Es falsa la afirmación que reza así: que el cyberespacio es de todos, que es democrático.
El mundo real y el virtual también está dividido entre ricos y pobres, lo mismo pasa con las regiones y continentes.
No todo el mundo puede tener acceso a una computadora propia o alquilada, eso de por si ya genera una nueva clase social: los ciber-analfabetas.
La población planetaria tiene una élite que dispone de la tecnología más avanzada en materia de computación, ya sea con las laptops, teléfonos celulares y demás nuevos avances cibernéticos. Eso cuesta mucho dinero para los usuarios, tanto la compra de los aparatos como las rentas a las empresas de comunicación teléfonica.
Existe otro factor importante de consideración en el análisis sociológico de los cibernautas ricos y pobres, es el factor tiempo, el ocio del usuario.
Hay millones de pobres en todo el mundo que no disponen de tiempo libre u ocio, y por eso están marginados de las redes sociales virtuales, sus redes reales son las necesarias para la subsistencia diaria, se apoyan en la familia y los sistemas de parentesco artificial (compadrazgo).
Paradójicamente, los cibernautas ricos o acomodados en una economía de mercado como ganadores, carecen de verdaderas redes sociales reales, todo lo que poseen lo han derivado hacia lo virtual.
Viven en el "como si fuera cierto", en el mundo de la virtualidad.
Los cibernautas, en cualquier caso, son elitistas por naturaleza intrínseca. Por contraposición el número de analfabetas cibernéticos aumenta día a día. La brecha es inmensa entre ambos sectores.
También la sociedad posmoderna puede dividir a la población en dos sectores: los ganadores y los perdedores.
La base del éxito es, si duda, el éxito económico, sin importar el origen de esa riqueza, ahí nos lleva la sociedad en la trasmutación de valores y principios éticos.
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