La televisión de todo el mundo ha globalizado un formato exitoso que es el "Realities Show", cuyo atractivo consiste en mirar morbosamente el comportamiento cotidiano de un grupo de seres humanos comunes y corrientes.
El encierro voluntario de un grupo de individuos por largo tiempo, con el afán o el incentivo de obtener un jugoso premio económico, con la condición de ser observados por una serie de cámaras de video por todos lados y a todas horas, son los ingredientes básicos para que ese tipo de programa funcione ante un público ávido de hurgar en las vidas privadas que de golpe y porrazo se convierten en vidas públicas.
La selección de esos individuos que son candidatos a ingresar a este tipo de reclusión voluntaria, responde a criterios especiales que impone la televisión privada de cada país. En general, se buscan personas con cierto grado de educación, inclusive universitaria; un tipo físico atlético, y finalmente se aplica un criterio racista, se procura que sean personas de tez blanca y ojos claros.
Los criterios ocultos para la selección de esos candidatos varones y mujeres, son los más importantes: pertenencia a las clases medias y acomodadas de su país y el factor étnico que es supravalorado, blancos con ojos azules o verdes.
Las pruebas o competencias deportivas a que son sometidos todos los candidatos, constituyen el tema secundario de esos encierros voluntarios. Lo verdaderamente interesante para los millones de televidentes que siguen estos programas que incitan al voyerismo morboso, es lo que sucede fuera de las competencias deportivas: cómo comen, cómo duermen, cómo se bañan, cómo hacen sus necesidades fisiológicas, cómo se enamoran o seducen entre sí, y cómo se emberrinchan algunos participantes por sus constantes frustraciones, puras nimiedades.
Las cámaras de video son implacables con los competidores, no los dejan de filmar ni a sol ni a sombra. Pese a esa estricta vigilancia fílmica durante veinticuatro horas, los competidores esconden sus verdaderas personalidades, porque siempre están actuando ante las cámaras de la televisión.
Si esos programas de televisión con ese formato de encierro voluntario fueran verdaderos experimentos sociológicos, tendrían que cumplir con estos requisitos mínimos:
1.- Selección de competidores de todas las clases sociales.
2.- Selección de participantes de todas las étnias del país.
3.- Selección de diversos personajes que realizan profesiones que la sociedad sataniza: travestis, prostitutas, ladrones, policías, choferes de buses urbanos, etcétera.
4.- Selección de candidatos con estados civiles diversos: solteros, casados, viudos, amancebados.
5.- Y, finalmente, seleccionar candidatos de la tercera edad.
Para que estos programas reflejen de alguna manera el crisol de toda la sociedad.
Y que la sociología explique esos comportamientos y relaciones sociales entre los grupos urbanos.
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