Una multitud llena Neptuno en otra protesta ante el Congreso
Miles de manifestantes acuden a la convocatoria contra los recortes en los aledaños de las Cortes
La policía ha desalojado a los últimos concentrados en la plaza
La protesta se salda con dos manifestantes detenidos y 13 heridos, uno de ellos policía
"La violencia del otro día es intolerable”.
“¿Qué espera el Gobierno, que no protestemos con las decisiones que
están tomando? ¿Hay que quedarse en casa callado con todos los recortes
que están haciendo y cinco millones de parados?” “Es increíble que el
presidente diga que a él lo que le gusta son las mayorías silenciosas.
Es una frase autoritaria”. En los corrillos que se han formado en la
tarde de este sábado en la manifestación de la madrileña Plaza de
Neptuno -la tercera en una semana bajo el lema Rodea el Congreso- se
habla de política. De recortes, de Rajoy, de los presupuestos recién presentados por el Ejecutivo español, de los Presupuestos del socialista François Hollande...
Miles de personas, estudiantes, jubilados, trabajadores con niños,
parados... han protestado a 200 metros del Congreso de los Diputados,
cuando la Cámara no estaba reunida, por la política económica del
Gobierno.
Hacia las 23.30 los convocantes dieron la marcha por terminada, pero algunos decidieron quedarse. La policía empezó a desalojar, a desplazarlos. Unos descontrolados lanzaron latas a los furgones. Se produjo algún choque, aunque menor. Los agentes empujaron a los últimos a irse. Y poco a poco, decidieron marcharse. Hubo dos detenciones y se registraron trece heridos, uno de ellos policía.
Algunos asistieron a la manifestación del día 25, que acabó con graves altercados, cargas policiales y 36 personas detenidas a las que una juez ha imputado de forma genérica delitos de atentado, resistencia y contra las altas instituciones del Estado (a todos salvo a dos, uno de ellos menor de edad). Otros no vieron lo que pasó ese día más que por las cámaras de televisión. En cualquier caso, hay una idea repetida: los manifestantes expresan indignación por la actuación policial, por las declaraciones posteriores del Gobierno afirmando que la intervención había sido “extraordinaria”, “espléndida”, “brillante” y “ejemplar”, y también se muestran ofendidos por las palabras de Mariano Rajoy en Nueva York.
El presidente del Gobierno hizo un “reconocimiento” a “la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios”. “Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de la crisis”, dijo Rajoy. Muchos manifestantes aseguraban que esas frases les han hecho salir a la calle. “Me sentí insultada, y venir aquí es mi respuesta”, afirma Isabel Martínez, una abogada de 38 años. “Considero que el sistema no funciona, que las listas cerradas no me permiten elegir a los representantes que quiero, que las promesas electorales no se cumplen, y que el Gobierno ayuda más a los bancos que a las personas. Diga lo que diga Rajoy, no me voy a callar”.
“Esas palabras fueron un error garrafal”, coincide Juan Alcudia, de 74 años, jubilado. “No puede ofender así a la ciudadanía que se manifiesta pacíficamente”. “Un poco de respeto, por favor”, dice Montse Fernández, de 38 años, que ha acudido a la manifestación con su hermana Vanessa y con una amiga. “¿Quién es este señor para juzgarme por asistir a una manifestación? Yo soy una ciudadana de bien, madre trabajadora, pago mis impuestos y me manifiesto precisamente porque me preocupa mi país. Porque quiero que mi hijo de dos años tenga un futuro y porque no me gusta lo que está haciendo el Gobierno. A Rajoy no le vendría mal salir un poco a la calle y ver lo que está pasando. Parece que los políticos están en otro mundo. Nos ha costado muchas décadas conseguir los derechos sociales que teníamos, y no vamos a presenciar cómo se disipa todo sin protestar”.
