanto Busquets como Pedro alcanzaron la elite con Guardiola, el técnico que les había dado protagonismo en el filial y nada más comenzar la Liga 2008-2009. “Nuestro mérito fue apostar por la cantera en las alineaciones”, explica Guardiola. “Uno de mis mejores recuerdos es haber insistido con Pedro y Busquets después de que las cosas comenzaran mal”, insiste, después de evocar la derrota en su estreno en Soria. “Nosotros ponemos a los chicos sin distinguir entre partidos sencillos o complicados”, concluye Vilanova.
No hay partido actualmente en que no se cuenten los jugadores de la cantera que hay en la alineación. Un mérito de Guardiola y Vilanova. La cultura futbolística pertenece a Cruyff y Rexach. Y en la aplicación del método tuvo mucho que ver Van Gaal. La apuesta del Barça por un estilo de juego se refleja precisamente en la contratación de los técnicos y en las convocatorias. Mañana, contra el Alavés en la Copa, descansan Messi, Valdés, Iniesta, Piqué, Xavi, Busquets, Alba y, por contra, están citados Planas, Sergi Roberto y Deulofeu, las figuras de un filial que ha protagonizado excelentes actuaciones en el Barça B.
El relevo generacional parece garantizado. Montoya ya alcanzó la cumbre y ahora la estrella en el Miniestadi es Deulofeu.
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