Por Bolívar Hernández.
Cuento corto. Sin querer se fue haciendo de una colección de lencería atrevida, varios sugestivos negligees en distinto colores eran sus preferidos. Toda esta cuestión de la ropa íntima coqueta, constrastaba con su manera de ser tan recatada y conservadora. Sin ser religiosa fanática tenía sus principios morales muy bien cimentados, aunque la verdad era la timidez lo que le impedía soltarse el pelo. Tenía deseos de hacer locuras en el plano amoroso y sexual, pero un freno interno se lo impedía con severidad. Si ser bonita era atractiva, poseer buen cuerpo decía ella era su ventaja en cuestiones de la seducción. Varios compañeros de trabajo se le acercaron y eso le gustaba a ella, pero siempre había un 'pero' para rechazarlos uno a uno. Ninguno era el 'hombre ideal', con el que ella soñaba para ser su pareja y el padre de sus hijos.
El tiempo trascurrió implacablemente y ella se fue marchitando lentamente. Sus amigas le decían que ya era hora de 'perder la virginidad' y que para eso con cualquiera era suficiente y en algún motelito discreto de la carretera. A los 40 años cumplidos, un enamorado de ella le propuso un viaje al Caribe, se entusiasmó y aceptó por primera vez acostarse con un hombre, no era el ideal pero...Días antes del viaje ella decidió cancelarlo, para desconcierto del enamorado galán.
Sus amigas de la universidad y del trabajo no podían dar crédito, que ella no hubiera experimentado el amor carnal con un hombre siendo atractiva desde jovencita. Y, encima con esa magnifica colección de lencería que atesoró en su closet, y que todas le envidiaban tanto.
Después de haber llorado y comentado todas las anécdotas sobre ella, se fueron retirando de la funeraria una a una.
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