domingo, 29 de enero de 2012

El peor momento del Barsa.

El peor momento del Barça
El cuadro de Guardiola sufre las secuelas de la Copa y empata con un Villarreal en alza





El Barcelona llegó en su peor momento a El Madrigal. Magullado por la eliminatoria copera contra el Madrid y sin esa pizca de confianza que le ha sobrado en los últimos años. Como si esos malos minutos del miércoles en el Camp Nou hubieran agrietado su fortaleza mental. Desarmado, además, por el mejor Villarreal de la temporada, un equipo vigoroso y solidario que con José Francisco Molina en el banquillo ha recuperado la fe en sí mismo. El Madrid se dispara ya a siete puntos.



VILLARREAL, 0 - BARCELONA, 0
Villarreal: Diego López; Ángel, Musacchio, Gonzalo, Joan Oriol; Cani (Castellani, m. 72), Senna (Marchena, m. 88), Bruno, Borja Valero; Joselu y Marco Ruben (Camuñas, m. 82). No utilizados: César; Zapata, Mario, Marchena y De Guzmán.

Barcelona: Valdés; Puyol, Piqué (Alexis, m. 59), Abidal; Xavi (Thiago, m. 75), Busquets, Cesc, Mascherano; Alves, Messi y Adriano (Tello, m. 75). No utilizados: Pinto; Dos Santos, Sergi Roberto y Cuenca.

Árbitro:Teixiera Vitienes. Expulsó a Igor Tasevski, segundo entrenador del Villarreal, por protestar, y amonestó a Musacchio, Ruben, Juan Oriol, Joselu, Gonzalo, Alves y Thiago.

Unos 20.000 espectadores en el estadio de El Madrigal.



Las correrías al ataque de los centrales, Musacchio y Gonzalo, evidenciaban que el Villarreal había perdido ese respeto reverencial de los primeros compases. Las piernas como alambres de Bruno se habían apoderado de una porción capital del centro del campo. Su capacidad de anticipación, secundada por la estabilidad de Senna, sorprendió a los medios azulgrana. A pesar de que, en ese afán por innovar, Pep Guardiola había incorporado a Mascherano junto a Busquets en la medular, conectando la defensa de tres con dos volantes, dos extremos y Messi. Era un intento de cimentar el eje para sofocar los síntomas de debilidad ofrecidos ante el Madrid. Pero no resultó. Sintiéndose solapado por Mascherano, Busquets bajó su rendimiento y Guardiola rectificó en el descanso retrasando al argentino a la posición de central.

Messi abandonó la primera parte arengando a los árbitros, enfadado con el mundo, abucheado por El Madrigal. Había sufrido un marcaje zonal muy severo. Los zagueros amarillos atacaron cada acción como si fuera la última, con una agresividad desconocida. Y a La Pulga le faltaron siempre un par de centímetros para llegar a buen puerto. Había cargado con demasiado peso, poco acompañado por sus compañeros en el ataque, desconectados Xavi y Cesc como volantes y desenfocados Alves y Adriano como extremos.

Consciente de que el Villarreal da pocos pelotazos, el Barça se abalanzó con voracidad sobre la salida de balón amarilla dejando en evidencia a Cani, Gonzalo o Ángel. La vaselina enroscada de Messi salió fuera esta vez por medio palmo, soplada por Gonzalo.

Sin un lateral derecho cerrándole el paso, Borja Valero encontró una vía de entrada en la esquina izquierda. Visto de cerca, al lado de los centrocampistas azulgrana, Borja no desentona. Dirige con criterio el ataque, asociándose con el incansable Marco Ruben, una pesadilla para cualquier rival por su tenacidad. Sin la aportación necesaria del joven Joselu, todavía en fase formación. Valdés voló hacia su costado derecho para desviar el disparo combado de Senna.

Tanto se animó el Villarreal que arrancó la segunda parte presionando dentro del área de Valdez, justamente después de reclamar un posible penalti de Busquets a Borja Valero. El Barça respondió masticando más la jugada, tratando de desbravar la fogosidad amarilla, impulsado por un Busquets ahora más suelto tras el retraso de Mascherano.

Al Barça le seguía faltando frescura en el ataque y Guardiola recurrió a un renqueante, Alexis, por otro, Piqué. Tello y Thiago revitalizaron el último tramo azulgrana, neutralizado por el enorme tajo de Bruno y Senna, así como por las milagrosas estiradas de Diego López, primero a Cesc y al final a Messi.

Las secuelas de la Copa abren un abismo en la lucha por la Liga.

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