Al Gobierno de Humala le ha faltado diálogo”
El exdirigente considera que hay un desequilibrio entre el poder civil y el sesgo autoritario contra los conflictos sociales
Fue mano derecha del presidente de Perú hasta el pasado diciembre.
Cuando Ollanta Humala perdió la paciencia con los conflictos sociales
contra la minería en Cajamarca y decidió emplear la fuerza, dejó de
haber sitio en el Gobierno para el primer ministro Salomón Lerner.
Ingeniero de formación, fue reemplazado por un militar retirado y todo el Gobierno de Perú viró bruscamente hacia un perfil técnico. Lerner atiende a EL PAÍS para hacer balance cuando se cumple un año de la llegada de Humala al poder, el 28 de julio. Lerner (Lima, 1946) considera que hay un desequilibrio entre el poder civil y el sesgo autoritario contra los conflictos sociales, y que el perfil técnico del Gobierno ha frenado el impulso político inicial. El Gobierno volvió a cambiar el pasado lunes.
Pregunta. ¿Cómo describiría la orientación del Gobierno antes de que usted dejara el cargo?
Respuesta. El Gobierno optó el primer año por combatir la ilegalidad. Había un espacio que en los últimos 25 años no tenía presencia del Estado. Y esa presencia se daba con ciudadanía, llevando servicios públicos, carreteras, postas médicas, llevando legalidad allí donde el narcotráfico tiene casi zonas liberadas. Se comienza una serie de tareas que no son proactivas, sino que rompen un ciclo: minería ilegal en Madre de Dios y Puno, contrabando en la frontera con Bolivia, la ruta del narcotráfico en los puertos y carreteras. Todo eso configura el primer año.
P. ¿Y la inclusión social?
R. Esa es la promesa que va a ser señalada como la más incumplida, no que no se ha comenzado, sino la rapidez, el desarrollo de esos programas que las personas ansían que lleguen. Eso sería un balance crítico al Gobierno.
P. ¿Se vieron sobrepasados por los conflictos sociales?
R. No hay un acompañamiento político-técnico a las decisiones del presidente. Tomó la decisión de hacer el gasoducto del sur y hoy hay enredos sobre la viabilidad y rentabilidad del gasoducto que tiene consecuencias geopolíticas en el sur del Perú. Se necesita mucha decisión política. Dejaron mucho a los técnicos para conseguir la mejor rentabilidad y no sale adelante.
El propio ex primer ministro Valdés [que le sucedió a él] ha reconocido que se equivocaron, creyeron que con un Gabinete técnico lograban sus objetivos.
P. ¿Qué viene en el futuro con los cambios del lunes pasado, con el llamado Gabinete del diálogo?
R. Tengo bastante confianza en que el presidente tiene claro el rumbo al que quiere llevar el país y esperanza en este nuevo Gabinete. Entre peruanos debe haber diálogo sin ninguna intromisión militar. Es esperanzador un Gabinete que quiera ejecutar políticas importantes y que el presidente marque ese rumbo, pasar de un crecimiento a un desarrollo, mayor calidad de vida no dependiente de materias primas, industrias con valor agregado. Hay que hacer cambios en la matriz energética, nuevos contratos con Telefónica o algún otro operador, para más cobertura o innovación.
P. En la campaña dijeron a los agraviados que estarían de su lado, pero los han atacado al apoyar a las empresas mineras y con las muertes en las protestas. ¿Cómo concilian ambos mensajes?
R. Hay una forma de autoridad que algunas personas confunden con autoritarismo. Lamentablemente, quienes han manejado el orden público no han sabido comportarse frente al señalamiento del presidente de que no quería más víctimas.
Hay una cuestión de fondo que es la previsión de los conflictos. Ha faltado mucho diálogo. No se ha seguido un procedimiento con la agilidad necesaria pese a la advertencia y terminan obligando a la policía a intervenir. Están fallando los canales de intermediación con la población.
P. ¿Faltó experiencia?
R. Sí, falta de capacidad de personas que trabajen los conflictos sociales con auténtico diálogo.
P. ¿Tras su salida hubo un desbalance en el poder civil? Entre los más influyentes en el presidente estaban dos militares.
R. Definitivamente hay quien tiene una óptica de diálogo frente a otra que solamente tiene la disciplina y el autoritarismo de la autoridad.
P. ¿Le parecen acertadas las críticas que dicen que este primer año ocurrió la gran transformación del propio presidente Humala y no de Perú?
