Los nuevos poderes de Morsi desatan protestas en Egipto
Manifestantes asaltan las sedes de los Hermanos Musulmanes en Alejandría, Ismailiya y Port Said. El presidente se dirige a la nación acompañado por miles de simpatizantes
Ricard González
El Cairo
23 NOV 2012 - 14:35 CET23
En las calles de El Cairo y otras ciudades egipcias el viernes volvió
a retumbar con fuerza el grito que derrocó al dictador Hosni Mubarak:
“¿El pueblo quiere la caída del sistema!”. Esta vez el destinatario es
Mohamed Morsi, el presidente islamista elegido en las urnas el pasado
mes de junio. Sin embargo, miles de egipcios temen que Morsi se eternice
en el poder, sobre todo después de que el jueves firmara una
declaración constitucional que le sitúa por encima de la ley.
El “decretazo” del “raïs” ha vuelto a tensar la inflamable escena política egipcia, alargando la fosa que separa islamistas y laicos. En varias localidades de la geografía egipcia hubo enfrentamientos entre seguidores y detractores de Morsi. En al menos tres ciudades, Alejandría, Port Said e Ismailiya, manifestantes incendiaron sedes de los Hermanos Musulmanes, el partido del presidente.
En la capital, la jornada de movilizaciones ha transcurrido sin incidentes graves, a excepción de algunas escaramuzas en Tahrir con la policía, que ha lanzado gases lacrimógenas. Los principales líderes de la oposición, como el premio Nobel de la Paz, Mohamed El Baradei, y Hamdin Sabahi, el aspirante que finalizó las presidenciales en tercer lugar, han participado en las manifestaciones.
El Baradei, fundador del nuevo partido Constitución, calificó a Morsi de “nuevo faraón” tras su golpe de efecto. “Ha usurpado todo el poder estatal: un golpe duro a la revolución que puede tener serias consecuencias”, escribió el ex diplomático en su cuenta de Twitter. Algunas profesores de derecho constitucional han llegado a calificar el movimiento de “golpe de Estado”.
En cambio, las formaciones islamistas, tanto los salafistas como el brazo político de los Hermanos Musulmanes, han salido en defensa del presidente. Mientras en Tahrir se reunían los opositores, miles de islamistas se congregaron frente a las puertas del palacio presidencial para expresar su apoyo al presidente Morsi.
A primera hora de la tarde, el raisse dirigió a sus seguidores, y a toda la nación gracias a la cobertura de la televisión pública, desde una tarima en la que había una gran foto suya. “El antiguo régimen está pagando para que ataquen edificios gubernamentales y siembre el caos”, proclamó Morsi, que aseguró aceptar la importancia del rol de la oposición “verdadera”. “Quieren obstruir la revolución, pero no les dejaremos la oportunidad para lograrlo... Mis decisiones ayer son para compensar a los heridos en la revolución”, añadió Morsi.
En cuanto a su decreto, negó que quiera saltarse la ley, y lo justificó con argumentos como la búsqueda de la estabilidad y la purga de los elementos contrarrevolucionarios en el poder judicial
Hasta el día de ayer, Morsi poseía el control del poder Ejecutivo, el Legislativo, y de la Asamblea Constituyente. Después de relevar a la cúpula del ejército en agosto, la única institución hostil era el poder judicial. Por eso, con la nueva declaración constitucional, somete el poder judicial a su autoridad, minando el pilar central del débil Estado de Derecho del Egipto posrevolucionario.
De acuerdo con el texto, ninguna de las decisiones, decretos o leyes aprobados por el presidente Morsi desde su investidura podrán ser revocados por otra institución del Estado, incluido el poder judicial. Ni tan siquiera Mubarak consiguió tal posición de preeminencia, al menos desde el punto de vista legal. Morsi afirmó que hay "quienes se esconden detrás de los jueces" para hacer descarrilar la transición a la democracia. "No me gusta ni quiero utilizar procedimientos excepcionales, pero si veo que mi país está en peligro lo haré, porque es mi deber", señaló. "Respetamos la justicia, porque en ella hay muchos individuos limpios, pero estamos frente a quienes se esconden tras ella. Los desenmascararemos; que no se piensen que no les vemos", agregó el presidente.
Además, el líder islamista blinda la Asamblea Constituyente y la Cámara alta, ambas amenazadas de disolución por sendas demandas que está estudiando el Tribunal Constitucional. Morsi amplia en dos meses el plazo a disposición del comité constituyente para redactar la nueva Carta Magna, y que debía expirar a principios de diciembre. La Asamblea se encuentra ante una grave crisis, tras la reciente retirada de los partidos laicos, que argumentan que el órgano está dominado por las corrientes islamistas.
En un guiño que no parece haber apaciguado los ánimos de los revolucionarios, el decreto ordena reabrir todos aquellos juicios sobre los asesinatos y abusos cometidos durante los 18 días de la revolución egipcia que resultaron en las absoluciones de los acusados. La medida incluso afectaría a Hosni Mubarak y su ex ministerio del Interior, Habib el-Adly, los únicos cabezas de turco condenados hasta ahora por la represión de los manifestantes.
