Por Bolívar Hernández.
Cuento corto. En la tupida selva chiapaneca donde imperan el tremendo calor y los moscos, no sucede nada interesante a lo largo de los días, los mese y los años; hasta que surgió el EZLN. Mientras tanto, los campesinos e indígenas de la región se pasaban las tardes en largas conversaciones en Tzotizil, Tojolabal y Mam. Un día, cuando el termómetro alcanzó los 40 grados a la sombra y el sudor nos c...orría como regadera por todo el cuerpo y al escurrirnos por la cara los ojos nos ardían por lo salado, ese día sucedió algo insólito en ese campamento, llegaron unas putas. Quién sabe de dónde venían pero eran muy sonrientes y complacientes con los chicos sobre todo. Ese fue un tema de conversación de muchas horas y días entre todos los varones ahí acampados. Las putas eran jovencitas, la mayoría delgaditas y con vestiditos muy cortos y escotados. Pero la que llamó poderosamente la atención de todos, era 'La galana'. (Galana, en ese contexto selvático quería decir 'gordita, robusta, fornida, chichona').
La galana era una mujer de unos treinta años, seguramente con varios hijos, por el abultado vientre y los senos caídos. Al caer la noche, me acerqué al rancho donde se alojaban ellas y atendían a sus clientes, y para mi sopresa, 'La galana' tenía una fila de ardientes campesinos esperando turno con ella, mientras las otras se morían de aburrimiento por no 'ocuparse', como dicen ellas. Como 'La galana' estaba causando demasiados pleitos y celos entre los hombres ahí acampados, se decidió expulsarlas a todas ellas para desgracias de la mayoría de sus admiradores. Años después volvía yo a visitar la región y todavía quedaba el recuerdo de 'La galana', ya era una leyenda de la selva.
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