R. No es lo más apropiado. El presidente tiene por delante cuatro años y tiene la suficiente fuerza y capacidad, y va a hacer los cambios. La preocupación es que ha sido un año donde se ha privilegiado lo técnico. Hay que gastar más en infraestructura, tener hospitales, carreteras, escuelas, apoyos a agricultores, represas, electricidad. A veces los técnicos no tienen los objetivos muy claros.
Ingeniero de formación, fue reemplazado por un militar retirado y todo el Gobierno de Perú viró bruscamente hacia un perfil técnico. Lerner atiende a EL PAÍS para hacer balance cuando se cumple un año de la llegada de Humala al poder, el 28 de julio. Lerner (Lima, 1946) considera que hay un desequilibrio entre el poder civil y el sesgo autoritario contra los conflictos sociales, y que el perfil técnico del Gobierno ha frenado el impulso político inicial. El Gobierno volvió a cambiar el pasado lunes.
Pregunta. ¿Cómo describiría la orientación del Gobierno antes de que usted dejara el cargo?
Respuesta. El Gobierno optó el primer año por combatir la ilegalidad. Había un espacio que en los últimos 25 años no tenía presencia del Estado. Y esa presencia se daba con ciudadanía, llevando servicios públicos, carreteras, postas médicas, llevando legalidad allí donde el narcotráfico tiene casi zonas liberadas. Se comienza una serie de tareas que no son proactivas, sino que rompen un ciclo: minería ilegal en Madre de Dios y Puno, contrabando en la frontera con Bolivia, la ruta del narcotráfico en los puertos y carreteras. Todo eso configura el primer año.
P. ¿Y la inclusión social?
R. Esa es la promesa que va a ser señalada como la más incumplida, no que no se ha comenzado, sino la rapidez, el desarrollo de esos programas que las personas ansían que lleguen. Eso sería un balance crítico al Gobierno.
P. ¿Se vieron sobrepasados por los conflictos sociales?
R. No hay un acompañamiento político-técnico a las decisiones del presidente. Tomó la decisión de hacer el gasoducto del sur y hoy hay enredos sobre la viabilidad y rentabilidad del gasoducto que tiene consecuencias geopolíticas en el sur del Perú. Se necesita mucha decisión política. Dejaron mucho a los técnicos para conseguir la mejor rentabilidad y no sale adelante.
El propio ex primer ministro Valdés [que le sucedió a él] ha reconocido que se equivocaron, creyeron que con un Gabinete técnico lograban sus objetivos.
P. ¿Qué viene en el futuro con los cambios del lunes pasado, con el llamado Gabinete del diálogo?
R. Tengo bastante confianza en que el presidente tiene claro el rumbo al que quiere llevar el país y esperanza en este nuevo Gabinete. Entre peruanos debe haber diálogo sin ninguna intromisión militar. Es esperanzador un Gabinete que quiera ejecutar políticas importantes y que el presidente marque ese rumbo, pasar de un crecimiento a un desarrollo, mayor calidad de vida no dependiente de materias primas, industrias con valor agregado. Hay que hacer cambios en la matriz energética, nuevos contratos con Telefónica o algún otro operador, para más cobertura o innovación.
P. En la campaña dijeron a los agraviados que estarían de su lado, pero los han atacado al apoyar a las empresas mineras y con las muertes en las protestas. ¿Cómo concilian ambos mensajes?
R. Hay una forma de autoridad que algunas personas confunden con autoritarismo. Lamentablemente, quienes han manejado el orden público no han sabido comportarse frente al señalamiento del presidente de que no quería más víctimas.
Hay una cuestión de fondo que es la previsión de los conflictos. Ha faltado mucho diálogo. No se ha seguido un procedimiento con la agilidad necesaria pese a la advertencia y terminan obligando a la policía a intervenir. Están fallando los canales de intermediación con la población.
P. ¿Faltó experiencia?
R. Sí, falta de capacidad de personas que trabajen los conflictos sociales con auténtico diálogo.
P. ¿Tras su salida hubo un desbalance en el poder civil? Entre los más influyentes en el presidente estaban dos militares.
R. Definitivamente hay quien tiene una óptica de diálogo frente a otra que solamente tiene la disciplina y el autoritarismo de la autoridad.
P. ¿Le parecen acertadas las críticas que dicen que este primer año ocurrió la gran transformación del propio presidente Humala y no de Perú?
R. No es lo más apropiado. El presidente tiene por delante cuatro años y tiene la suficiente fuerza y capacidad, y va a hacer los cambios. La preocupación es que ha sido un año donde se ha privilegiado lo técnico. Hay que gastar más en infraestructura, tener hospitales, carreteras, escuelas, apoyos a agricultores, represas, electricidad. A veces los técnicos no tienen los objetivos muy claros.
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