Morsi afirmó que hay "quienes se esconden detrás de los jueces" para hacer descarrilar la transición a la democracia. "No me gusta ni quiero utilizar procedimientos excepcionales, pero si veo que mi país está en peligro lo haré, porque es mi deber", señaló. "Respetamos la justicia, porque en ella hay muchos individuos limpios, pero estamos frente a quienes se esconden tras ella. Los desenmascararemos; que no se piensen que no les vemos", agregó.
El “decretazo” del “raïs” ha vuelto a tensar la inflamable escena política egipcia, alargando la fosa que separa islamistas y laicos. En varias localidades de la geografía egipcia hubo enfrentamientos entre seguidores y detractores de Morsi. En al menos tres ciudades, Alejandría, Port Said e Ismailiya, manifestantes incendiaron sedes de los Hermanos Musulmanes, el partido del presidente.
En la capital, la jornada de movilizaciones ha transcurrido sin incidentes graves, a excepción de algunas escaramuzas en Tahrir con la policía, que ha lanzado gases lacrimógenas. Los principales líderes de la oposición, como el premio Nobel de la Paz, Mohamed El Baradei, y Hamdin Sabahi, el aspirante que finalizó las presidenciales en tercer lugar, han participado en las manifestaciones.
El Baradei, fundador del nuevo partido Constitución, calificó a Morsi de “nuevo faraón” tras su golpe de efecto. “Ha usurpado todo el poder estatal: un golpe duro a la revolución que puede tener serias consecuencias”, escribió el ex diplomático en su cuenta de Twitter. Algunas profesores de derecho constitucional han llegado a calificar el movimiento de “golpe de Estado”.
En cambio, las formaciones islamistas, tanto los salafistas como el brazo político de los Hermanos Musulmanes, han salido en defensa del presidente. Mientras en Tahrir se reunían los opositores, miles de islamistas se congregaron frente a las puertas del palacio presidencial para expresar su apoyo al presidente Morsi.
A primera hora de la tarde, el raisse dirigió a sus seguidores, y a toda la nación gracias a la cobertura de la televisión pública, desde una tarima en la que había una gran foto suya. “El antiguo régimen está pagando para que ataquen edificios gubernamentales y siembre el caos”, proclamó Morsi, que aseguró aceptar la importancia del rol de la oposición “verdadera”. “Quieren obstruir la revolución, pero no les dejaremos la oportunidad para lograrlo... Mis decisiones ayer son para compensar a los heridos en la revolución”, añadió Morsi.
En cuanto a su decreto, negó que quiera saltarse la ley, y lo justificó con argumentos como la búsqueda de la estabilidad y la purga de los elementos contrarrevolucionarios en el poder judicial
Hasta el día de ayer, Morsi poseía el control del poder Ejecutivo, el Legislativo, y de la Asamblea Constituyente. Después de relevar a la cúpula del ejército en agosto, la única institución hostil era el poder judicial. Por eso, con la nueva declaración constitucional, somete el poder judicial a su autoridad, minando el pilar central del débil Estado de Derecho del Egipto posrevolucionario.
De acuerdo con el texto, ninguna de las decisiones, decretos o leyes aprobados por el presidente Morsi desde su investidura podrán ser revocados por otra institución del Estado, incluido el poder judicial. Ni tan siquiera Mubarak consiguió tal posición de preeminencia, al menos desde el punto de vista legal. Morsi afirmó que hay "quienes se esconden detrás de los jueces" para hacer descarrilar la transición a la democracia. "No me gusta ni quiero utilizar procedimientos excepcionales, pero si veo que mi país está en peligro lo haré, porque es mi deber", señaló. "Respetamos la justicia, porque en ella hay muchos individuos limpios, pero estamos frente a quienes se esconden tras ella. Los desenmascararemos; que no se piensen que no les vemos", agregó el presidente.
Además, el líder islamista blinda la Asamblea Constituyente y la Cámara alta, ambas amenazadas de disolución por sendas demandas que está estudiando el Tribunal Constitucional. Morsi amplia en dos meses el plazo a disposición del comité constituyente para redactar la nueva Carta Magna, y que debía expirar a principios de diciembre. La Asamblea se encuentra ante una grave crisis, tras la reciente retirada de los partidos laicos, que argumentan que el órgano está dominado por las corrientes islamistas.
En un guiño que no parece haber apaciguado los ánimos de los revolucionarios, el decreto ordena reabrir todos aquellos juicios sobre los asesinatos y abusos cometidos durante los 18 días de la revolución egipcia que resultaron en las absoluciones de los acusados. La medida incluso afectaría a Hosni Mubarak y su ex ministerio del Interior, Habib el-Adly, los únicos cabezas de turco condenados hasta ahora por la represión de los manifestantes.
Morsi afirmó que hay "quienes se esconden detrás de los jueces" para hacer descarrilar la transición a la democracia. "No me gusta ni quiero utilizar procedimientos excepcionales, pero si veo que mi país está en peligro lo haré, porque es mi deber", señaló. "Respetamos la justicia, porque en ella hay muchos individuos limpios, pero estamos frente a quienes se esconden tras ella. Los desenmascararemos; que no se piensen que no les vemos", agregó.
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