La cultura, ante su peor momento
Tras la subida del IVA, el Gobierno aplicará un drástico recorte presupuestario a las artes
El mundo del cine, el Prado, el Reina Sofía y el Real, entre las víctimas
El Gobierno del Partido Popular presentará en las próximas horas un
plan de recortes presupuestarios que, en el caso de la Cultura,
revestirá tintes casi dramáticos. Instituciones emblemáticas, lo que
bien podría considerarse como los grandes trasatlánticos de la cultura
española, sufrirán recortes de en torno al 30%. El Museo del Prado, el Reina Sofía,
el Teatro Real, el Gran Teatro del Liceo, y áreas fundamentales como la
Dirección General de Industrias Culturales (que se lleva el mayor
hachazo), la Red de Bibliotecas públicas o el Instituto de la Cinematografía son tan solo algunos de los ilustres afectados.
EL PAÍS ha contrastado con numerosos gestores del mundo cultural las cifras de un tijeretazo que, sumado al reciente y brutal aumento del IVA, podría dejar la cultura española al borde de la supervivencia. El volumen del recorte presupuestario en materia cultural ascenderá, en términos globales, a alrededor del 30%. Incluidos todos estos datos, el sector cultural en España, que supone un 4% del PIB y genera 600.000 empleos, habrá sufrido una reducción presupuestaria de cerca del 70% en el acumulado de los últimos cuatro años.
La coyuntura actual supera todos los males hasta ahora vistos en este ministerio. La sensación de que el Gobierno de Mariano Rajoy —más allá de las promesas y de las frases hechas— considera la Cultura como un lujo más que como una necesidad, se ha instalado definitivamente entre quienes precisamente la piensan, la hacen y viven de ella. El tijeretazo al cine, al teatro, a la música, a los museos y a las bibliotecas (otras tantas versiones del “entretenimiento”, según dijo hace poco el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro) será traumático en el mejor de los casos y quién sabe si definitivo en el peor.
“La cultura no es un lujo ni un capricho”, aseguraba en marzo a este diario el secretario de Estado del ramo, José María Lassalle. Pero hace muy poco llegó la frase lapidaria de Montoro, equiparando la cultura al entretenimiento (“el Gobierno ha reclasificado el IVA de ciertos productos de entretenimiento como las entradas de los espectáculos, cine, teatro y otros”). Es decir, ya no a un innegociable conjunto de conocimientos, enseñanzas y aprendizajes capaz de aportar iguales dosis de formación que de placer... sino a un mero pasatiempo.
Después de disparar de manera brutal el IVA del cine, del teatro, de la música y de los museos, asestando así un varapalo sin precedentes a la industria cultural, el Gobierno desemboca definitivamente, con este inminente arsenal de recortes presupuestarios, en algo que ya no puede calificarse, según las fuentes, sino de deserción institucional de la cultura.
Otra evidencia preocupante es que algunos de los grandes asuntos de política cultural incluidos, primero, en el programa electoral del PP y avanzados, después, por el ministro Wert, se encuentran encallados por completo. Es el caso de la hiperpublicitada Ley de Mecenazgo, que el ministro y sus colaboradores dicen seguir estudiando, y de la Comisión de la Propiedad Intelectual, cuya inacción a la hora de luchar contra la piratería ha sido ya denunciada por la patronal discográfica (de unas cien denuncias recibidas, solo se han abierto unos ocho expedientes y aún no se ha cerrado ninguna web).
“La situación es gravísima; cada vez se nos exige más autofinanciación, y da la sensación de que el Gobierno quiere caminar hacia un modelo de cultura absolutamente privatizada... no estamos hablando solo de una mala gestión, sino de una operación consciente por la cual se pretende abaratar la cultura y, cuando ya no valga nada, venderlo todo al sector privado”: es el lamento y el vaticinio del responsable de una de las más altas instituciones culturales de este país.
