El Islam y los terrorismos culturales
Bernardo Barranco V.
La difusión de la seudopelícula Innocence of muslims
(La inocencia de los musulmanes) en Estados Unidos (EU), vía Internet,
en la que se parodia al profeta Mahoma, ha generado, como todos hemos
visto, una ola de protestas en el mundo árabe y musulmán, que terminaron
el pasado martes 11 de septiembre con el lamentable asesinato del
embajador de EU. en Libia, Christopher Stevens.
Este filme desató la furia de diversos grupos islámicos en más de 30
países, hecho sorprendente e inusitado en la historia reciente. Las
manifestaciones de repudio han sido particularmente impactantes en
Egipto, Libia, Indonesia, Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Tailandia,
India, Líbano y Túnez. En cada país la situación es diferente y al
parecer las manifestaciones, nutridas, sí, no han sido masivas en todos
los países. El hecho no debe generalizarse; en cada país concurren
circunstancias diferentes. Desde las barras bravas de futbol, como en
Egipto, donde han protagonizado trifulcas callejeras, hasta la
planeación precisa de grupos paramilitares que finalmente segaron la
vida del embajador estadunidense. El resultado, en Occidente, es un
profundo azoro ante tal magnitud de resentimientos. Así, las protestas
más violentas se han producido en países con un historial reciente de
regímenes dictatoriales, de rebeliones populares donde ha habido
intervenciones directas o indirectas de Estados Unidos. Sin embargo,
resulta preocupante el tratamiento alarmista de la prensa occidental,
donde se sirve de una retórica islamófoba. La reacción mediática en
Occidente ha fomentado la reactivación de grupos neonazis contra
inmigrantes turcos en Alemania, el racismo en la derecha protestante
fundamentalista en EU y hasta la sensibilidad del ultraliberalismo
francés. Los gobiernos en dichos países han intervenido para moderarlas reacciones latentes en Occidente, como el llamado al reverendo Terry Jones de Florida para que bajara su actitud provocadora.
Expresiones como
la furia islámica,
la ira de Mahoma
el mundo musulmáncorren el riesgo de convertirse en expresiones prejuiciosas, racistas y discriminatorias. ¿Estamos realmente frente a un conflicto religioso donde un puñado de fanáticos claman venganza con sangre por haber sido agredidos sus sentimientos religiosos? El fenómeno actual es complejo, tiene muchas aristas y puede provocar precipitaciones en el análisis. Para muchos el islamismo radical, aquel que empezó a asomarse en los años 80 con el ayatola Jomeini en el Irán del sha, ahora en el siglo XXI ya está instalado y arraigado en los escenarios políticos de muchos países musulmanes. Luego de que la reciente primavera árabe derrocó regímenes autoritarios, como en Egipto, Túnez y Libia, hubo vacíos de poder que han venido sido cubiertos por grupos políticos musulmanes radicales, como facciones de la Hermandad Islámica, en Egipto, y el salafismo que ha crecido notoriamente, expandiéndose en Medio Oriente. La doctora Esther Shabot Cohen, especialista en política internacional de esa región, señala una paradoja interesante: el propio Estados Unidos, que ha apoyado a países árabes, como Libia, a sacudirse las anacrónicas dictaduras, ahora, tan sólo meses después, sufre de la denostación, repudio y violencia de los pueblos musulmanes. Independientemente de las estigmatizaciones de los estadunidenses en la región, se asiste a una lucha de poder y reacomodos ante nuevas circunstancias políticas en que grupos radicales han venido ganando terreno. Pero, como expresa Hernán Taboada, especialista en temas islámicos, el futuro pertenece a los movimientos musulmanes moderados no terroristas, y a un futuro no muy lejano prevé la fractura de dichas corrientes radicales. Por ello nos explicamos cómo no pocos musulmanes se sienten tan ofendidos tanto por la espantosa película Innocence of muslims como por la representatividad secuestrada, de la que se apropian los islamitas o salafistas para hablar en su nombre.
Se tiene que seguir apostando por una verdadera tolerancia, que es la apertura a la pluralidad; es el respeto y la sensibilidad por lo diferente; el reto actual es no dejar que lo religioso se deje arrastrar como bandera de proyectos ultraconservadores. Se debe fundamentar culturalmente el derecho al legítimo pluralismo, desechando la violencia física, cultural e intelectual como recurso de imposición. Estoy seguro de que la mayoría de los musulmanes, sin retórica candorosa, lo tiene presente en sus corazones.
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