Las cargas policiales del día 25, retransmitidas en directo por webs y televisiones, han generado un doble efecto. Por un lado, hay personas con un cierto temor de verse envueltas en altercados. Pero hay algunos que han acudido a la manifestación precisamente para protestar por lo que ellos consideran una violencia desproporcionada. “Nosotras estuvimos aquí, y lo vimos”, dice un grupo de seis alumnas de 16 años del Liceo Italiano de Madrid. Una de ellas, Isabel, lleva un collarín. No tiene ninguna lesión. Es preventivo, por si hay carga. “Para que no me pase nada en el cuello si hay porrazos”, dice. “Aunque aún no podamos votar, nos preocupa nuestro futuro, no estamos de acuerdo con las decisiones del Gobierno y queremos manifestarnos”, dice su compañera Sol. “Si hay antisistema que vienen aquí a pegar a la policía, que vayan contra ellos. Pero no pueden arremeter contra todos. Nosotras vimos lo que pasó, y fue un exceso. Yo lo tengo claro. Si hay lío, me voy pitando”.
Entre la gente, se habla mucho de economía. De impuestos, de dónde está recortando el Gobierno y de dónde debería hacerlo. Patricio Santoro, argentino de 70 años, en España desde hace 12, critica los recortes en Ciencia de los últimos Presupuestos. Vanessa Fernández, enfermera, no entiende que el Gobierno “deje desasistida la sanidad pública”. “Lo veo cada día. No me gusta lo que han hecho con los inmigrantes, ni que las víctimas de violencia de género no puedan acceder a ansiolíticos. Se ha manipulado mucho la protesta por parte del Gobierno, hablando de que se iba a asaltar el Congreso. Creo que ese primer lema fue un error, pero no lo es venir aquí, cerca de donde están nuestros representantes, a los que hemos votado, para decirles que no nos gusta cómo nos gobiernan y que creemos que están hundiendo el país. Tenemos todo el derecho a hacerlo”.
El VIPS de la plaza de Neptuno ha permanecido cerrado toda la tarde. El Starbucks echó el cierre sobre las ocho. Sus jóvenes empleados salieron del local portando pancartas y, tras cerrar el candado, se unieron directamente a la manifestación. Al igual que durante las dos últimas protestas, los turistas alojados en el hotel Palace observaban desde la puerta a los miles de manifestantes. Sobre las diez de la noche, una cadena humana de gente de la mano pasaba por la calle Alcalá camino a Cibeles. Estaban, según decían, "rodeando el Congreso" a distancia.
El activista Chema Ruiz, miembro de la Coordinadora 25S y uno de los ocho imputados por la Audiencia Nacional por un presunto delito contra las altas instituciones del Estado por convocar la manifestación del pasado martes, estaba hoy en Neptuno y se mostraba confiado respecto a los cargos en su contra después de que el juez Pedraz rechazara hacerse cargo de los 35 detenidos el día 25 por considerar que no habían cometido delito contra el Estado, informa Carmen Pérez-Lanzac. “En principio somos optimistas”, decía Ruiz. “Esperamos que piense que no estábamos delinquiendo. Los imputados están llamados a declarar el próximo jueves 4 de octubre a las 10.30.
Algunos manifestantes alaban al Gobierno francés y las medidas que está tomando. “Es falso que Rajoy no tenga alternativas. Hollande ha tomado decisiones distintas, tratando de minimizar el impacto en pilares básicos como la Educación, e intentando que los más ricos paguen más”, opina Juan Alcudia. “Nuestro Gobierno tiene opciones, y lo que hace a mí no me gusta”.
Otras capitales europeas, como Lisboa, Varsovia y Berlín, también se manifestaron este sábado contra los recortes. La más numerosa fue la de la capital portuguesa que logró reunir a unas 100.000 personas en la plaza del Comercio.
