Cristiano es torazo en rodeo ajeno
Artículos de Alfredo Relaño
Alfredo Relaño | 24/11/2012
"Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno", decía Martín
Fierro. Esa era una de las grandes máximas de Di Stéfano, devoto de la
filosofía del viejo payador, al que suele recitar con frecuencia. Torazo
en rodeo ajeno es el jugador que se crece fuera de casa. No son todos,
no son muchos. En general, los equipos se conducen fuera de casa de una
forma temerosa, fruto de la suma de cautelas de la mayor parte del
grupo. Todo el equipo tiende a resguardarse cerca de su portero, algunos
delanteros se vuelven medrosos, temen el envalentonamiento de los
defensas locales, no meten el pie.
El enunciado de futbolistas medrosos sería interminable. Tan distinto es el fútbol de fuera de casa del de casa que hubo quien (el original Hernández Coronado) probó a jugar la Liga con dos equipos distintos, uno para casa y otro para fuera. Aquello no cuajó, pero luego ha habido rebrotes. Cuando Kubala iba siendo mayor, Helenio Herrera le utilizaba solo en casa, porque fuera le veía comodón. Eso fue causa de que el Camp Nou se volviera contra Luis Suárez, al que consideraba la causa del ostracismo del ídolo. Siempre, en todos los equipos, ha habido quien valía para casa y quien valía para casa y para fuera.
Ahora vemos que en sólo tres Ligas y lo que va de esta Cristiano suma 56 goles fuera de casa, lo que le acerca a los principales en este aspecto (Raúl y Di Stéfano a la cabeza, como siempre), pero todos ellos con muchos más años en el club. Y no será porque a Cristiano le traten con benevolencia las defensas y los públicos contrarios (nunca vi jugador tan perseguido, lo puedo asegurar). Ni porque juegue rodeado de un equipo dominante, como es el caso de Messi con el Barça, vaya donde vaya. En las salidas, Cristiano juega en solitario, a campo abierto. Pero es toro en su rodeo y torazo en rodeo ajeno. Como Di Stéfano. Y Raúl.
El enunciado de futbolistas medrosos sería interminable. Tan distinto es el fútbol de fuera de casa del de casa que hubo quien (el original Hernández Coronado) probó a jugar la Liga con dos equipos distintos, uno para casa y otro para fuera. Aquello no cuajó, pero luego ha habido rebrotes. Cuando Kubala iba siendo mayor, Helenio Herrera le utilizaba solo en casa, porque fuera le veía comodón. Eso fue causa de que el Camp Nou se volviera contra Luis Suárez, al que consideraba la causa del ostracismo del ídolo. Siempre, en todos los equipos, ha habido quien valía para casa y quien valía para casa y para fuera.
Ahora vemos que en sólo tres Ligas y lo que va de esta Cristiano suma 56 goles fuera de casa, lo que le acerca a los principales en este aspecto (Raúl y Di Stéfano a la cabeza, como siempre), pero todos ellos con muchos más años en el club. Y no será porque a Cristiano le traten con benevolencia las defensas y los públicos contrarios (nunca vi jugador tan perseguido, lo puedo asegurar). Ni porque juegue rodeado de un equipo dominante, como es el caso de Messi con el Barça, vaya donde vaya. En las salidas, Cristiano juega en solitario, a campo abierto. Pero es toro en su rodeo y torazo en rodeo ajeno. Como Di Stéfano. Y Raúl.
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