Los pocos juegos que se han llevado a cabo en los últimos tres días, demuestran poca calidad futbolítica y, por ello mismo, un gran aburrimiento en los televidentes de todo el planeta. El ocio se ha visto poco recompensado ya que los encuentros entre selecciones de diversos continentes, han terminado empatados, sin goles, y con escasa calidad atlética. Pese a que la televisión ha hecho creer que los africanos son equipos débiles y fáciles de derrotar, por ejemplo; la realidad demuestra que los africanos no han sido tan sencillos de vencer.
No se olvide el hecho que el Mundial de Fútbol es el gran negocio del siglo, sobre todo para las televisoras de todo el planeta, ellas son la únicas ganadoras desde el inicio de la justa futbolística. El Mundial es un gran escaparate para exhibir las marcas comerciales de todo tipo de productos y servicios transnacionales.
La reflexión que hacen los aficionados críticos es acerca de los jugadores de las selecciones que fallan en el campo de juego, cuando se supone que los jugadores son profesionales que entrenan todos los días, que saben dominar el balón con maestría y que ensayan tácticas diversas. pero a la hora de la verdad, cuando saltan a la cancha a disputar un encuentro, la tónica es el error constante y la imposibilidad de anotar goles.
Los jugadores se lesionan más en los entrenamientos que en los juegos formales, los llamados "calentamientos" previos, son a todas luces innecesarios; porque los preparadores físicos de los equipos los obligan a hacer movimientos corporales que son inútiles para el verdadero juego, los ejercicios en los vestidores no conducen a una mejor flexibilidad o destreza de los jugadores con el balón.
El otro gran error es pretender aislar al jugador de su familia durante una larga temporada, les privan del afecto de la esposa y de los hijos, generando una situación anómala que provoca tristeza y angustia en los futbolistas, por eso no rinden al cien por ciento en la cancha. Y, también, la falta de actividad sexual conlleva frustración en ellos; todo lo que sucede en torno al fútbol en el Mundial es una anomalía social, en lo que respecta los jugadores.
Een la antiguedad de los mundiales se dio una anécdota de un jugador mexicano, que sufrió en el extranjero por no tener una dieta mexicana, especialmente la falta de chile (aji), a eso se le llamó posteriormente "el síndrome del Jamaicón Villegas", apodo de aquel viejo jugador.
Los seleccionados nacionales necesitan tener un entorno social, familiar y dietético, que les permitan funcionar adecuadamente en el extranjero, ya que finalmente no son tan globales como se nos ha hecho creer.
La miseria futbolística está a la orden del día en Sudáfrica, perderán los de siempre, los comparsas necesarios para que ganen los otros, aquellos los que representan el "negocio" para la FIFA (Brasil, Francia, Italia, Inglaterra, Holanda).
Aun falta un mes para que acabe este tormento mundial de estar sometido a la futbolización de la vida cotidiana.
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