El camarero, que se convirtió en el centro de atención de gran parte de la concentración de ayer por la tarde, manifestó que había renunciado a ser seguidor del PP tras la forma en que le ha tratado la policía. Aseguró que no entendía por qué los antidisturbios le tenían que denunciar si él no había hecho nada. Casillas también anunció que no descarta denunciar él mismo a los agentes por denuncia falsa y por haber atentado contra los derechos fundamentales.
Hacia las 23.30 los convocantes dieron la marcha por terminada, pero algunos decidieron quedarse. La policía empezó a desalojar, a desplazarlos. Unos descontrolados lanzaron latas a los furgones. Se produjo algún choque, aunque menor. Los agentes empujaron a los últimos a irse. Y poco a poco, decidieron marcharse. Hubo dos detenciones y se registraron trece heridos, uno de ellos policía.
Algunos asistieron a la manifestación del día 25, que acabó con graves altercados, cargas policiales y 36 personas detenidas a las que una juez ha imputado de forma genérica delitos de atentado, resistencia y contra las altas instituciones del Estado (a todos salvo a dos, uno de ellos menor de edad). Otros no vieron lo que pasó ese día más que por las cámaras de televisión. En cualquier caso, hay una idea repetida: los manifestantes expresan indignación por la actuación policial, por las declaraciones posteriores del Gobierno afirmando que la intervención había sido “extraordinaria”, “espléndida”, “brillante” y “ejemplar”, y también se muestran ofendidos por las palabras de Mariano Rajoy en Nueva York.
El presidente del Gobierno hizo un “reconocimiento” a “la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios”. “Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de la crisis”, dijo Rajoy. Muchos manifestantes aseguraban que esas frases les han hecho salir a la calle. “Me sentí insultada, y venir aquí es mi respuesta”, afirma Isabel Martínez, una abogada de 38 años. “Considero que el sistema no funciona, que las listas cerradas no me permiten elegir a los representantes que quiero, que las promesas electorales no se cumplen, y que el Gobierno ayuda más a los bancos que a las personas. Diga lo que diga Rajoy, no me voy a callar”.
“Esas palabras fueron un error garrafal”, coincide Juan Alcudia, de 74 años, jubilado. “No puede ofender así a la ciudadanía que se manifiesta pacíficamente”. “Un poco de respeto, por favor”, dice Montse Fernández, de 38 años, que ha acudido a la manifestación con su hermana Vanessa y con una amiga. “¿Quién es este señor para juzgarme por asistir a una manifestación? Yo soy una ciudadana de bien, madre trabajadora, pago mis impuestos y me manifiesto precisamente porque me preocupa mi país. Porque quiero que mi hijo de dos años tenga un futuro y porque no me gusta lo que está haciendo el Gobierno. A Rajoy no le vendría mal salir un poco a la calle y ver lo que está pasando. Parece que los políticos están en otro mundo. Nos ha costado muchas décadas conseguir los derechos sociales que teníamos, y no vamos a presenciar cómo se disipa todo sin protestar”.
Las cargas policiales del día 25, retransmitidas en directo por webs y televisiones, han generado un doble efecto. Por un lado, hay personas con un cierto temor de verse envueltas en altercados. Pero hay algunos que han acudido a la manifestación precisamente para protestar por lo que ellos consideran una violencia desproporcionada. “Nosotras estuvimos aquí, y lo vimos”, dice un grupo de seis alumnas de 16 años del Liceo Italiano de Madrid. Una de ellas, Isabel, lleva un collarín. No tiene ninguna lesión. Es preventivo, por si hay carga. “Para que no me pase nada en el cuello si hay porrazos”, dice. “Aunque aún no podamos votar, nos preocupa nuestro futuro, no estamos de acuerdo con las decisiones del Gobierno y queremos manifestarnos”, dice su compañera Sol. “Si hay antisistema que vienen aquí a pegar a la policía, que vayan contra ellos. Pero no pueden arremeter contra todos. Nosotras vimos lo que pasó, y fue un exceso. Yo lo tengo claro. Si hay lío, me voy pitando”.
