Un triángulo que es abismo
Por: Salvador Camarena
.La reportera de The Miami Herald Frances Robles recibió información de que en Honduras había cárceles donde los presos tenían la libertad de dejar el reclusorio para cometer crímenes, y que quienes patrocinaban los ilícitos eran los propios jefes carcelarios. Comisionada por su diario, Frances viajó a ese país centroamericano para descubrir que la situación se había deteriorado de tal manera que el motivo que la llevó a realizar su cobertura se quedaba corto.
"Estamos podridos hasta la médula", dijo Gustavo Alfredo Landaverde a Frances en noviembre pasado, según publicó este domingo The Herald. La reportera cuestionaba sobre la “corrupción relacionada con las drogas que infecta virtualmente todos los estratos de la ley y el orden en Honduras”. Su entrevistado, uno de los pocos que aceptó ser identificado, le dijo entonces: "Estamos al borde de un abismo. Estas son organizaciones criminales por dentro y por fuera (del sistema)".
Landaverde, ex subdirector de la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, cuyo último jefe había sido asesinado, se preguntaba el día de la entrevista "¿por qué estoy vivo todavía?", publicó Frances. Dos semanas después, en efecto, fue acribillado.
El trabajo de Frances le pone rostro a las cifras que ya anunciaban que Honduras es hoy la capital mundial del asesinato. Pero no es una situación aislada, o singular. Un reporte reproducido por infolatam hace dos semanas recordaba que el Observatorio de Seguridad de la Organización de Estados Americanos (OEA) alertaba que el llamado Triángulo del Norte de Centroamérica, compuesto por Honduras, Guatemala y El Salvador, tiene niveles de homicidios de locura: “Honduras tuvo una tasa de 81,83 por cada cien mil habitantes en 2010; El Salvador, de 64,68; Guatemala, de 41,46, según el Observatorio”.
El problema en Honduras es de tal magnitud que grupos como El Cuerpo de Paz ha decidido sacar a sus 158 integrantes, “como parte de una decisión que también abarca a El Salvador y Guatemala por el peligro que la criminalidad representa en esos países”, según publicó Univision.
"Hoy vivimos en una situación de violencia inconcebible", publicó el mes pasado en el diario Siglo 21 de Guatemala la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú. "Se han impuesto el terror y la saña, una cultura de menosprecio a la vida. Sin embargo, esta violencia no puede verse de manera aislada sino como una consecuencia de un orden injusto y atado a estructuras económicas, sociales y políticas establecidas para excluir y discriminar pero también para favorecer. Estructuras que han permanecido en el tiempo y se mantienen a fuerza de impedir el cambio. La debilidad manifiesta de las instituciones del Estado y su sistemática corrosión no hace posible avanzar en las condiciones que deben hacer propicia la protección y el respeto de los derechos humanos en su integralidad".
¿Cuántas voces de alerta tendrán que sumarse antes de que veamos una resolución regional, que incluya decididamente a Estados Unidos, por su corresponsabilidad como país consumidor de la droga, la gran erosionadora de las ya de por sí débiles estructuras institucionales que quedaron en Guatemala y El Salvador, después de sus respectivas guerras civiles, e incluso en Honduras, donde hasta el golpe de Estado en contra de Manuel Zelaya se convirtió en un distractor del gobierno que fue aprovechado por los criminales, según consigna el informe Organized Crime in Central America, the Northern Triangle, publicado en septiembre por el Woodrow Wilson Center.
En ese informe se destaca que las tasas criminales en los lugares críticos, aquellos que fueron percudidos por el tráfico de drogas, de Honduras, El Salvador y Guatemala son 100 por ciento más altas que en otras zonas de esos mismos países.
Además, a los grupos delincuenciales de esa región se ha sumado el apetito de las mafias mexicanas, pues es la ruta por la cual trafican la droga: el mismo reporte señala que mientras en 2008 ese corredor vio pasar el 42 por ciento de la cocaína destinada a EEUU, para 2010 ya pasaba por ahí el 60 por ciento del alcaloide.
Al valiente Landaverde le faltó incluir en el abismo que le describía a Frances Robles a El Salvador y Guatemala, atrapados en la misma espiral de violencia que su natal Honduras.
Mañana seguimos Contando América.
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