Tras una dura negociación, el recorte se cifró en algo más del 30%. Una rebaja que también aplicarán Comunidad de Madrid y Ayuntamiento y que dejará el presupuesto muy mermado. En esta difícil situación podrían aguantar, pero a costa de aumentar el déficit en tres millones de euros, bajar los gastos de producción y reducir en un 10% los costes de la plantilla. Eso implicaría también incrementar de nuevo el déficit el año siguiente. El Ministerio permitirá al Real echar mano de sus reservas económicas para poder subsistir. Una situación que conduciría a la institución hasta el límite de sus recursos y que obligaría a replantear cuanto antes el funcionamiento de un teatro de ópera de estas dimensiones.
La drástica rebaja se extenderá también a teatros como el Liceo de Barcelona, que ayer todavía desconocía a cuánto ascendería, o al de La Maestranza de Sevilla. Además, todas las unidades dependientes del INAEM como La Zarzuela, la Orquesta Nacional de España o el CNDM conocerán hoy de boca del director del INAEM, Miguel Ángel Recio, los recortes.
Este es el dato más llamativo de un panorama realmente desolador. Los Presupuestos Generales del Estado deparan un recorte de más del 60% a las 52 bibliotecas públicas estatales, que contó en las anteriores cuentas con 60,8 millones (de los cuales 36,6 correspondían a la Biblioteca Nacional en el año de su tricentenario). Las malas noticias no pueden llegar en peor coyuntura. Ahora que las bibliotecas sufren descaradas agresiones presupuestarias, los ciudadanos se han empeñado en utilizarlas más que nunca. Desde el inicio de la crisis, el gasto en adquisiciones ha ido cayendo progresivamente y, por el contrario, ha crecido la petición de los usuarios.
¿Pero cómo lograrlo? A resolver ese problema estaba llamada la futura Ley de Mecenazgo, promesa estrella del programa electoral del PP en asuntos culturales que aún sigue en el terreno de los proyectos, tras la negativa rotunda del Ministerio de Hacienda a desarrollar una normativa que implicaría recaudar menos impuestos.
En casos como los otros museos consagrados al arte contemporáneo la pérdida de poder adquisitivo para compras es especialmente dramática. “La labor de un museo es conservar el pasado, pero también proyectarse al futuro, y sin más dinero que para mantener los centros abiertos, eso es imposible”, explica otro director.
Según fuentes consultadas por este periódico, a los duros recortes sufridos en 2012 en el área del cine van a seguir otros igualmente drásticos de cara al año próximo. En los Presupuestos Generales del Estado de 2013, la dotación del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales) va a volver a sufrir una de las peores partes del recorte con un descenso de alrededor de un 30% de los 68,86 millones actuales. Ya en la partida de 2012, el ICAA perdió un 35% del presupuesto con respecto a 2011 (de los 106 millones se pasó a los 68,86 millones). En la asignación al ICAA se incluye el Fondo Nacional de la Cinematografía, del que salen las ayudas a la producción, en el que todo apunta a un descenso de un 20%. De los 49 millones de euros actuales se pasaría a unos 30. Con esta cifra se tendrán que abonar las deudas contraídas para las ayudas a la amortización de los títulos estrenados en 2011, lo que parece difícilmente probable. Si se le restan los 30 millones asignados al fondo, el total del presupuesto del ICAA para el 2013, con el recorte previsto de cerca de un 30%, estaría en unos 20 millones. De esta partida del ICAA salen las aportaciones a los tres festivales (San Sebastián, Málaga y Huelva).
EL PAÍS ha contrastado con numerosos gestores del mundo cultural las cifras de un tijeretazo que, sumado al reciente y brutal aumento del IVA, podría dejar la cultura española al borde de la supervivencia. El volumen del recorte presupuestario en materia cultural ascenderá, en términos globales, a alrededor del 30%. Incluidos todos estos datos, el sector cultural en España, que supone un 4% del PIB y genera 600.000 empleos, habrá sufrido una reducción presupuestaria de cerca del 70% en el acumulado de los últimos cuatro años.
La coyuntura actual supera todos los males hasta ahora vistos en este ministerio. La sensación de que el Gobierno de Mariano Rajoy —más allá de las promesas y de las frases hechas— considera la Cultura como un lujo más que como una necesidad, se ha instalado definitivamente entre quienes precisamente la piensan, la hacen y viven de ella. El tijeretazo al cine, al teatro, a la música, a los museos y a las bibliotecas (otras tantas versiones del “entretenimiento”, según dijo hace poco el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro) será traumático en el mejor de los casos y quién sabe si definitivo en el peor.
