Conocí a una modelo hermosa, originaria de Somalia, África, cuyo nombre es Lya Marion. La vida nos reunió en un convivio con la colonia francesa radicada en México. Ella es producto de un matrimonio, donde la madre es somalí y el padre francés.
Lya Marion es una mujer de treinta dos años, esbelta, alta, delgada, con el cabello rizado color caoba, tiene unos enormes ojos verdes. Ha sido modelo en varios países europeos. En dos palabras, es una hermosura de mujer.
En Francia conoció a un mexicano joven, adinerado, que le prometió matrimonio si ella se venía a México a radicar. Ella aceptó y arregló maletas y en un par de meses arribó al Distrito Federal, para continuar un dulce romance con el chico mexicano.
Resulta que el joven mexicano, ya estaba comprometido para casarse con una chica de la alta burguesía, con cuya familia su padre tiene grandes negocios inmobiliarios. Era inconcebible que este chico enamorado de Lya Marion rompiera su compromiso matrimonial por una aventura erótica, eso lo supo él en cuanto llegó a México.
En cuanto pudo habló seriamente con Lya Marion y le planteó la situación complicada en la que se había metido sin querer, le propuso seguir manteniéndola económicamente por un período largo en tanto ella se ubicaba como modelo de pasarela.
Ella aceptó, no tenía alternativa.
Lya Marion preparó su currículum vitae, con una buena cantidad de fotografías en blanco y negro, posando en diversos sitios de México, y con atuendos exóticos de su país d eorigen. Era, ciertamente, un currículum sensacional, atractivo para cualquier agencia de modelos de este país.
Las agencias de modelaje de México han sido tomadas por asalto por cientos de jovencitas argentinas y brasileñas, todas ellas guapísimas, rubias o trigueñas, altas, con tipo europeo; desplazando a las modelos mexicanas que tienen otro tipo físico, más latino y más sexi.
Lya Marion sabe perfectamente que su tipo físico y su belleza son inigualables en el mercado de las modelos, sin embargo la dificultad de encontrar un buen trabajo permanente, ha sido lo más frecuente. Trabaja poco, gana poco dinero para su mantenimiento y para la compra de sus atuendos finos para trabajar.
Después de varios meses de pereginar por todas las agencias de modelaje de México, las más prestigiadas, encontró la respuesta a su escaso trabajo profesional.
Mira Lya Marion,- le dijo la dueña de la agencia de modelaje más importante de América Latina-, la verdad es que no tienes tetas grandes para lucir la nueva moda de verano. Sí te operas y te pones unos implantes de silicona en tus pechos, la cosa cambiaría radicalmente para ti.
Piénsalo seriamente, -le advirtió la dueña de la agencia-.
Lya Marion no entiende el valor estético de una mujer con senos descomunales, aunque dice que eso es lo común an América.
Abre sus grandes ojos verdes y me dice: Bolívar, no quiero volver a Europa, me gusta México, pero jamás aceptaré ser una muer tetona, no sería yo...
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