A lo largo de mis años como contertulio de varios cafés en México y en el exterior también (Chile, Argentina, Guatemala,Italia y España), me he podido percatar que siempre son reuniones entre hombres y eso debe tener una explicación.
Las mujeres han sido las grandes ausentes de las discusiones de café, quizá porque las mujeres contemporáneas nuestras estaban dedicadas a la crianza de los hijos y al cuidado del hogar, obviamente no trabajaban fuera de casa. Los tiempos posmodernos tienen a las mujeres en la calle, en las oficinas, trabajando arduamente, y por supuesto, ahora ellas van a los cafés a reunirse con sus amigas y a charlar horas interminables.
Pero, mucho ojo, los contertulios varones casi no incluyen en sus mesas a las mujeres, por alguna extraña razón que ahora dilucidaremos.
Las charlas de los hombres mayores de cincuenta años, tienen varios componentes esenciales: una buena parte del tiempo se dedican a mirar a las chicas y a comentar su estado de gracia de cada una de ellas, como si fuera una pasarela de concurso de belleza, también otorgan calificaciones; otra porción del tiempo la invierten en contar aventuras amorosas o eróticas (casi siempre son producto de la fantasía); y después se comentan las películas, los libros, los acontecimientos políticos nacionales y extranjeros, el clima, las nuevas amistades que aparecen en la vida de cada quién, para después poderlos incorporar a las tertulias del café.
Observen bien, como los hombres siempre hablamos, muchas horas, de cosas que suceden fuera de nosotros, casi nunca nos referimos a nuestros sentimientos, familias, relaciones de pareja, hijos, dolores y esperanzas (eso se puede considerar como muy "femenino").
Los hombres siempre estamos en el "afuera", lejos del interior, hablando de cosas ajenas a los sentimientos y emociones. Esto aburre tremendamente a las mujeres contertulias ocasionales de nuestras mesas de café.
En cambio, las charlas de café entre mujeres tienen otros ingredientes: hablan de sus emociones, dolores de la separación o del parto, depresiones, problemas con los hijos chicos o grandes, dificultades con la pareja, las avatares del trabajo, la economía doméstica.
En ambos grupos de contertulios la risa, la broma, la ironía y el sarcasmo, son ingredientes que salpican de gracia las conversaciones. Pero eso si, las bromas siempre se refieren al sexo opuesto, los hombres se ríen de las mujeres y ellas de nosotros. Eso es una cuestión democrática, digna de alabarse siempre.
En las mesas de café, sólo para mujeres, mujeres contemporáneas nuestras, mayores de cuarenta años, siempre habrá lágrimas y susurros, y apapachos, mimos y caricias de las demás para consolar y limpiar heridas profundas.
Las mujeres hablan de lo que transita en sus entrañas, hablan desde adentro, lo de afuera les importa un comino.
Hoy en mi mesa del Café Toscano, frente al Parque México, incluyo gentilmente a mis amigas queridas, para conocer qué piensan, qué sienten, qué están haciendo con sus vidas. Y me he encontrado valiosas mujeres haciendo proyectos interesantes, todos ellos llenos de creatividad: productos alimenticios sanos, chocolates conhistoria, collares fantásticos, novelas de amor, poesía erótica, en fin...
Para mi lo posmoderno es generar tertulias mixtas, la vida tiene variedad y pluralidad, por qué no incorporarlas a mi mesa también.
Las conversaciones surgidas cuando el público es variado y plural, es definitivamente más rico, yo siempre aprendo de las mujeres, son sabias y brujas.
Rompamos el machismo imperante durante todo el siglo XX, que se impuso tanto en los cafés como en las cantinas donde no se permitía el ingreso a mujeres, porque se les consideraba "menores de edad" (¡¡).
Apenas tiene algunos años de tener el derecho al voto en las elecciones, al menos en México, y también a entrar a las cantinas y bares, sin considerarlas por eso unas putas.
En Europa siempre me admiré de ver mujeres solas o en grupo en los bares departiendo alegremente, sin que nadie las fastidiara por eso.
!! Qué vivan las mujeres ¡¡
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