domingo, 18 de noviembre de 2012

La derecha francesa elige al sucesor de Sarkozy

La derecha francesa elige al sucesor de Sarkozy

François Fillon parte como claro favorito para imponerse a Jean-François Copé en las primarias por la presidencia de la UMP

François Fillon (izquierda) y Jean-François Copé. / MIGUEL MEDINA (AFP)

Tras varios meses de campaña, pueblo a pueblo y golpe por golpe, François Fillon y Jean François Copé se disputan esta tarde el liderazgo de los conservadores franceses en las primarias para la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Los sondeos estiman que los más de 300.000 simpatizantes inscritos para el voto se inclinan de forma muy clara por Fillon, ex primer ministro de Nicolas Sarkozy y en teoría el más moderado de los dos candidatos. El secretario general del partido, Copé, no ha logrado recortar distancias aunque ha tratado de imitar a Sarkozy metiéndose sin complejos en los pantanos de la xenofobia y la islamofobia.
La cita se puede definir como las pre-primarias de la derecha francesa, porque la UMP podría aun convocar otros comicios para elegir a su candidato a las presidenciales de 2017. La campaña ha mostrado que no está cerrada la herida que produjo la doble derrota de primavera, cuando Nicolas Sarkzoy perdió las presidenciales de mayo y después la UMP salió escaldada en las legislativas de junio, dejando a la los post gaullistas lejos de los resortes del poder político tras diez años de hegemonía.
Sin hacer inventario del naufragio ni crítica del desastre, seguramente por miedo a perturbar la calma de un Sarkozy que sigue ambiguo respecto a un posible retorno a la política aunque hoy parece inmerso en su nueva vida de padre entregado y conferenciante ocasional que se afeita cada tres días, la partida entre Fillon y Copé, una vez amigos y hoy mejores enemigos, se ha jugado a cara de perro, entre falsos gestos de camaradería y la sensación de que el ganador deberá gestionar un marrón considerable: cuatro años y medio de travesía del desierto bajo la mayoría absoluta de los socialistas.
La campaña ha estado presidida por la absoluta ausencia de autocrítica de un pasado poco glorioso del que ambos candidatos han sido coprotagonistas, y por la presencia fantasma del carismático Sarkozy, que además de dejar al país en una difícil situación económica legó a sus sucesores un partido dividido, sumido en la omertà y en la crispación a raíz el giro a la ultraderecha que marcó su última campaña.
Convencidos de que aquella derrota fue un accidente y jugando a querer parecer más reaccionario que el rival, los dos candidatos han intentado aglutinar el descontento popular hacia François Hollande y han copado sus mítines con ataques al presidente socialista. Esta semana, en sendas entrevistas concedidas a Le Figaro, Fillon y Copé han propuesto una reforma profunda del mercado de trabajo basada en la rebaja de las cargas laborales, el fin de la ley de las 35 horas semanales y un cambio en la prestación del paro, y de paso se han mostrado de acuerdo en oponerse al matrimonio gay –Fillon promete abolirlo si gana en 2017, Copé no.
Los dos han coincidido además en descartar una futura fusión entre la UMP y el Frente Nacional de Marine Le Pen, un extremo en el que Fillon ha sido bastante más preciso que Copé: no habrá siquiera alianza simbólica, ha dicho, dando a entender que su rival copia ideas y proclamas a la ultraderecha. Siguiendo la estela del ideólogo de Sarkozy, Patrick Buisson, Copé ha producido enorme desazón al acuñar la expresión “racismo antiblancos” en un libro donde denuncia que los musulmanes desprecian a los “galos” que no tienen su color de piel. Y para rematar la faena, soltó la ocurrencia de que en los suburbios los niños musulmanes roban a los niños cristianos su ‘pain au chocolat’ (bollo de chocolate) cuando es Ramadán. Ahora, muchos franceses llaman “Copé” al famoso bollito.
Acusado de representar a una derecha blanda por su adversario, Fillon, que empezó la carrera hacia la presidencia del partido con un accidente de moto en el que se rompió un tobillo, ha utilizado una retórica más centrista, aunque si se lo dicen se hace el ofendido para no renunciar al voto ultra, y añade: “Soy más de derechas de lo que se cree”.
El ex primer ministro ha sonado sin embargo bastante sensato al asegurar que la UMP “debe actuar desde la derecha, el centro e incluso desde la izquierda para convencer a los franceses que votaron al PS y hoy se muerden los puños”. “¡Incomprensible!”, ha replicado Copé, que a menudo retrata a Fillon como un tipo poco activo: “Si quieren en la cúpula del partido a alguien que va dos minutos al telediario de TF1 cada seis meses y al que luego no oyen más, no voten por mi”.
Sin poder evitar la sensación de que se trata de una pelea de segundones, la batalla fratricida ha obligado a tomar partido a todos los barones de la UMP salvo a Sarkozy que ha permanecido neutral aunque es un fillonista de pro. Ante la avalancha de notables que engrosan las filas de Fillon y que en teoría eran amigos de Copé, este ha tratado de erigirse en el candidato de los militantes y de los pequeños cargos electos, y ha tendido la mano al expresidente anunciando que si quiere presentarse a las primarias para las presidenciales de 2017 le dejará su sitio. El problema es que todo el mundo sabe que no lo hará, porque su relación con el líder retirado es peor que mala.

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