El gabinete de AMLO / Víctor Flores Olea
Víctor Flores Olea
Varios analistas han insistido, seguramente con razón, en la necesidad imprescindible de que Andrés Manuel López Obrador, si en verdad desea encabezar un gobierno de calidad y que “en verdad pase a la historia”, está obligado antes que nada a designar un gabinete excepcional por la personalidad de sus integrantes.
Amplios períodos de la historia de México, sobre todo en el siglo XX, habrían confirmado que los gobiernos de calidad y personalidad en esos tiempos fueron encabezados por presidentes de talento, pero sobre todo por presidentes que se rodearon de gente brillante y conocedora, y con amplia experiencia política en sus ramos. Pero sobre todo diríamos con visión histórica de las necesidades efectivas de México en esas materias.
Lo que ocurre ahora, que no puede perderse de vista, es que Andrés Manuel López Obrador ya ha “nombrado” con anticipación a varios de los integrantes de su gabinete, y tales nombramientos me parece que de ninguna manera desilusionan o se prestan a la fácil crítica. Son nombramientos no para el desempeño ya de una función ejecutiva, es decir, en más de un sentido son “hipotéticos”, pero sí revelan sin duda digamos el “alma” política de AMLO. Y esto es lo importante, independientemente de que los “designados” ahora lleguen o no a desempeñar su función anunciada.
De manera absolutamente informal hay, desde luego en los medios universitarios y en ciertos casos, y en otros muy remotos al universitario, hasta entusiasmo por los “nombramientos” anunciados, y también entusiasmo por el procedimiento inédito, frente al cual AMLO no ha tenido el temor de destaparse o de destapar a sus elegidos. Ya veremos en todo caso cuál es el resultado político de este procedimiento inédito en la historia de la formación de los gabinetes presidenciales.
Marcelo Ebrard, en primer término, como Secretario de Gobernación. Idea perfectamente coherente de AMLO ya que en su oportunidad calificó a Ebrard como un mexicano y un político excepcional, después de que el jefe de Gobierno del Distrito Federal cumplió rigurosamente el acuerdo con AMLO de acatar el resultado de la encuesta entre perredistas que decidiría cuál de los dos sería el candidato de la izquierda a la Presidencia de la República. Después de tales elogios, estaba ya sellada la fortuna de Marcelo Ebrard en un posible gobierno encabezado por López Obrador.
Pero no quedaba allí toda la cuestión: entre un amplio sector de la izquierda se mencionó con bastante anticipación, sobre todo entre universitarios, la posible candidatura de Juan Ramón de la Fuente a la Presidencia de la República. Tal posibilidad no se materializó pero AMLO entendió plenamente los mensajes que le llegaron y mencionó al ex rector de la UNAM como un designado posible a encabezar la Secretaría de Educación Pública. Nuevamente esa designación anticipada fue extraordinariamente afortunada y fue recibida con muestras entusiastas sobre todo en el sector universitario, pero mucho más allá del mismo.
Otro designado con anticipación es el Ingeniero Javier Jiménez Espriú, para la Secretaría de Obras y Comunicaciones, que también ha sido muy bien recibido no únicamente entre el gremio sino otra vez entre universitarios.
En la UNAM Jiménez Espriú fue brillante director de la Facultad de Ingeniería y Secretario General Administrativo, en tiempos de Guillermo Soberón. Por su lado, ha sido reconocido miembro de asociaciones de ingenieros y muy activo defensor de las posiciones nacionalistas de AMLO, por ejemplo en cuanto a la privatización del petróleo o a la injerencia de la iniciativa privada en materia de nacionalización del mismo, o de su control por vía directa o indirecta, razonando siempre en profundidad que debe mantenerse el carácter de interés nacional de esa riqueza, y demostrando con sólidos razonamientos los peligros para la seguridad de México que traería consigo su eventual privatización.
Claudia Sheinbaum, quien ya fue directora del Medio Ambiente en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, estaría colocada en un lugar relevante para ser designada Secretaria de Estado en ese puesto, en caso de que AMLO obtuviera la presidencia en julio de 2012. Nuevamente se trata de una universitaria de gran calidad y con experiencia de primer nivel en la materia.
Ha sido también mencionado con anticipación para ocupar el puesto de Secretario de Hacienda el economista Rogelio Ramírez de la O, quien se ha distinguido en consultorías privadas y a quien obviamente López Obrador debe tener una gran confianza porque desde el 2006 lo ha mencionado como posible Secretario de Hacienda. No hay duda, sin embargo, que todavía debe acreditar sus credenciales en la función pública, aunque las mismas en el plano académico parecen ser de primera línea: doctorados en la Universidad Nacional Autónoma de México y en Cambridge, Inglaterra.
Creo que después de esta muestra hipotética sobre la composición futura del gobierno de AMLO, deberían desvanecerse los argumentos que remiten a un porvenir incierto la calidad de su gobierno. Por ese lado los anuncios hechos hasta el momento por Andrés Manuel me parece que refuerzan la confianza en este candidato, al menos por dos razones básicas: a la circunstancia de que tuvo el valor de presentarlos abiertamente desde estas fechas, sin temor a que la crítica los anulara o deshiciera. Todo indica que se han sostenido por sus propios méritos y que a AMLO, no obstante lo extraño de su decisión, le resultará positiva la jugada.
Todo indicaría entonces que el argumento del “buen gobierno” por la calidad de quienes lo integran en puestos clave, se confirmará plenamente en el caso de que López Obrador triunfe en las elecciones de 2012.
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