Mauricio es un hombre rico, millonario sería el término más correcto, fortuna que ha hecho con la agricultura de exportación, al dedicarse al cultivo de arroz en miles de hectáreas propias y alquiladas.
Mauricio tiene dos princesitas que son sus hijas, aunque estas dos chiquillas no son sus únicas hijas, ya que él calcula que ha engendrado unos veintiocho hijos más, con diversas amantes y concubinas, estas princesitas son sus preferidas, ya que proceden de su esposa "oficial", la "legítima".
Mauricio viaja constantemente por todo el país buscando nuevas tierras para ampliar su emporio arrocero, por esa razón tiene muchas mujeres, como los marineros las tienen en cada puerto.
Algo digno de mencionarse es que Mauricio es un hombre bueno, ya que mujer que él embaraza de inmediato le construye una casita para alojar a su futuro crío. Es un hombre muy responsable, sin lugar a dudas, buen proveedor.
Mauricio es amado y deseado por docenas de mujeres de condición humilde, campesinas, eso si muy bonitas, que aceptan ser sus amantes eventuales, porque saben que no serán desprotegidas en el futuro.
También, Mauricio reconoce legalmente a todos sus hijos, les da su apellido que en su país es un verdadero emblema de nobleza para quien lo porta.
Sus princesitas consentidas se llaman Perla y Esmeralda, ambas han estudiado carreras universitarias y son éxitosas en sus respectivos campos de acción.
Perla y Esmeralda son un par de mujeres enamoradas del amor, pero también de hombres casados. Pero eso no obsta para que Mauricio les proporcione felicidad a sus hijas adoradas. Cuando ambas hijas le plantearon la situación a Mauricio, él contestó como un padre responsable, "eso se arregla fácilmente, no importa que sus novios sean casados".
Mauricio averiguó de inmediato los domicilios de los novios casados de sus hijas, y se apersonó en ambas residencias, y frente a las familias de esos individuos, les dijo: "Espero que usted se divorcie de inmediato de su mujer, porque quiero que se case con mi hija en tres meses". Las familias de ambos hombres casados, se conmocionaron con la presencia de Mauricio en sus casas, quien por cierto se hizo acompañar de sus cuatro guardaespaldas, y aceptaron de inmediato "el trato de un divorcio expres", ya que era incómodo charlar con un desconocido que los tiene apuntándoles con una pistola a la cabeza.
"Si ustedes deciden huir, los encontraré dónde sea que se escondan y los mataré de inmediato, a sangre fría".
Mauricio no hablaba por hablar, ya había asesinado a un pretendiente de su hija mayor que optó por romper el compromiso matrimonial, porque se enamoró de otra mujer.
Las bodas de sus hijas, que fueron en la misma fecha, fue fastuosa y no reparó Mauricio en gastos suntuosos, echó la casa por la ventana.
Mauricio fue ese día inmensamente feliz, al ver a sus adoradas hijas, salir de blanco, y radiantes, del brazo de su padre para ser entregadas al futuro marido frente al altar de dios.
Los dos hombres ex-casados, estaban pálidos no de la emoción sino de la verguenza de ser exhibidos públicamente, ya que Mauricio había invitado a toda la prensa del país y a la televisión. Era un hombre con poder suficiente para hacer eso y más.
Los dos yernos de Mauricio se portan sumisos con él y amorosos con sus mujeres, pero en el fondo todos saben que no están a gusto con ese par de princesitas adoradas por su padre.
Muy inteligentes, los dos, prefirieron una boda a un funeral...
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