La lucha antidesahucios, el primer logro del 15-M
Hace un año y medio 500, la PAH y los indignados lograron frenar el primer desalojo
Así nacía un movimiento que se ha convertido en la primera victoria de las asambleas de barrio
En la asamblea de afectados por la hipoteca del martes pasado no
cabía un alfiler. Decenas de interesados se agolpaban en la estrecha
entrada del edificio donde normalmente se organizan las reuniones porque
no querían perderse ni una de las explicaciones que los miembros de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) les daban sobre las
medidas que unos días antes había aprobado el Gobierno central para
paliar los efectos de los desahucios. Conforme uno de los abogados les
detallaba todos los requisitos que hay que cumplir para poder solicitar
la paralización del proceso por dos años, la sala comenzaba a despejarse
y se multiplicaban las caras de decepción. Entonces, Vicente Pérez,
miembro de la plataforma, cogió el micrófono y les recordó: “Aunque la
mayoría no cumpláis lo estipulado, no os desaniméis y seguid luchando.
Es importantísimo que vayáis a vuestras asambleas de barrio porque ahí
está la gente que os va a acompañar el día de vuestro desahucio y que se
movilizará frente a los bancos”.
Vicente se refería a las asambleas del 15-M. Más concretamente, a sus grupos de vivienda, encargados de apoyar a los afectados de cada barrio y de movilizar a los vecinos para luchar contra los desahucios. Solamente en Madrid, la PAH ha logrado paralizar casi 200 lanzamientos hipotecarios en un año y medio y, como reconoce su portavoz, Chema Ruiz, la lucha no hubiera sido posible sin el impulso del 15-M. Las sinergias entre ambos movimientos —enriquecidas por el apoyo de la Federación Regional de Asociaciones de vecinos de Madrid (FRAVM), entre otros grupos— han sido más que productivas: mientras la PAH desempeña las tareas de comunicación, asesoramiento jurídico y negociación con otros agentes sociales como sindicatos y partidos, las asambleas del 15-M crean una red de apoyo vecinal.
La PAH de Madrid se creó tres meses antes de lo que se conoció como la #spanishrevolution. Las primeras reuniones se celebraron en la localidad de Meco y en ellas participaron la FRAVM, la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos de España (CONADE) y un par de afectados. A la vez que se ponía en marcha el proyecto, algunos de estos miembros también se implicaron en la organización de la manifestación convocada por Democracia Real Ya el 15 de mayo de 2011. Cuando se puso en pie la pequeña ciudad de lonas en la Puerta del Sol, el tema de los desahucios pronto encontró cabida en una de las comisiones. Las primeras asambleas de vivienda se celebraron en la céntrica plaza del Carmen y los miembros de la PAH aprovecharon estos encuentros para difundir sus principales reivindicaciones: moratoria, dación en pago y alquiler social.
Justo un mes después, ambos colectivos lograron su primer éxito: la paralización del desahucio de Tatyana Roevo. Unos 500 manifestantes se congregaron frente al piso de esta psicóloga,en el barrio de Tetuán, para protestar contra el desahucio. Roevo, de 43 años, aún se emociona al recordar la alegría que se llevó al ver a tanta gente desde la ventana. “Aquel Stop desahucio estuvo organizado hasta el último detalle: había gente cubriendo la puerta de abajo, otros con Taty, compañeros para negociar con la policía, vecinos gritando… Teníamos mucha ilusión por cambiar las cosas”, explica Chema Ruiz. Isabel (no quiere dar su apellido), vecina del barrio y asidua a la acampada de Sol, se sumó también a la reivindicación de aquel día: “No conocía a nadie, pero conforme iban pasando las horas fui hablando con los que luego serían en muchos casos mis compañeros de la asamblea de Tetuán”.
