El movimiento de los geógrafos brasileños
Raúl Zibechi
En ciertas ocasiones
las universidades, y los universitarios, se apartan del lugar que
eligieron para deslizarse hacia la gente común organizada en
movimientos, se comprometen con ellos y devuelven a la sociedad parte de
lo que ella invirtió en su formación. Cuando esto sucede los resultados
suelen ser interesantes, ya que multiplican el esfuerzo por el cambio
social, que nunca sucede dentro de los campus sino allí donde transcurre
la vida real.
Este semana se realiza en Belo Horizonte el séptimo Encuentro
Nacional de Geógrafos, organizado por la Asociación de los Geógrafos
Brasileños (AGB), donde unas 7 mil personas, en su mayoría estudiantes y
licenciados jóvenes, abordan los principales problemas políticos del
país, además de sus propias inquietudes profesionales. La estructura del
encuentro, autogestionado por los participantes, y el tipo de debates
encarados, muestran que se trata de algo diferente a lo que suele
suceder en esos espacios.Las 20 mesas redondas están ordenadas en torno de siete ejes temáticos: la restructuración en curso del capital, las prácticas educativas de la geografía, Brasil en América Latina, movimientos sociales y resistencias, naturaleza y sociedad, saberes geográficos y luchas sociales, y lenguajes y tecnologías. Además, sesionan grupos de trabajo, se realizan minicursos y se abren espacios donde los colectivos socializan sus investigaciones.
Mención especial merecen los más de 100 Espacios de Diálogos y Prácticas, donde se debatieron horizontalmente alrededor de 3 mil ponencias, con fuerte énfasis en las luchas sociales y políticas del último periodo, ya que el encuentro se realiza cada dos años. Un día de la semana fue dedicado a
actividades de campo, para conocer de cerca desde las resistencias populares hasta el avance del capital sobre la naturaleza y la geografía urbana. En suma, fue un encuentro en el que participaron militantes sociales y profesionales comprometidos, algo que no es frecuente en estos tiempos y que, de algún modo, emparenta el movimiento de los geógrafos con el de las agrupaciones estudiantiles argentinas que recientemente realizaron su encuentro anual en Rosario.
¿Cómo fue posible transitar de las corporativas y conservadoras asociaciones profesionales a un movimiento vivo, abierto e incrustado en las luchas sociales? El viraje sucedió en la etapa final de la dictadura militar, en un periodo de fuerte protagonismo estudiantil, obrero y campesino, en el que se crearon la central sindical CUT y el Movimiento Sin Tierra (MST). En ese clima social y político, la reunión anual realizada en Fortaleza en 1978 decidió modificar los estatutos y abrir la asociación a los estudiantes, democratizarla, con lo que comenzó a vincularse de forma estrecha con el movimiento por los derechos humanos de esos años y el debate político nacional.
Desde ese momento la asociación de los geógrafos no dejó de vincularse a las luchas populares, convirtiéndose en referente ineludible. En esa trayectoria colectiva deben destacarse algunas personalidades como Carlos Walter Porto Gonçalves, quien trabajó con Chico Mendes en Acre y cuyo libro La globalización de la naturaleza y la naturaleza de la globalización fue premiado por Casa de las Américas en 2008, así como los casos de Bernardo Mançano Fernández y Ariovaldo de Oliveira, quienes vienen trabajando junto al Movimiento Campesino Sin Tierra. Una gran cantidad de geógrafos están vinculados a movimientos como el que en estos momentos resiste la construcción de la represa de Belo Monte sobre el río Xingú.
Lo que no dicen las cifras es la calidad de los debates, sobre todo en los pequeños espacios de intercambio, donde los más jóvenes debaten de igual a igual con las generaciones mayores los desafíos que enfrentan los movimientos de los subalternos en las grandes ciudades, como la militarización de las periferias y la presencia del narcotráfico en las favelas. Me pareció notable la elevada presencia de afrobrasileños en el encuentro, con trabajos brillantes y reflexiones que muestran que la favela, y los movimientos que produce, como el hip-hop, forma parte del espeso entramado de resistencias al modelo hegemónico, en sintonía con la producción de Milton Santos, el más emblemático geógrafo brasileño.
Fueron importantes los debates en torno a las megaobras para el campeonato mundial de 2014 y los Jugos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, que están desplazando cientos de miles de personas de los barrios más pobres de las ciudades para beneficio de un puñado de multinacionales brasileñas de la construcción. Decenas de trabajos y algunos libros acompañan la creación de los comités populares que trabajan junto a los afectados para paralizar las obras y forzar a los gobiernos locales a negociar cambios o mejoras para los desplazados. Los geógrafos aportan desde cartografías hasta una mirada de conjunto que permite comprender la actual fase de acumulación de capital a través de grandes obras que destruyen las tramas urbanas.
Para quienes no somos universitarios y tenemos cierta desconfianza hacia producciones académicas descomprometidas, el Encuentro Nacional de Geógrafos se reveló como un espacio democrático y altamente politizado, donde las decisiones finales se toman en asambleas. Un movimiento que rechaza el hondo individualismo dominante alimentado por un
sentido comúnque considera la universidad como escalera social en vez de servicio comunitario.
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