Cuando Luis Adolfo planeó la ruptura con Julieta en pleno centro de Buenos Aires, ya había dejado encargado a sus amigos la desocupación completa de sus muebles del departamento que compartía con Julieta en la ciudad de México. El gran número de gatos que poseía Julieta, fue un problema para Luis Adolfo ¿Qué hacer con ellos?
Luis Adolfo pensó en eliminar a esa treintena de gatos que habitaban con él y que le habían generado una alergia espantosa: hinchazón de párpados, obstrucción de la garganta, vómitos frecuentes y una serie d emanchas rojas en toda la cara y cuello.
Pese a que Luis Adolfo le había escrito una notita a Julieta, la cual pegó en la puerta principal del departamento conyugal, para que cuando ella volviera de Buenos Aires le mirara de inmediato. La notita decía así: "Amor mio, !! te odio tanto ¡¡ Posdata: maté a tus gatos". Él no se atrevió a eliminar a esos felinos causantes de su alergia. Los llevó con muchas dificultades a un centro de protección de animales, quienes los recibieron con mucho agrado.
El departamentito quedó vacío de muebles y enseres domésticos, y de ese animalero que lo único que dejaron fue un rastro de pelos esparcidos por todos lados.
Cuando Julieta por fin pudo salir de Buenos Aires, con el ánimo en los suelos y el corazón roto, por la súbita ruptura que le planteó Luis Adolfo tan lejos de casa. Y ella que pensaba que todo marchaba de maravilla en su matrimonio, resultó que era su ilusión y nada más. No se imaginaba que tampoco tenía casa, así que cuando abrió la puerta lo que encontró fue el vacío total, y de nueva cuenta se desvaneció y cayó al suelo.
Julieta no extrañaba la falta de sus enseres domésticos, sino solamente a su treintena de gatos, sus hijos del alma. Sus amigas acudieron de inmediato en su auxilio, y la proveyeron de muebles y artefactos electrodomésticos indispensables para funcionar como hogar.
Luis Adolfo aprovechó la ocasión para ir a pasar una temporada con su madre que radicaba en Miami. Él confesaba a sus íntimos amigos: "yo soy hijo de mami y ella nunca estuvo de acuerdo el matrimonio con Julieta. Así que ahora yo la hago feliz completamente, con esa noticia del rompimiento".
La madre de Luis Adolfo estuvo encantada con la llegada de su único hijo, así que le preparó varias reuniones para que su hijo estuviera feliz y contento de estar en Miami.
Julieta por su parte se consolaba con sus múltiples amigas, quienes le organizaron varios desayunos y cenas de solidaridad con la amiga recién abandonada. Julieta pensó de inmediato en tomar una terapia para entender las fallas posibles de su relación con Luis Adolfo, y que ella nunca supo detectar, soló la falta de sexo entre ellos le pasaba por la cabeza como el detonador de la separación.
Lo que más la atormentaba a Julieta era el no conocer el paradero de sus gatos. Y se consolaba pensando en que habría muchos gatos callejeros que ella podía recoger con facilidad; los necesitaba como una madre a sus hijos.
Julieta se refugió en el trabajo de manera obsesiva, ya no dejó ningún rato libre para otras actividades, solamente el trabajo era su única distracción.
El agotamiento físico y emocional de Julieta la llevó a consumir una buena cantidad de tranquilizantes, que la mantenían dopada y sin ánimos para seguir viviendo. Finalmente, su terapeuta le recomendó ver a un psiquiatra porque su depresión ya era inmanejable para ella.
Julieta tuvo que ser internada en una clínica por causa de un grave síntoma de surmenage, todavía sigue recluida en ese sitio porque no hay modo de reponerse de la separación, no acepta el engaño de haber sido invitada a un viaje que ella consideraba de "luna de miel", y que resultó una trampa para el rompimiento de una relación que ella pensaba, era maravillosa.
Por su parte, Luis Adolfo quedó atrapado en las redes amorosas de su adorada madre, quien le proporciona "todo" lo que un hijo puede desear de su madre.
Sus amigos del café La Selva, aún siguen extrañando a esa pareja peculiar, dispar e inolvidable.
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