Mañana domingo se enfrentan en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, las selecciones de Argentina y de México, encuentro que ha levantado enormes expectativas entre los aficionads mexicanos, al grado que el país entero se ha dividido en dos: los que aseguran que México pierde y los que sostienen que México gana.
Después de la desastrosa presentación del equipo mexicano ante Uruguay, ante el cual perdió la oportunidad de demostrar la valía de esta selección dirigida por el Vasco Aguirre. Resulta que el entrenador mexicano se ha empeñado en alinear al delantero argentino naturalizado mexicano, el Guille Franco, quien ha sido un fracaso como delantero, no a anotado un solo gol después de unas ocho ocasiones con el marco contrario abierto de par en par.
El equipo mexicano genera serias dudas en la sociedad, el ánimo general es depresivo, triste y descorazonado. solamente la televisión privada confía en un triunfo de los mexicanos frente a los argentinos. Pero la televisión siempre observa una realidad que no es la misma que comparten la mayoría de los ciudadanos. Inclusive cuando narran un partido de la selección nacional, los locutores reseñan un juego que no tiene relación con lo que està sucediendo en la cancha.
El fenómeno mediático está actuando en la conciencia de los ciudadanos como un taladro que perfora profundamente las ideas contrarias, que expresan que México no será el campeón del mundo.
La incognita se despeja mañana mismo, pero el péndulo oscila entre la depresión y la euforia.
Si gana México a Argentina, su utilización política será grandioso.
Si pierde México, el desánimo será producto de una cultura asociada a la derrota.
La moneda está en el aire.
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