domingo, 27 de junio de 2010

Los pesimistas crecen día a día.

La ciudad de México amaneció hoy domingo, un poco soleada, con algunos nubarrones grises en lontananza. Pero el ánimo de la sociedad entera es de pesimismo, no se observan fanáticos que porten masivamente la camiseta verde de la selección mexicana, como en otras ocasiones, la ciudad sigue tranquila, soporífera, inactiva.

Después de presenciar el encuentro entre las selecciones de Alemania e Inglaterra, donde la alemana ya anotó cuatro goles, este es un deleite para el paladar del aficionado exigente, los europeos juegan un buen fútbol, preciso, eficaz y demoledor.

Anoche, por obligación impuesta por la FIFA los entrenadores y algún jugador (el capitán) deben ofrecer una conferencia de prensa previa al partido, pues se presentó el Vasco Aguirre sólo ante los medios de comunicación acreditados en Sudáfrica.

Los que nos dedicamos al psicoanálisis sabemos interpretar el lenguaje corporal, que a veces dice más que lo expresado oralmente, y el Vasco Aguirre ofreció una imagen de una persona insegura, desconfiada, taimada, cínica, hipócrita, irreverente ante los medios de comunicación ahí presentes, y al resto del mundo también.

Llegó retrasado por diez minutos, no ofreció disculpa alguna, se sentó y empezó a responder las incómodas preguntas de los reporteros mexicanos y argentinos, siempre de mala gana, con el deseo de que terminara lo más pronto posible esa sesión torturante de cuestionamientos sobre el seleccionado mexicano.

El Vasco Aguirre, se colocó una gorra blanca sobre la cabeza y cubrió sus ojos todo el tiempo, nunca miró de frente a sus interlocutores, respondió viendo la mesa, con la mirada gacha. Y en cuanto pudo, cortó la conferencia de prensa y se largó.

Las interpretaciones son variadas a cerca de la conducta inusual del Vasco Aguirre, pero la predominante es que se cubrió de las críticas de los pesimistas que viven en México y que suman millones, que no creen en esa selección mexicana y mucho menos que puedan ganarle a los argentinos. El Vasco Aguirre, al finalizar el Mundial de Sudáfrica, se largará a vivir al extranjero donde ya tiene amarrado un contrato como entrenador de algún equipo europeo, no volverá a México por mucho tiempo.

El Vasco Aguirre ya cobró unos millones de dólares por llevar a la selección nacional hasta este cuarto partido, no le interesa ir más allá. Si de casualidad ganá a Argentiona ya es un plus de dinero para él, pero el fútbol le importa poco, ese fútbol de selección nacional.

Como siempre sobresale el tema de los negocios alrededor del fútbol, todos están más preocupados por anunciar productos diversos en la televisión que jugar bien, arriesgando el físico y el prestigio nacional. Ahí están de magnífico ejemplo, los seleccionados italianos y franceses, flores de un sólo día.

En un par de horas más estaremos presenciando el encuentro de México contra Argentina, veremos quienes tenían razón los optimistas que piensan que México tiene un gran equipo de fútbol y que puede ser el campeón del mundo, o los pesimistas que piensan que los jugadores no son los idóneos para este justa mundial, al menos los que han alineado siempre, porque en la banca de suplentes están varios excelentes futbolistas que no han pisado la cancha todavía. Los intereses económicos van por delante, según parece a la sociedad mexicana.

La encuesta de mañana afirma que el setenta por ciento de los mexicanos no creen que México pueda ganarle a Argentina. Por algo será...

El día está para llorar de alegría o de tristeza...

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