domingo, 13 de junio de 2010

La clase ociosa.

El desarrollo de las industrias culturales ha estado ligado a la disminución de la jor nada de trabajo, que aumenta el tiempo de ocio, y a la mejora de la capacidad adquisitiva de las clases populares. Las cansadas jornadas de trabajo de doce horas que existían en Europa hace ciento cincuenta años se han convertido en meras referencia históricas para medir el progreso desde el salvaje capitalismo a la sociedad del bienestar y el consumo maswivo.

No hemos llegado a la utopía diseñada por Paul Lafargue, yerno de Marx, quien en 1880proponía una jornada laboral de tres horas en su obra "El derecho ala pereza".

En las sociedades postindustriales se ha desplegado un un nuevo pasaje hedonista, al que se le denomina "Sociedad del ocio", en el cual el creciente tiempo libre debería cumplir tres funciones: 1.- el relajamiento o descanso de la fatiga acumulada; 2.-la diversión o entretenimiento;3.-el desarrollo de la personalidad.

Existe abundante literatura acerca del uso que los ciudadanos hacen del tiempo libre, incluyendo los usos embrutecedores o degradantes, ligados al alcoholismo, a la drogadicción, al vandalismo o a los espectáculos alienantes, y buena parte de la delincuencia de fin de semana está asociado con conductas patológicas.

La meta de las políticas del ocio es que éste sea un espacio destinado para la realización positiva de las personas y a su enriquecimiento sensorial e intelectual, ya que el ocio debería ser un espacio para la reflexión o la creación.

Pero por mucho que se esfuercen las políticas del ocio, no les será fácil erradicar las borracheras de los jóvenes todos los fines de semana, las carreras ilegales de autos o los actos de vandalsmo que ocurren cada sábado en las ciudades, porque de algún modo expresan una insatisfacción existencial o social básica.

La extensión del tiempo del ocio ha constituido un estímulo formidable para las llamadas "industrias del ocio", que suministran bienes y servicios para ser utilizados en ese segmento privilegiado de la vida, en el que no se padecen obligaciones laborales ni servidumbres sociales.

El ocio sigue siendo en las sociedades posmodernas un privilegio de unos cuantos, ya que no todos tienen el privilegio del trabajo y mucho menos del descanso, existe todo un mundo de lo que se conoce como la economía "negra", una economía de la ilegalidad que linda con lo delincuencial.

Por último, hay que decir que existe una clase del ocio, que es mundial, pero es una minoría, de ella viven las industrias del ocio exclusivamente. Tiene un alto poder adquisitivo, a diferencia del resto de la sociedad.

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