Cuando los indignados se instalaron en los barrios, la relación con la PAH se fue consolidando. Uno de los primeros proyectos que pusieron en marcha conjuntamente fue la ocupación del Hotel Madrid, cuyo principal objetivo era dar un alojamiento provisional a las familias desahuciadas. La experiencia solo duró dos meses."El experimento no salió bien porque el mismo espacio funcionaba como centro social okupado y como vivienda de desalojados. Era un caos", critica Dani, un indignado que no quiere identificarse. El hotel fue desalojado a los dos meses. A pesar de este fracaso, la PAH de Madrid ha seguido apoyando la okupación como una “solución provisional” para aquellos desahuciados que han perdido su casa.
Las asambleas de barrio de Madrid más implicadas en los temas de vivienda son las de Carabanchel, Tetuán, Lavapiés y Pueblo Nuevo. Cada semana sus grupos de vivienda celebran una asamblea conjunta en el centro social okupado La Morada, en el barrio de Chamberí. Allí comentan los diferentes casos en los que trabajan e intentan coordinar acciones de apoyo para visibilizar el problema. Además, los indignados también acaban de estrenar una oficina de vivienda y todos los jueves por la tarde asesoran a los afectados que acuden a este centro social. “Sobre todo les ayudamos a rellenar los formularios para solicitar la dación en pago u otros documentos y les ponemos en contacto con la PAH y su asamblea de barrio”, explica Carlos Jiménez, integrante de la oficina.
Lo más importante, según explica Claudia, del grupo de vivienda de Lavapiés, es que el afectado no se sienta como un “apestado”. Esta indignada asegura que en el barrio hay una amplísima mayoría de afectados bangladesíes. “Para ellos es muy difícil superar la vergüenza que les da contar su caso, y para nosotros es complicado entenderlos, pero con mucha paciencia y cariño, logramos ayudarlos”, añade.
Lamin Lonke, oriundo de Mali, conoce muy bien qué se siente al acercarse a un grupo de desconocidos y contarles que se está a punto de perder la casa. Este mozo de almacén, de 35 años, paseaba un sábado del pasado mes de enero con su mujer, Nassi, y con sus dos pequeños por las inmediaciones de la Junta Municipal del distrito de Usera cuando se encontró con los indignados del barrio. “Recuerdo que hablaban del tema de las hipotecas y pensé que quizá ellos podían ayudarme. Ya me había llegado la notificación de mi lanzamiento y estaba desesperado. En cuanto les expliqué mi situación se comprometieron a paralizar mi desahucio y a conseguir un alquiler social para mi familia”, cuenta. Los indignados lo “invitaron” a una de las asambleas de afectados por la hipoteca en la sede de la FRAVM. “Allí conocí casos mucho más graves que el mío y comprendí que no estábamos solos”, recuerda.
A partir de entonces empezó la lucha de Lamin junto a los indignados de Usera y a los miembros de la PAH. El grupo de vivienda del barrio lo acompañó en varias ocasiones a negociar con el director de la sucursal de Bankia que le concedió la hipoteca de 231.000 euros que Lamin dejó de pagar cuando perdió su trabajo en la construcción. Pero ante la negativa de la entidad, el desahucio se ejecutó el pasado 18 de enero. Una vez que el cerrajero selló la puerta, los 200 vecinos que se congregaron a las puertas de su casa se dirigieron a la sucursal para protestar contra Bankia. De todas formas, Lamin y Nassi tenían todo preparado por si la presión vecinal y la mediación del abogado de la PAH no fueran suficientes. Ese mismo día se mudaron a otro piso por el que pagaban 500 euros de alquiler. Aunque la lucha no acabó ahí.
Una vez instalado en su nuevo piso, Lamin empezó a recoger firmas en las que solicitaba que Bankia le cediera un alquiler social y la condonación de la deuda. Ahora relata cómo una noche estuvo hasta las tres de la madrugada acompañado por Laura, una de las indignadas, recogiendo firmas en el antiguo centro social okupado Casablanca. Finalmente presentó en la sucursal 2.000 firmas. Cinco meses después de que perdiera su casa, por fin recibió respuesta del banco: el director le ofreció un alquiler social por 380 euros en un piso situado en el distrito de Villaverde.