Entre la gente, se habla mucho de economía. De impuestos, de dónde está recortando el Gobierno y de dónde debería hacerlo. Patricio Santoro, argentino de 70 años, en España desde hace 12, critica los recortes en Ciencia de los últimos Presupuestos. Vanessa Fernández, enfermera, no entiende que el Gobierno “deje desasistida la sanidad pública”. “Lo veo cada día. No me gusta lo que han hecho con los inmigrantes, ni que las víctimas de violencia de género no puedan acceder a ansiolíticos. Se ha manipulado mucho la protesta por parte del Gobierno, hablando de que se iba a asaltar el Congreso. Creo que ese primer lema fue un error, pero no lo es venir aquí, cerca de donde están nuestros representantes, a los que hemos votado, para decirles que no nos gusta cómo nos gobiernan y que creemos que están hundiendo el país. Tenemos todo el derecho a hacerlo”.
El VIPS de la plaza de Neptuno ha permanecido cerrado toda la tarde. El Starbucks echó el cierre sobre las ocho. Sus jóvenes empleados salieron del local portando pancartas y, tras cerrar el candado, se unieron directamente a la manifestación. Al igual que durante las dos últimas protestas, los turistas alojados en el hotel Palace observaban desde la puerta a los miles de manifestantes. Sobre las diez de la noche, una cadena humana de gente de la mano pasaba por la calle Alcalá camino a Cibeles. Estaban, según decían, "rodeando el Congreso" a distancia.
El activista Chema Ruiz, miembro de la Coordinadora 25S y uno de los ocho imputados por la Audiencia Nacional por un presunto delito contra las altas instituciones del Estado por convocar la manifestación del pasado martes, estaba hoy en Neptuno y se mostraba confiado respecto a los cargos en su contra después de que el juez Pedraz rechazara hacerse cargo de los 35 detenidos el día 25 por considerar que no habían cometido delito contra el Estado, informa Carmen Pérez-Lanzac. “En principio somos optimistas”, decía Ruiz. “Esperamos que piense que no estábamos delinquiendo. Los imputados están llamados a declarar el próximo jueves 4 de octubre a las 10.30.
Algunos manifestantes alaban al Gobierno francés y las medidas que está tomando. “Es falso que Rajoy no tenga alternativas. Hollande ha tomado decisiones distintas, tratando de minimizar el impacto en pilares básicos como la Educación, e intentando que los más ricos paguen más”, opina Juan Alcudia. “Nuestro Gobierno tiene opciones, y lo que hace a mí no me gusta”.
Otras capitales europeas, como Lisboa, Varsovia y Berlín, también se manifestaron este sábado contra los recortes. La más numerosa fue la de la capital portuguesa que logró reunir a unas 100.000 personas en la plaza del Comercio.
Sanción para el camarero del bar Prado
Alberto Casillas, el camarero de 49 años que el pasado martes impidió a la policía que entrara en el bar Prado a detener a algunos manifestantes, se convirtió en un héroe con el que todo el mundo se quería fotografiar y abrazar. Sin embargo, ayer, este hombre sufrió una lipotimia al saber, alrededor de las 17.30, que iba a ser sancionado. Un mando de la Unidad de Intervención Policial (UIP, conocidos como antidisturbios) le notificó que le iban a sancionar, aunque el afectado no sabía anoche cuáles eran los motivos. Él hablaba de una supuesta falta de respeto a la autoridad y desórdenes públicos.El camarero, que se convirtió en el centro de atención de gran parte de la concentración de ayer por la tarde, manifestó que había renunciado a ser seguidor del PP tras la forma en que le ha tratado la policía. Aseguró que no entendía por qué los antidisturbios le tenían que denunciar si él no había hecho nada. Casillas también anunció que no descarta denunciar él mismo a los agentes por denuncia falsa y por haber atentado contra los derechos fundamentales.
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