A lo largo de la historia contemporánea, siglos XX y XXI, los hombres se preguntan: ¿Qué quieren las mujeres? Y no saben responder correctamente a su propia interrogante. Ya que por lo general, la sociedad no ha permitido que las mujeres expresen sus deseos particulares, casi siempre el "deseo" de ellas es el deseo del otro, es decir el deseo del hombre.
Expresiones de las mujeres, tales como: "lo que tú digas mi vida", "yo quiero lo que tú quieras", nos dejan ver una anulación del deseo propio de la mujer. Por temor o miedo al abandono, no dicen a su pareja lo que realmente quieren hacer en la vida.
Sin embargo, muchos hombres están dispuestos a reconocer que las reivindicaciones son justas; pero se vuelven reacios y resistentes en cuanto se trata de consecuencias incómodas para su propia vida, como cuidar las cosas de la casa y el cuidado de los hijos, por ejemplo.
Y se crea un un nuevo ideal femenino: la mujer que según los intereses de los hombres sea independiente y a la vez con suficiente capacidad de adaptación. Como dijo un hombre entrevistado al respecto: "Lo que tú quieres es casarte con una mujer lo suficientemente intelectual como para conversar contigo, alguien en quien confiar para ayudarte en tus negocios o ayudarte en tus decisiones durante la vida, pero que también esté dispuesta al cuidado de la casa y de la familia. Si encuentras una mujer como ésta, sabes que has triunfado".
Las feministas actuales ponen sobre el tapete de la discusión, un nuevo tema: El equilibrio, nada fácil entre liberación y vinculación. Sin embargo, no se aspira a un retorno a las formas antiguas de relación de pareja, sino a una nueva forma de relación hombre-mujer.
Las preguntas pertinentes son: ¿es posible el amor entre iguales? ¿existe el amor después de la emancipación? ¿O acaso es verdad que la liberación y el amor son opuestos irreconciliables?
La experiencia indica que el amor quita autonomía. Y por otro lado, está la experiencia de que mucha autonomía mata el amor.
Lo nuevo de hoy es que las parejas, aparentemente estables, que llevan juntos 20 ó 30años, la cuota de divorcios aumenta aceleradamente. La explicación común de los psicólogos se le atribuye a la "crisis de la mediana edad" (del matrimonio) caracterizada por el hecho de que después de muchos años de construcción conjunta suele empezar una fase de búsqueda de distancia incluso de exclusión.
Los dos miembros de la pareja se fijan ahora con más intensidad en sus propios deseos, a la vez que se ven demasiado atados a muchos niveles y eso es justamente lo que más se reprochan entre sí. !!Libertad para mi¡¡es la consigna de esta fase.
A menudo va acompañada de feroces y largas luchas de poder que pueden adquirir diversas modalidades: desde el rechazo, pasando por la caída en la enfermedad o intentos de escaparse con una tercera persona, hasta la violencia abierta y encarnizada.
Algunas mujeres opinan al respecto: "¿ Y qué pasa con esos anhelos que el matrimonio ha sofocado? Esos anhelos de seguir una senda sin obstáculos de cuando en cuando, de descubrir si puedes aún vivir sola dentro de tu propia cabeza, de descubrir que puedes apañártelas sola viviendo en una cabaña en el bosque sin volverte loca; de descubrir, en pocas palabras, si todavía estás entera después de tantos años de ser la mitad de algo".
La visión de una terapéuta, desde afuera, "la mayoría de matrimonios empieza con una suerte de pasión por estar juntos y compartirlo todo; lo individual queda anulado, todo es sometido a la vida en común. Los años de construcción de la pareja requieren una gran cohesión, estar el uno con el otro, los hijos, la casa que se edifica, la posición profesional que se quiere alcanzar.
Pero después de largos años de convivencia, cuando ya se ha perdido mucho del entusiasmo inicial, cuando ya se han conseguido las posiciones profesionales y se ven pocas metas nuevas, entonces vuelve con mayor fuerza la pregunta: "Quién soy? Y entra en el primer plano otra pasión, la pasión por la auotonomía, por la autoafirmación, por la vida propia.
La pregunta ¿Quién soy? lleva directamente a preguntarle a la pareja ¿ Ytú relamente sabes quién soy yo? la ruptura, la disolución del matrimonio parece menos amenazante que renunciar a sí mismo, a sus propios deseos".
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