“La cultura no es un lujo ni un capricho”, aseguraba en marzo a este diario el secretario de Estado del ramo, José María Lassalle. Pero hace muy poco llegó la frase lapidaria de Montoro, equiparando la cultura al entretenimiento (“el Gobierno ha reclasificado el IVA de ciertos productos de entretenimiento como las entradas de los espectáculos, cine, teatro y otros”). Es decir, ya no a un innegociable conjunto de conocimientos, enseñanzas y aprendizajes capaz de aportar iguales dosis de formación que de placer... sino a un mero pasatiempo.
Después de disparar de manera brutal el IVA del cine, del teatro, de la música y de los museos, asestando así un varapalo sin precedentes a la industria cultural, el Gobierno desemboca definitivamente, con este inminente arsenal de recortes presupuestarios, en algo que ya no puede calificarse, según las fuentes, sino de deserción institucional de la cultura.
Otra evidencia preocupante es que algunos de los grandes asuntos de política cultural incluidos, primero, en el programa electoral del PP y avanzados, después, por el ministro Wert, se encuentran encallados por completo. Es el caso de la hiperpublicitada Ley de Mecenazgo, que el ministro y sus colaboradores dicen seguir estudiando, y de la Comisión de la Propiedad Intelectual, cuya inacción a la hora de luchar contra la piratería ha sido ya denunciada por la patronal discográfica (de unas cien denuncias recibidas, solo se han abierto unos ocho expedientes y aún no se ha cerrado ninguna web).
“La situación es gravísima; cada vez se nos exige más autofinanciación, y da la sensación de que el Gobierno quiere caminar hacia un modelo de cultura absolutamente privatizada... no estamos hablando solo de una mala gestión, sino de una operación consciente por la cual se pretende abaratar la cultura y, cuando ya no valga nada, venderlo todo al sector privado”: es el lamento y el vaticinio del responsable de una de las más altas instituciones culturales de este país.
Música y artes escénicas: dimisiones en juego
Hay un límite en los recortes por encima del que no solo es imposible seguir haciendo lo mismo, sino que toda inversión implica ya perder dinero. El Teatro Real se ha visto en esa situación esta semana. El Ministerio de Cultura anunció a la dirección del coliseo madrileño que reduciría la subvención que aporta en un 50% en 2013. Es decir, pasaría de aportar 13.150.350 euros a 8.983.294. El Real elaboró unas tablas para explicar qué significaría la brutal bajada, con la lógica caída de ingresos por patrocinios y cancelaciones: el resultado era un déficit de más de 12 millones de euros. Imposible. El presidente del Patronato, Gregorio Marañón, y el director artístico, Gerard Mortier, estaban dispuestos a presentar su dimisión si esa era la cifra final del ministerio. Así no seguían. La sangre no llegó al río.Tras una dura negociación, el recorte se cifró en algo más del 30%. Una rebaja que también aplicarán Comunidad de Madrid y Ayuntamiento y que dejará el presupuesto muy mermado. En esta difícil situación podrían aguantar, pero a costa de aumentar el déficit en tres millones de euros, bajar los gastos de producción y reducir en un 10% los costes de la plantilla. Eso implicaría también incrementar de nuevo el déficit el año siguiente. El Ministerio permitirá al Real echar mano de sus reservas económicas para poder subsistir. Una situación que conduciría a la institución hasta el límite de sus recursos y que obligaría a replantear cuanto antes el funcionamiento de un teatro de ópera de estas dimensiones.
La drástica rebaja se extenderá también a teatros como el Liceo de Barcelona, que ayer todavía desconocía a cuánto ascendería, o al de La Maestranza de Sevilla. Además, todas las unidades dependientes del INAEM como La Zarzuela, la Orquesta Nacional de España o el CNDM conocerán hoy de boca del director del INAEM, Miguel Ángel Recio, los recortes.