Desde entonces, Lamin se ha involucrado en la causa contra el drama de los desahucios. Actualmente participa en las asambleas de la PAH en representación del distrito de Usera y también hace turnos de noche en la plaza de Celenque, donde varios grupos de afectados llevan un mes acampados para reclamar a Bankia una solución para sus viviendas. Lamin aún lucha por conseguir que el banco le condone la deuda pero también siente la necesidad de ayudar a los que le ofrecieron la mano cuando él lo daba todo por perdido.
Vicente se refería a las asambleas del 15-M. Más concretamente, a sus grupos de vivienda, encargados de apoyar a los afectados de cada barrio y de movilizar a los vecinos para luchar contra los desahucios. Solamente en Madrid, la PAH ha logrado paralizar casi 200 lanzamientos hipotecarios en un año y medio y, como reconoce su portavoz, Chema Ruiz, la lucha no hubiera sido posible sin el impulso del 15-M. Las sinergias entre ambos movimientos —enriquecidas por el apoyo de la Federación Regional de Asociaciones de vecinos de Madrid (FRAVM), entre otros grupos— han sido más que productivas: mientras la PAH desempeña las tareas de comunicación, asesoramiento jurídico y negociación con otros agentes sociales como sindicatos y partidos, las asambleas del 15-M crean una red de apoyo vecinal.
La PAH de Madrid se creó tres meses antes de lo que se conoció como la #spanishrevolution. Las primeras reuniones se celebraron en la localidad de Meco y en ellas participaron la FRAVM, la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos de España (CONADE) y un par de afectados. A la vez que se ponía en marcha el proyecto, algunos de estos miembros también se implicaron en la organización de la manifestación convocada por Democracia Real Ya el 15 de mayo de 2011. Cuando se puso en pie la pequeña ciudad de lonas en la Puerta del Sol, el tema de los desahucios pronto encontró cabida en una de las comisiones. Las primeras asambleas de vivienda se celebraron en la céntrica plaza del Carmen y los miembros de la PAH aprovecharon estos encuentros para difundir sus principales reivindicaciones: moratoria, dación en pago y alquiler social.
Justo un mes después, ambos colectivos lograron su primer éxito: la paralización del desahucio de Tatyana Roevo. Unos 500 manifestantes se congregaron frente al piso de esta psicóloga,en el barrio de Tetuán, para protestar contra el desahucio. Roevo, de 43 años, aún se emociona al recordar la alegría que se llevó al ver a tanta gente desde la ventana. “Aquel Stop desahucio estuvo organizado hasta el último detalle: había gente cubriendo la puerta de abajo, otros con Taty, compañeros para negociar con la policía, vecinos gritando… Teníamos mucha ilusión por cambiar las cosas”, explica Chema Ruiz. Isabel (no quiere dar su apellido), vecina del barrio y asidua a la acampada de Sol, se sumó también a la reivindicación de aquel día: “No conocía a nadie, pero conforme iban pasando las horas fui hablando con los que luego serían en muchos casos mis compañeros de la asamblea de Tetuán”.
Cuando los indignados se instalaron en los barrios, la relación con la PAH se fue consolidando. Uno de los primeros proyectos que pusieron en marcha conjuntamente fue la ocupación del Hotel Madrid, cuyo principal objetivo era dar un alojamiento provisional a las familias desahuciadas. La experiencia solo duró dos meses."El experimento no salió bien porque el mismo espacio funcionaba como centro social okupado y como vivienda de desalojados. Era un caos", critica Dani, un indignado que no quiere identificarse. El hotel fue desalojado a los dos meses. A pesar de este fracaso, la PAH de Madrid ha seguido apoyando la okupación como una “solución provisional” para aquellos desahuciados que han perdido su casa.
