viernes, 1 de abril de 2011

El amor romántico no existe.

"El amor romántico es una invención que sucede en un momento de la historia y al cual hemos sido fieles durante siglos. Pero el amor, como cualquier otra cosa que atañe al corazón humano, no está sujeto a esas reglas". Bajo esta declaración de principios, Marcos Giralt Torrente (Madrid, 1968) ha escrito Cuatro cuentos de amor invertebrado título aún no definitivo, el volumen de relatos con el que ayer obtuvo el II Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. El libro será publicado en mayo por Páginas de Espuma.

El autor de la aclamada y valiente novela autobiográfica Tiempo de vida confiesa a Público que con estos cuentos pretendía regresar a su "pedigrí como escritor", ya que sus primeros balbuceos literarios fueron en este formato. "De alguna manera quería reivindicar un género que creo que está injustamente ninguneado frente a la novela", añade.

"El amor edulcorado es una invención a la que hemos sido fieles durante siglos"
En estos cuatro relatos escritos con un estilo "muy británico", según el jurado, y en los que predomina la primera persona, Giralt Torrente se ha adentrado en el terreno pantanoso de las relaciones amorosas, pero "no desde una óptica edulcorada, ya que el amor, en la mayoría de los casos es imperfecto, aunque eso no quiere decir que no sea amor", confirma.

Estas historias están llenas de malentendidos que rompen relaciones, fracasos e imposibilidades. Una visión que para el autor está mucho más cerca de la realidad que él siempre trata de reflejar en su literatura. "Es cierto que esa mirada posmoderna en la que todo es relativo también está ahí, pero creo que con esta óptica hay una vuelta a la normalidad", comenta.

Tiempo de descompresión
"Esta mirada posmoderna creo que se ajusta más a la realidad"
La escritura de estos textos, "que no se mueven en el terreno de la autoficción", matiza el autor, surgió tras el agotamiento que le produjo Tiempo de vida. Después de un libro en el que la voz del narrador era la suya, Giralt Torrente reconoce que necesitaba descomprimirse: "Hubo un momento en el que todo el mundo me preguntaba por lo que haría tras esa novela. Eso me fue aprisionando y dedicarme a los cuentos fue una forma de salir por la tagente y quitarme presión", sostiene.

La inmersión en el relato le provocó también una placentera sensación de felicidad. "Es algo que te permite el cuento y no la novela, ya que ves los resultados mucho más rápidamente. Cuando escribes una novela siempre te surgen dudas, te quedas atascado. Se sufre más", señala.

Con este regreso al relato, Giralt Torrente se suma a toda una generación que ha vuelto a la narrativa breve casi al unísono. Para él, "es un síntoma de que estamos recuperando una tradición que habíamos perdido". El autor recuerda que la generación de los cincuenta escribió muchísimos relatos. "Luego no sé por qué se abandonó. Ahora es maravilloso que se recupere y a esto tampoco es ajeno la nueva generación de editores que están fomentando esta vuelta", aclara.

El próximo proyecto de Giralt Torrente es una novela. Aun no sabe de qué tratará, pero sí que estará escrita con la verdad. "Es lo que tiene que hacer todo escritor: escribir de algo en lo que te va la vida", zanja.

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