Libros y bibliotecas: sin dinero para comprar
Cero euros para libros en bibliotecas. Se acabó el desplome: más abajo no se puede caer. En 2013, el Gobierno no pondrá dinero para que la red de bibliotecas públicas compre fondos. Será un triple varapalo a editoriales, escritores y lectores. Y no es menor: en años de auge el Gobierno llegó a destinar hasta 30 millones de euros para comprar libros para bibliotecas públicas, aunque estas sean competencia de las comunidades autónomas.Este es el dato más llamativo de un panorama realmente desolador. Los Presupuestos Generales del Estado deparan un recorte de más del 60% a las 52 bibliotecas públicas estatales, que contó en las anteriores cuentas con 60,8 millones (de los cuales 36,6 correspondían a la Biblioteca Nacional en el año de su tricentenario). Las malas noticias no pueden llegar en peor coyuntura. Ahora que las bibliotecas sufren descaradas agresiones presupuestarias, los ciudadanos se han empeñado en utilizarlas más que nunca. Desde el inicio de la crisis, el gasto en adquisiciones ha ido cayendo progresivamente y, por el contrario, ha crecido la petición de los usuarios.
Arte: auxilio a lo privado
En torno a un 30% de reducción en la asignación del Ministerio de Cultura al Museo del Prado. Un 25% al Reina Sofía. Un 33% al Thyssen. El suma y sigue del recorte a los buques insignia del arte español arroja un saldo acumulado de tijeretazos que llega al 70% en algunos casos en los últimos cinco años. En medio de este panorama, a la Dirección General de Bellas Artes, que pierde un 40% en su asignación, “lo único que le queda es invertir en la conservación del patrimonio”, afirma el director de un museo nacional que asegura haberse pasado todo el verano “haciendo números” para cuadrar unas cuentas en las que cada vez tienen que adquirir mayor peso las aportaciones privadas.¿Pero cómo lograrlo? A resolver ese problema estaba llamada la futura Ley de Mecenazgo, promesa estrella del programa electoral del PP en asuntos culturales que aún sigue en el terreno de los proyectos, tras la negativa rotunda del Ministerio de Hacienda a desarrollar una normativa que implicaría recaudar menos impuestos.
En casos como los otros museos consagrados al arte contemporáneo la pérdida de poder adquisitivo para compras es especialmente dramática. “La labor de un museo es conservar el pasado, pero también proyectarse al futuro, y sin más dinero que para mantener los centros abiertos, eso es imposible”, explica otro director.
Cine: aún menos subvenciones
En el cine, la pescadilla se muerde con fuerza la cola. Ni se ha implantado un nuevo modelo de negocio, ni la tan cacareada y alabada política de incentivos fiscales termina de salir adelante —se acaba de prorrogar el sistema vigente del 18% de desgravación para todo el 2013, aunque desde la Administración se asegura que no funciona en absoluto— y, ahora, encima se plantean unos cambios en el sistema de ayudas al cine, que han provocado una gran inquietud en el sector. Se tiene la sensación de que no hay una política cinematográfica clara y de que todo está en manos de lo que decida Hacienda con los dineros del cine.Según fuentes consultadas por este periódico, a los duros recortes sufridos en 2012 en el área del cine van a seguir otros igualmente drásticos de cara al año próximo. En los Presupuestos Generales del Estado de 2013, la dotación del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales) va a volver a sufrir una de las peores partes del recorte con un descenso de alrededor de un 30% de los 68,86 millones actuales. Ya en la partida de 2012, el ICAA perdió un 35% del presupuesto con respecto a 2011 (de los 106 millones se pasó a los 68,86 millones). En la asignación al ICAA se incluye el Fondo Nacional de la Cinematografía, del que salen las ayudas a la producción, en el que todo apunta a un descenso de un 20%. De los 49 millones de euros actuales se pasaría a unos 30. Con esta cifra se tendrán que abonar las deudas contraídas para las ayudas a la amortización de los títulos estrenados en 2011, lo que parece difícilmente probable. Si se le restan los 30 millones asignados al fondo, el total del presupuesto del ICAA para el 2013, con el recorte previsto de cerca de un 30%, estaría en unos 20 millones. De esta partida del ICAA salen las aportaciones a los tres festivales (San Sebastián, Málaga y Huelva).
Con información de Rocío García, Ángeles García, Tereixa Constenla, J. R. Mantilla e Iker Seisdedos.
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