Las asambleas de barrio de Madrid más implicadas en los temas de vivienda son las de Carabanchel, Tetuán, Lavapiés y Pueblo Nuevo. Cada semana sus grupos de vivienda celebran una asamblea conjunta en el centro social okupado La Morada, en el barrio de Chamberí. Allí comentan los diferentes casos en los que trabajan e intentan coordinar acciones de apoyo para visibilizar el problema. Además, los indignados también acaban de estrenar una oficina de vivienda y todos los jueves por la tarde asesoran a los afectados que acuden a este centro social. “Sobre todo les ayudamos a rellenar los formularios para solicitar la dación en pago u otros documentos y les ponemos en contacto con la PAH y su asamblea de barrio”, explica Carlos Jiménez, integrante de la oficina.
Lo más importante, según explica Claudia, del grupo de vivienda de Lavapiés, es que el afectado no se sienta como un “apestado”. Esta indignada asegura que en el barrio hay una amplísima mayoría de afectados bangladesíes. “Para ellos es muy difícil superar la vergüenza que les da contar su caso, y para nosotros es complicado entenderlos, pero con mucha paciencia y cariño, logramos ayudarlos”, añade.
Lamin Lonke, oriundo de Mali, conoce muy bien qué se siente al acercarse a un grupo de desconocidos y contarles que se está a punto de perder la casa. Este mozo de almacén, de 35 años, paseaba un sábado del pasado mes de enero con su mujer, Nassi, y con sus dos pequeños por las inmediaciones de la Junta Municipal del distrito de Usera cuando se encontró con los indignados del barrio. “Recuerdo que hablaban del tema de las hipotecas y pensé que quizá ellos podían ayudarme. Ya me había llegado la notificación de mi lanzamiento y estaba desesperado. En cuanto les expliqué mi situación se comprometieron a paralizar mi desahucio y a conseguir un alquiler social para mi familia”, cuenta. Los indignados lo “invitaron” a una de las asambleas de afectados por la hipoteca en la sede de la FRAVM. “Allí conocí casos mucho más graves que el mío y comprendí que no estábamos solos”, recuerda.
A partir de entonces empezó la lucha de Lamin junto a los indignados de Usera y a los miembros de la PAH. El grupo de vivienda del barrio lo acompañó en varias ocasiones a negociar con el director de la sucursal de Bankia que le concedió la hipoteca de 231.000 euros que Lamin dejó de pagar cuando perdió su trabajo en la construcción. Pero ante la negativa de la entidad, el desahucio se ejecutó el pasado 18 de enero. Una vez que el cerrajero selló la puerta, los 200 vecinos que se congregaron a las puertas de su casa se dirigieron a la sucursal para protestar contra Bankia. De todas formas, Lamin y Nassi tenían todo preparado por si la presión vecinal y la mediación del abogado de la PAH no fueran suficientes. Ese mismo día se mudaron a otro piso por el que pagaban 500 euros de alquiler. Aunque la lucha no acabó ahí.
Una vez instalado en su nuevo piso, Lamin empezó a recoger firmas en las que solicitaba que Bankia le cediera un alquiler social y la condonación de la deuda. Ahora relata cómo una noche estuvo hasta las tres de la madrugada acompañado por Laura, una de las indignadas, recogiendo firmas en el antiguo centro social okupado Casablanca. Finalmente presentó en la sucursal 2.000 firmas. Cinco meses después de que perdiera su casa, por fin recibió respuesta del banco: el director le ofreció un alquiler social por 380 euros en un piso situado en el distrito de Villaverde.
Desde entonces, Lamin se ha involucrado en la causa contra el drama de los desahucios. Actualmente participa en las asambleas de la PAH en representación del distrito de Usera y también hace turnos de noche en la plaza de Celenque, donde varios grupos de afectados llevan un mes acampados para reclamar a Bankia una solución para sus viviendas. Lamin aún lucha por conseguir que el banco le condone la deuda pero también siente la necesidad de ayudar a los que le ofrecieron la mano cuando él lo daba todo por perdido.
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