jueves, 15 de noviembre de 2012

Iniesta siempre va de etiqueta.

Iniesta siempre va de etiqueta

Los chispazos del centrocampista y la puntería de Pedro resuelven cómodamente el amistoso de España en Panamá

Iniesta trata de regatear a dos adversarios. / RODRIGO ARANGUA (AFP)

Corre la pelota y no el jugador. Frase de cabecera y anhelo de cualquier técnico que apueste por un fútbol de salón y de toque; realidad de la selección española, que se deshizo de Panamá en un amistoso de ritmo ligero y juego sugerente, al menos en el primer acto. Iniesta fue el artífice del triunfo al romper la línea con su conducción y pase, con su amago y quiebro, con su genialidad exclusiva. Y Pedro, inspiradísimo con España porque hace nada le hizo un hat-trick a Bielorrusia, fue la puntilla para batir a Panamá, que desde que lo cogiera Dely Valdés solo había perdido tres encuentros de los 20 disputados en el estadio Rommel Fernández.

PANAMÁ, 1 - ESPAÑA, 5

Panamá: Penedo; Baloy, Cedeño (Godoy, m. 72), C. Rodríguez (Algandona, m. 78), Dasent; Gabriel Gómez, J. Pérez (Cooper, m. 54); Rolando Escobar (Quintero, m. 59), Blas Pérez (Barahona, m. 59), Marcos; y Torres (Rentería, m. 46). No utilizados: Melgar; y Godoy.
España: Valdés (Casillas, m. 60); Juanfran, Albiol, Javi Martínez, Jordi Alba (Sergio Ramos, m. 60); Beñat, Busquets, Iniesta (Cesc, m. 46); Pedro (Soldado, m. 46), Villa (Susaeta, m. 73) y Mata (Navas, m. 46). No utilizados: Montoya y Cazorla.
Goles: 0-1. M. 16. Pedro. 0-2. M. 29. Villa. 0-3. M. 43. Pedro. 0-4. Sergio Ramos. 0-5. M. 84. Susaeta. 1-5. M. 87. Gabriel Gómez.
Árbitro: Mauricio Morales. Mostró la cartulina amarilla a Barahona y Baloy.
Rommel Fernández. 25.000 espectadores.
Intensos los panameños, que atendieron con voluntariedad a la etiqueta de campeón del mundo y doble entorchado europeo del rival, pronto se dieron de bruces con su limitación. No les alcanzó con las ganas para descomponer a España, sobre todo porque carecieron de mirilla y precisión en los pases definitivos, siempre expresados en contragolpes. Sus problemas, en cualquier caso, se agravaron por los adornos, por hacer imposibles para ganarse un sonoro ¡oh! del público y su sucesivo aplauso. Pero en líneas generales, desestimaron la lucha por la pelota y la posesión, atornillados en su campo, sin otra intención que aguantar el chaparrón. Lo celebró España, que se guardó el esférico como propiedad privada y lo repartió con sumo gusto, hecho acentuado cuando Iniesta y Mata aparecieron en la zona marcada para el crupier.
Fue ahí donde cobraron sentido los rondos que impuso Johan Cruyff en el Barcelona al final de la década de los 80 y que ahora son un imperativo en cualquier equipo antes de un entrenamiento. También es una necesidad para España, que entiende el juego de pase tan veloz como matemático y puntual, que ejerce la posesión hasta la extenuación. A veces, sin embargo, parece poderle la retórica. No así en Panamá, donde en la primera mitad el toque fue lacerante, profundo, de primeras y acelerado en los metros finales; excelentemente rematado.
Sin problemas para dar aire al cuero desde la zaga, con Javi Martínez como raíz y Busquets como catapulta, Beñat aliñó el juego como reclamaba el duelo, con pases eléctricos. Pero la celeridad en la parcela de tres cuartos corrió por parte de Iniesta y Mata, que partía de extremo pero que se movía por todo el frente de ataque a su aire, reminiscencia de lo que hace en el Chelsea, siempre a la suya. Como en ese pase interior a la carrera de Pedro, que se marcó un bailoteo y una bicicleta sobre la pelota para romper la cadera del portero, para definir a gol. Era el tercero. Resulta que el duelo ya lo había roto Iniesta.
Villa fue el capitán y Susaeta se estrenó con la selección sobre el tapete y como goleador
Pareció no afectarle al centrocampista azulgrana la humedad y el calor de Panamá, tampoco la condición de amistoso. Primero, arrancó con el cuero controlado para marcarse una pared con Pedro, que la dejó pasar bajo las piernas para resolver con un tiro cruzado. Y luego, realizó un eslalon precioso en la línea de fondo para asistir a Villa, que la empujó a gol para firmar su red número 53 en 85 encuentros, que festejó su primera capitanía —Casillas se quedó en el banquillo de inicio— como mejor sabe. No se detuvo Villa en su determinación, pero un disparo se le marchó por arriba y otros dos los cruzó en exceso. Era la prolongación de Iniesta, el remate para los centros de Alba —que estiró el campo de lo lindo para dotar a España de profundidad—, el punto final de España.
Decidido el envite en el entreacto, Del Bosque optó por oxigenar a los futbolistas, por no castigar a los suplentes tras la paliza del viaje transoceánico, validado porque engorda la cartera de la federación. Salieron Soldado, de gazuza ilimitada, Navas y Cesc a cambio de Mata, Pedro e Iniesta, las gotas de buen fútbol y resolución. También Casillas y Ramos se incorporaron al choque, con la curiosidad de que el central actuó de lateral izquierdo (puesto que ha dado más de un quebradero de cabeza esta temporada a Mourinho en el Madrid) y, además, marcó un golazo de falta, coto reservado para Cristiano.
Los cambios, en cualquier caso, entrecortaron el fútbol y rebajaron la partida, hasta el punto de que Panamá bajó los brazos, por más que Gabriel Gómez marcara de Panenka un penalti de Cesc. Otro adorno; otra aclamación.
Pero la fiesta estaba al otro lado como demostró Susaeta, que se estrenó con España —Montoya, sin embargo, no tuvo su oportunidad— sobre el césped y también como goleador en los compases finales. La guinda a un amistoso de fútbol notable, a un nuevo baile de Iniesta.

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